Los
hunos firman un Manifiesto a favor del hombre de Waterloo; los hotros responden
firmando lo contrario. Todos ellos son, hasta el momento, figurantes del mismo
partido: los post post post convergentes, las limaduras del pal de paller de Jordi Pujol. De donde saco la siguiente conjetura: estos
manifiestos son –Clausewitz
mediante-- la prolongación de la guerra de esos feligreses por otros medios. Son,
podría decir Freud, el hechizo voluptuoso de una
pugna que ha dejado de estar larvada para convertirse en lucha final. En todo
caso, con este tipo de manifiestos las campanas están doblando a muerto. O los
hunos o los hotros. Todo el teatrillo de cristobicas
está conteniendo el aliento.
Según
analistas de prestigio comarcano esta lucha se libra, grosso modo, entre cargos
institucionales y cargos orgánicos, de partido. Los primeros son entusiastas o aprovechateguis del hombre de Waterloo y
entienden que el partido, PDECat,
tiene que disolverse y crear una
formación radicalmente nueva para mayor gloria de Puigdemont. Los segundos
niegan la mayor y han anunciado una línea de resistencia. Los analistas
comarcanos explican que el partido saltará por los aires. Ganará Waterloo –a menos
que haya un milagro— pero el partido explotará por los aires. Lo que me da pie
a una segunda conjetura: es radicalmente falso que los hunos y los hotros –Waterloo
y sus adversarios—tengan algo que ver con el «gen convergente», aunque
reconozco que es una brillante metáfora. Que a mí me ha contagiado cuando hablo
de los «post post post convergentes». Mea culpa.
El
gen convergente se caracterizó en su día, y durante largos años, por ser un atrápalo
todo: incluso socialdemócratas de Pedralbes y comunistas a la virulé,
cristianos de agua bendita y ateos de blasfemia diaria cayeron en deliquio ante
la potente figura de este Pujol. Ese gen convergente era la tutía que
impregnaba la chimenea de aquel nacionalismo catalán de peix al cove que, de manera
muy libre, podríamos traducir como ´pájaro que vuela a la cazuela´.
Estos
de hoy no son de ese gen. De aquel espíritu de engullir todo lo que se mueve
han pasado a exigir una probada limpieza de sangre. De aquel pragmatismo se ha
llegado a la negación de la política. No existe, pues, relación alguna con
aquel gen convergente. Dispénsenme si, en alguna ocasión, recurro al latiguillo
de los post post post convergentes.