lunes, 15 de febrero de 2021

Golpe al legitimismo de Waterloo


 

La ocasión la pintan calva para que Esquerra Republicana de Catalunya se desembarace de su subalternidad al independentismo de derechas. Por primera vez ha sobrepasado a los post post post convergentes: el sueño húmedo de los republicanos de Aragonès García.  Las novedades que ello comporta no son irrelevantes.

La derrota de Waterloo no es sólo un varapalo considerable al caudillismo de Puigdemont (1). Es, ante todo y sobre todo, la desaparición del ficticio legitimismo que ostentaba Puigdemont, cultivado ad nauseam desde el 1 de Octubre de 2017. El presidente fugado exhibía su legitimidad con los mismos miriñaques del carlismo.  Eso se acabó: Salvador Illa le ha ganado y los de ERC le han pasado de largo. Por poco, cierto, pero lo suficiente para situarlo como profeta averiado. Ahora sólo podrá dedicarse –con muchas dificultades, porque el bolero asegura que «la distancia es el olvido»--  a cuidar que las ascuas retoricas de la república catalana no desaparezcan definitivamente. Waterloo tendrá que remover constantemente el badil para que no se apague el cisco picón del brasero.

Si el tándem Aragonès – Junqueras opta por la combinación gubernamental con los post post post convergentes estamos en condiciones de establecer la siguiente hipótesis: el sorpasso no le servirá de nada, se mantendrá la subalternidad hacia los post post post convergentes y continuará el desgobierno. Así las cosas, ERC continuaría con su tópico itinerario: meandros guadianescos al por mayor y detall. Eso sí, Aragonès García ejercería de presidente de la Generalitat. Pero de un gobierno con gente de probado energumenismo y demostrada inutilidad en la gestión de los problemas. Con lo que esa presidencia –y dicho gobierno—sería el sueño de una noche de verano, una ocasión perdida.

Ahora bien, los números salen para otra opción: un gobierno PSC, ERC y Comunes. Con pragmatismo vasco. La ventaja para ERC sería su puesta de largo, esto es, de un lado, se desembarazaría del gen convergente y, de otro lado, podría estar en las mejores condiciones en Madrid para una renovada política de conseguir cosas.  Pero esto tiene un inconveniente en ERC: la actitud miedica a sus propias bases y a ese sector iracundo de la mesocracia catalana, perro del hortelano, que ya ha entrado en la fase de que le da lo mismo ocho que ochenta. En suma, a Aragonès – Junqueras todavía le da jindama el juego de simulaciones que se mantiene en Cataluña: un partido de la derecha independentista que juega a montar barricadas, una maqueta de la sedicente izquierda de la CUP que bendice a los dirigentes de la derecha independentista, tras un atracón ideológico de empiriocriticismo nacionalista y su relación torticera con la cuestión social. Diarreas de marxismo de mercadillo.  Juego de simulaciones: la reedición del Cosí fan tutte sin pelucas ni casacas.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», dice pacientemente don Venancio Sacristán.

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