José Luis López Bulla y Javier Tébar
Hemos
recibido la terrible noticia sobre nuestro querido
amigo Javier Aristu. Estábamos preparados o eso pensábamos porque lo
cierto es que el aguijón es tan intenso que sólo disponemos del paso
del tiempo para combatirlo.
Una de las
formas que hemos encontrado para aliviar algo ese dolor es el envío
de una “carta” más, entre las muchas que intercambiamos, dentro
de una peculiar e imaginaria sociedad de
correspondencia tártara que Javier inventó durante el inicio de esta
maldita pandemia, un día de marzo de 2020. Nuestras epístolas se hicieron con
bufanda en nuestros nombres para no infundar sospechas, en medio del inicio de
un desierto desconcertante y desconocido como fue aquel
confinamiento. Para aquella nueva iniciativa suya, nuestro amigo
escogió el sobrenombre de Robert Deglané, presentándose como “aspirante a
presentador de televisión analógica, nunca llegó a nada. Persiste en la
heterodoxia más infamante”. Estas son sus palabras. Pero más allá de la
retranca de firmar con un nombre como Robert, haciendo también un guiño al
locutor de origen chileno de gran éxito en España durante los años cincuenta y
sesenta Bobby Deglané, lo fundamental es la persistencia de una “heterodoxia
infamante”.
Esa misma
actitud heterodoxa ante la vida, la historia y la política la mostraba Javier
en otro blog del que él fue impulsor, junto con su amigo Carlos Arenas, En
campo Abierto, con un subtítulo que, de nuevo, dice muchas cosas
sobre el propio Aristu: “Para debatir, discutir, promover la
reflexión desde las ideas progresistas y la pluralidad de matices”. En
esta otra iniciativa nuestro amigo firmaba con su nombre y hacía un
ejercicio de currículum sobrio, preciso, casi administrativo: “Profesor de
Lengua y Literatura Española. Fue secretario provincial del PCE en Sevilla
(1982-1988). Participó en la fundación de Izquierda Unida-Convocatoria por
Andalucía y de Nueva Izquierda. Ha colaborado como comentarista de actualidad
en El País–Andalucía y en la cadena SER. En los últimos años se ha
dedicado fundamentalmente a la enseñanza de la lengua y la literatura en
centros de Sevilla y Bruselas. Sin embargo, también colaboró
escribiendo, tal y como nos confesó, con el heterónimo Joannis
Van der Meer, presentándose como “Escritor latente de origen flamenco”, cuyo
currículum es una muestra de la inteligencia, la capacidad de
invención y juego literario de Javier, sus preocupaciones personales sobre la
política en su dimensión de ética civil, y también mucha de la sorna, la ironía
y la autoironía con la que disfrutamos juntos. El currículum que armó
– “armar” en un sentido intelectual era un término del que hacía uso con
frecuencia, armar como organizar- sobre este personaje muestra todo
aquello que compartía con él, buena parte de su educación sentimental y
también de sus geografías personales (Bruselas y Vejer de la Frontera)
Leer lo que
escribe Javier, aunque nos ha faltado mucho tiempo de disfrutar con y de
él, leer sus “papeles” -así se refería a ellos- es ahora, sin
duda, una pequeña forma de consuelo. Pero también una manera de dialogar
con su ausencia, recordar su “polemizar suavemente” que no quiere decir de
manera susurrante, sino en ocasiones de manera vehemente hasta llegar a un
punto en el que se acuerda el desacuerdo.
Porque nuestro
amigo era hombre de diálogos, el hombre de los diálogos, cuando
algunos hablaban de ingenuidad, allá por 2018, en un momento de la
Cataluña encenagada que hemos ido viviendo y nos ha traído a una situación que
si no se pone remedio conducirá a una Cataluña declinante, no ya en el
concierto de las naciones sino en el de las regiones. A raíz de esta nueva
iniciativa, y sólo hablamos de estos años de nuestra
amistad, Javier impulsó junto con otros amigos un grupo para elaborar
un diagnóstico sobre Andalucía hoy, en el que mantuvo un empeño hasta el final.
