Las
autoridades vascas, los capitanes de industria de Euskadi y su mundo académico
están impulsando el Corredor Vasco del Hidrógeno; se trata de un proyecto que,
situando al País Vasco a la cabeza de la producción de hidrógeno verde, es de
la máxima utilidad para España y, si me apuran, para Europa. Mientras tanto, en
Cataluña la CUP
arenga a la muchachada --«apreteu, apreteu»-- y Arran, su brazo juvenil, lo ejecuta. Es la
división del trabajo. O sea, de un lado, los mozuelos independentistas en flor mantienen
el fuego, sagrado y físico --dirigidos al espíritu y a los furgones de la
policía autonómica— y, de otro lado, los seniors
usan el humo del incendio para presionar a Esquerra Republicana de Catalunya que, sin
ellos, no habrá gobierno en Cataluña que tenga como objetivo la república y la
independencia.
En
el País Vasco se habla, debate y actúa sobre la fisicidad de las cosas, las
cosas, las cosas. En Cataluña las autoridades sin autoridad, ni auctoritas, ni
crédito moral y político, siguen su
inútil cacofonía. Es la consagración de un otoño que ya no dispone de patriarca
que llevarse a la boca. Son unas autoridades, incapacitadas políticamente para
remontar el vuelo descendente de la parábola; más todavía, incompetentes con la
única excepción de ser doctorandos en la jerigonza que construye el embrollo. Las
cosas, las cosas, las cosas no forman parte de sus negociados.
Así
pues, no parece que el gobierno que se está pre cocinando sea algo útil. Ya
veremos qué sale de esa marmita. El sinedrio parece cantado: podría ser que la oclocracia
del fuego impusiera el gobierno de este priorato.
Chocante
esta Cataluña: un sector político de la izquierda catalana, con evidentes y muy
sinceras ganas –dicen-- de empujar en la buena dirección, ha planteado un
gobierno de ERC y los
Comunes, apoyado desde fuera por los de Salvador Illa. Menos da una piedra, me digo para mis
adentros. Sea, si es para bien. Pero…
…
pero lo chocante del caso es que reservan –seguramente de forma
bienintencionada— a Salvador Illa, el
cardenal de la izquierda, el papel de los monaguillos. Chocante, aunque
perfectamente democrático este artificio legal. Vamos, vamos: a ver si van a
tener razón quienes están muy puntillosos, en estos tiempos, con los
problemicas de esta democracia.
Post
scriptum.--- ´La muchacha del 78´ se
reía cuando leía la máxima de don Venancio Sacristán:
«Lo primero es antes».
Agradezco
las muestras de afecto que se han dirigido a Roser.