Violencia
en las calles y confusión en la política. Son dos elementos simultáneos que
posiblemente se retroalimentan. Todo ello en un momento en que todavía no se
vislumbra la salida de la pandemia y de agudización de la crisis económica con
la deuda pública más elevada de la historia de España.
Cataluña,
la región europea más confusa, está pendiente de que ERC, el partido europeo más confuso, forme gobierno.
Que Aragonés García
presida la Generalitat, con los Comunes de acompañamiento y el PSC apoyando
desde fuera, es lo que plantean el sensato post convergente Andreu Mas—Colell y el inextricable
Jaume Asens.
Movimientos
de sístole y diástole en el abigarrado equipo de ERC: «Mantenemos la mesa de
negociación en Madrid», afirma Aragonés; «esta es una legislatura de preparación del referéndum y el fin de la
represión», sostiene la portavoz del partido Marta Vilalta. Lucha de contrarios que, por
ahora, todo se reduce a «palabras, palabras, palabras». Por supuesto, palabras
que, engarzadas entre sí, son de acreditada confusión. Confusión con amenazas
surrealistas. Aragonès amenaza: «La paciencia de los catalanes no es eterna».
Cierto, sólo Dios, Nuestro Señor, es eterno. Pero, considerando que llevan tres
siglos así, podemos afirmar que su paciencia tiene los siglos contados.
Falta
de temple también en los reincidentes de la confusión: primero, equiparando los
de Waterloo con los exiliados; segundo, llamando «antifascistas» a quienes
atacan –piedra en mano derecha, fuego en la izquierda— a oficinas o, por
ejemplo El Peridóico, en nombre de la libertad de expresión. Son las cosas del Licenciado Doctrinas.
Confusión
al ajo arriero: Casado
afirma querer negociar la renovación del Consejo General del Poder Judicial,
pero sostiene que Unidas
Podemos no debe participar en ello. Las cosas claras: no es de recibo.
Sin embargo, me viene a la memoria algo que me impactó en mis años mozos: la
sabiduría de Álvaro Cunhal, el primer dirigente
del Partido Comunista Portugués.
Tomen
nota. Tras la revolución de los claveles, gobernando ya Vasco Gonçalves, la OTAN le hizo saber que Portugal que los
comunistas no podían estar presentes en las deliberaciones del gobierno cuando
se tratasen los temas de la alianza. Cunhal respondió: «No hay problema;
nosotros nos salimos de la reunión. Por encima de eso está la continuidad de
las conquistas sociales que debemos poner en marcha». Cunhal, genio y figura.
Comunista hasta el colodrillo. Aplicó sin tener noticia de la máxima de don Venancio Sacristán aquello de «Lo primero es antes».
Algo ininteligible para el licenciado
Doctrinas*.
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