Porque Javier
es una persona que organiza, que intuye, que actúa, que se compromete. Al
tiempo que goza de las lecturas. Lecturas y sintonía casi
telepática que en algunas ocasiones hemos mantenido con él en largas
conversaciones tomando algo o bien por teléfono, Su curiosidad
inmensa, la de una persona de inquietudes constantes y al
tiempo precisas, estaba orientada en el sentido de contribuir a una
sociedad más justa y más libre; un valor sin el otro, por mucho que digan, no
es posible, concluíamos al hablar sobre los temores y las esperanzas de los
tiempos que nos han tocado vivir.
La música, el
cine, los paisajes y los viajes, la política constituían un vínculo junto
con otros para hablar, palabras todavía,… Pero los libros han estado
presentes y mucho en nuestra amistad. Desde los clásicos, de los
que era buen conocedor, a los antiguos y los modernos, los andrajosos y
los luminosos. Regalarse libros sin venir a cuento, intercambiar títulos,
críticas y recomendaciones. Risas, descubrimiento, sospechas, farfolla en
medio de la moda y el demodé.
Porque nuestro
amigo Javier anda metido de lleno también en otros proyectos, como es
Pasos a la izquierda, una revista que nació con una imagen de
contradirección de la España de “arriba” y “abajo” y el fin de la “izquierda”
en 2015, creyendo en la necesidad, como él mismo definió, para resumir
en la “Exploración de un territorio cuyos puntos cardinales es forzoso
resituar, redefinir. Tanteos. Cruces de caminos”(https://pasosalaizquierda.com/pasos-a-la-izquierda-un-foro-para-el-debate/) Sin duda alguna, Javier Aristu ha
sido hasta hace pocos meses el alma y con frecuencia la cabeza y las
manos, junto con otros compañeros y compañeras, de esta iniciativa sin grandes
pretensiones más que reunir a gentes diversas y a veces distintas pero que
comparten la necesidad de preocuparse por la vida en sociedad.
Es que Javier
Aristu tiene también madera de editor y como
nos ha confesado en alguna ocasión
barajó la posibilidad de, una vez jubilado de la
enseñanza, profesionalizarse; algo que finalmente quedó
descartado ante la posibilidad de lo que veía como “un negocio ruinoso”.
Porque el amigo
Javier es observador, un analista de la realidad concreta. Capta
con frecuencia las ondas que se van expandiendo en este mundo “grande y
terrible” del que habló uno de los autores, Antonio Gramsci, que,
fuera de moda, Javier leía con intensidad y cabeza
propia en la preparación de su último libro -'l'abbiamo
fatta”, nos decía satisfecho hace pocas semanas-titulado Señoritos,
viajeros y periodistas. Miradas sobre la Andalucía del siglo XX, que
aparecerá próximamente en la editorial Comares, en la que ya apareció años
atrás su “El oficio de resistir: miradas de la izquierda en Andalucía durante
los años sesenta”. Ambos libros nos dicen mucho sobre esa región, sobre
sus habitantes y su modelo de sociedad, sobre su pasado y presente, pero también
nos habla sobre quién es Javier Aristu Mondragón, sobre sus miradas y la
intensidad con que observa lo que le rodea de manera más cercana y más
allá.
La familia de
Javier vive la pérdida de un hombre de gran formato, pierden el calor
de su presencia. Los tártaros les ofrecemos nuestra austera sociedad de
correspondencia, nuestra mojama con almendras, de la que tanto nos
han nutrido Javier y Cuca en sus visitas a su hija Ana y su familia en
Barcelona o el veraneo con su hijo Carlos también en el Montseny. Las puertas
están abiertas a un lugar en el que hablar y recuperar un poco el aliento,
sabiendo que la presencia de Javier en nuestras vidas es subterránea pero
real.