Sea cual sea la correlación de fuerzas surgida de las urnas» --dicen los
independentistas-- no habrá acuerdos con Salvador Illa. Así lo han
firmado los estrambóticos de Waterloo, los
confusos de Aragonès
García y los
esperpentos de la CUP.
Este es un veto «para poder hacer efectiva la república catalana», dicen
los firmantes. Una ´república catalana´ que sólo está, imaginada, en las
maquetas de los fantasiosos programas electorales como cebo para reclamar votos
desesperadamente. Una engañifa que comparten los desunidos y confrontados
independentistas.
No es ninguna sorpresa que Esquerra Republicana de Catalunya firme este veto con la derecha libertariana de los de Waterloo; es lo
que ha hecho, casi siempre, este partido, siguiendo el semen de aquel Heribert Barrera, xenófobo, visceralmente anti comunista
y anti socialista. Precisamente ese comportamiento, es lo que le ha llevado
continuamente a ser el segundón del mayorazgo, con una actitud temerosa hacia
lo que interprete, diga y haga el hombre de Waterloo. El populismo confuso de
ERC –populismo de calisay-- sabe lo difícil que es competir con el
nacional--populismo de Puigdemont, populismo de aguardiente.
ERC, hemos dicho siempre, es el partido europeo más confuso. De un lado
exige (y consigue) la reanudación de la mesa de negociaciones con el gobierno
de Pedro Sánchez y, de otro lado, veta cualquier tipo de
negociación con Illa tras las elecciones del domingo. Sólo admite las
conveniencias que le favorecen.
Este es, además, un veto que por elevación se dirige también contra
los Comunes. A menos que estos acepten lo que se
les eche, cosa –quiero creer-- bastante improbable. Esta, así pues,
es una manera de decirle a Jéssica Albiach que si quiere
formar parte del govern catalá debe sumarse a los planteamientos
del independentismo. En realidad ya falta menos para saber cómo empieza y cómo
acaba este grotesco vodevil.
Los Comunes no lo tienen fácil. Esta es una organización que todavía sufre
las consecuencias, de un lado, de las heridas de la huida de Nuet y
Alemany a otras praderas
alimenticias y, de otro, del desistimiento de Lluis Rabell y Joan Coscubiela. Y,
por si fuera poco, Albiach ha tenido que hacer encaje de bolillos para que le
afectara lo menos posible las salidas de pata de banco de Pablo Iglesias el
Joven, que benefician a casi todo el mundo (independentistas incluidos), menos
a ella. Definitivamente, apuntar contra Illa es avisar a los
Comunes. A ellos también pueden aplicar el «factor K». Busquen en google qué es
el factor k y el PCI.
En conclusión, el independentismo es como el perro del hortelano: ni
arregla ni deja que los demás arreglen las cosas. De momento, y antes de
tiempo, Pastas
Gallo se ha ido con
los espaguetis a otra parte. No he oído a nadie comentar esa desgraciada noticia.
Es normal: las preocupaciones están en la personalidad del ablativo absoluto y
sus relaciones con la prosopopeya perifrástica.
Post scriptum.--- «Lo primero es antes», se empieza a oír ya entre los
votantes de Illa, recordando a don Venancio Sacristán.
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