Pedro Sánchez
le ha echado arrestos a la cosa catalana. Ha planteado un pacto político
bilateral con Cataluña que reconozca su singularidad y mejore su autogobierno,
que sería incluido en la futura Constitución española. Digamos que esa
propuesta no figura en el manifiesto electoral del PSOE, recientemente aprobado
por el Consejo federal del partido. Ahora bien, ¿cuánta esperanza de vida tiene dicha propuesta? No
parece que los poderes fácticos del partido se encuentren cómodos con ella. De
hecho la poderosa federación andaluza ya ha sacado los colmillos avisando de su
antipatía. Y, con toda seguridad, en los cenáculos y sinedrios del PSOE será la
comidilla para ponerle la proa a Pedro Sánchez. Y alguien habrá que, desde las
mismas filas socialistas, le preguntará a Sánchez aquello tan castizo como «de
lo mío, qué». Así es que ya veremos hasta qué punto el candidato la mantiene
durante la campaña. La palabra dada y la necesidad de demostrar que no es un pronto obligan al candidato a mantenella. Aunque, sabemos desde Francesco Maria Piave que la retórica tiene
artificios para demostrar que lo dicho y lo redicho son tan versátiles como la pluma
al viento. E di pensier.
Ahora bien, algo parece claro:
con esta iniciativa Sánchez se distancia de Ciudadanos que, toda referencia a Cataluña en la
orientación que se plantea, es considerada como la bicha. Lo que no le va tan mal al candidato socialista en la
campaña, aunque le complica las cosas para una hipotética investidura
posteriormente. Y, ni qué decir tiene, parece indicar que no piensa coincidir
con el Partido apostólico
antes del parto, en el parto y después del parto. Sin embargo, objetivamente la
propuesta no sería mal vista por Podemos y
sus amigos, conocidos y saludados. Pero a todos estos, Sánchez está dedicando
una serie de contundentes cogotazos, vengan o no a cuento.
Hay, no obstante, quien se
empeña –tal vez con escaso fundamento--
en mostrarme lo siguiente: lo que intenta Sánchez con esta iniciativa es
parar la parábola descendente del PSOE o, en el mejor de los casos, provocar un
leve repunte que, aunque fuera insuficiente, indicaría que se ha frenado el
viaje de Orfeo al infierno. Sea como fuere, les respondo a estos arbitristas de
taberna, citando al Fausto de la potente versión castellana del maestro José María
Valverde: «Lo que se necesita, no se sabe; lo que se sabe, no se puede
usar».
Radio Parapanda.
http://www.cronicaglobal.com/es/notices/2016/05/colau-modelo-barcelona-innovacion-tecnologica-39399.php#.V0wEX6oMJs4.facebook. Según Manuel Gómez
Acosta.