jueves, 30 de abril de 2020

Llamamiento a los sindicatos nacionales y europeos por una Unión Europea federal y una política de desarrollo sostenible.




Sergio Cofferati, Joaquim González Montadas, José Luis López Bulla y Gaetano Sateriale.


Los firmantes de este Llamamiento expresan, en primer lugar, su plena solidaridad con los que, a causa de Covid19, sufren los efectos de la pandemia, a quien ha perdido su propio trabajo y a quienes han puesto sus conocimientos, competencias y su tiempo al servicio de los demás. La crisis que estamos viviendo requiere respuestas adecuadas por parte de la política y de las instituciones nacionales y europeas. 


Frente a los soberanismos y regionalismos que, en los últimos años, han imaginado y difundido la idea de que se podía tirar adelante sin el euro, sin la Unión Europea y, en cualquier caso, sin Estados nacionales, la izquierda ha permanecido demasiado en silencio arriesgándose a ser condescendiente con la idea de que la clausura de «cada uno a lo suyo» podía ser una vía para un nuevo bienestar de las poblaciones. Y sin decir, como hubiera sido conveniente, qué reformas eran necesarias en los Estados y en la Unión Europea para sobrevivir en un nuevo sistema federal o confederal.  

Cuando la gestión de la crisis económica de 2008 la UE adoptó políticas insolidarias haciendo de los vínculos del Presupuesto de los respectivos Estados la única variable para decidir las políticas económicas que debían adoptarse. Sin respetar los vínculos del Presupuesto no se podían hacer inversiones públicas para el crecimiento, era lo contrario de una normal política económica expansiva.  Fuera de esta regla (que destruyó la economía y el welfare griego) sólo se podía conceder flexibilidad a tiempo parcial. De ello se beneficiaron, a menudo, más los países fuertes que los que estaban en dificultades.

Con la crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo a causa del Covid19, las dificultades de la EU para dotarse de nuevas políticas homogéneas y unitarias se han hecho todavía más macroscópicas. Dando la sensación (o la certeza) de que algunos países de la UE piensen, una vez superada la crisis, poder volver a aplicar las reglas y el modelo de desarrollo de siempre sin reforzar las políticas fiscales comunes y dotarse de un nuevo “Plan Marshall” que garantice desarrollo y ocupación en los países más golpeados.  La idea, afirmando nuevamente, que es posible «el europeismo en un solo país».

Frente este auténtico riesgo de disolución de la idea de Europa (independientemente de los tratados, que se van reescribiendo completamente para transferir importantes competencias de los Estados a la UE), la izquierda política está  silente y muy débil, y donde cada partido  o coalición prefiere dialogar con sus propios gobiernos nacionales y no buscar una propuesta común. Lo mismo se puede decir, desgraciadamente, del Sindicato europeo, que tiene la desventaja de no estar presente en ningún lugar institucional y que aparece, por tanto, callado o incluso inexistente.  En cambio, sería necesario y urgente  que los sindicatos nacionales definieran una plataforma común para medirse con las instituciones europeas y construir un necesario New Deal.

¿Cuáles podrían ser las líneas estratégicas de esta nueva política económica y social? En nuestra opinión debería ser la Agenda para el desarrollo sostenible 2030 de la ONU. Entendida en toda su globalidad, a partir de las políticas de sostenibiliad ambiental, pero sin limitarse a aquellas. Basta ojear la plataforma ONU (firmada por todos los Estados europeos) para darse cuenta que la ventaja de sus contenidos es muy amplia, pues van de las cuestiones ambientales a las sociales y económicas.  Poniendo en primer lugar la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales. Y en todo ello, tras la crisis sanitaria, es necesario introducir el tema del welfare.  El welfare universal ha sido, por lo menos desde la segunda mitad del siglo pasado, una característica peculiar del modelo social europeo e, incluso, un factor de ciudadanía y de identidad cultural. No hay duda que frente a las pandemias este modelo social deba ser mejorado y reforzado para una mayor eficacia y homogénea extensión territorial.

Cambiar las políticas y las estretegias de desarrollo es la condición necesaria para crear nuevos trabajos frente a los procesos de trasformación de las necesidades y de los mercados  que ya no soportan la simple repetición de los modelos de consumo que hsta ahora hemos conocido.

Este es un llamamiento para que las fuerzas sindicales nacionales y europeas inicien la tarea de preparar su futuro y el nuestro.



Este artículo ha sido previamente publicado en el Diario del Lavoro.



miércoles, 29 de abril de 2020

Waterloo y Vox de bracete




Los adictos de fila de las derechas –así la de Waterloo como la carpetovetónica-- siguen estando a la defensiva. Ni la una ni la otra tienen proyecto madre ni perrito que les ladre. Que el Gobierno dice pitos, los otros dicen flautas. Si Pedro Sánchez habla de responsabilidad, los de la tenaza contestan con el castizo ´porque tú lo digas´. La tenaza es el pintoresco compadreo entre el independentismo cátaro y el nacionalismo de BOE de los de Casado y el de correaje de los voxtrencos.

Pedro Sánchez habla de la «provincia» como unidad para la gradual salida de este descomunal quilombo. El papelorio mediático y el piqueteo electrónico de TV3% responde airadamente. Es la provincia –dicen— el ariete de la recentralización, la pérdida de nuestras libertades.  Naturalmente, los crédulos de cirio y palmatoria se lo creen. Son incapaces de pensar que quien mantuvo y sigue manteniendo la provincia en Cataluña fue, primero Jordi Pujol y, después Waterloo, que se empeñaron en no tener una ley electoral  propia que constituyera a Cataluña como circunscripción única. Les convenía más la provincia. Inciso: hasta el mismísimo Fraga Iribarne (no se olvide que don Manuel se llamaba también Iribarne) siempre fue partidario de que Galicia fuera ´provincia´ única.

Esto de la provincia, según los independentistas cátaros, tiene su miga. La Musa ha escrito en La Vanguardia que esa organización territorial acabó con los reinos históricos. Lo dice como añoranza del papel de aquellos reinos antiguos que, por lo que se ve, eran canela en rama. No se olvide que esta buscarruidos tiene vara alta en Waterloo.

La tenaza. Vox también intenta apretar la tenaza. Sus dirigentes están que trinan por las salvas de aplausos de las ocho en punto de la tarde en reconocimiento del personal sanitario. Molestos porque impiden que fragüe la cacerolada contra el gobierno. Lo mismo, o tres cuartos de lo mismo, que piensan y dicen por lo bajini los de Waterloo.

Improvisación y pandemia


Por Javier ARISTU
¿Improvisó Eisenhower, general en jefe del ejército aliado, en las primeras horas y días del desembarco de Normandía? ¿Improvisó Adolfo Suárez durante su periodo de gobierno? ¿Improvisamos cada uno de nosotros cada día? Lo digo porque el presidente de la Junta de Andalucía Juan Manuel Moreno hace unas declaraciones en las que acusa al Gobierno de Pedro Sánchez de “improvisar” en este proceso de la pandemia por la Covid-19 (ver La Vanguardia de ayer).

Sigo preguntando: ¿Qué gobierno no ha improvisado desde que se expandió el coronavirus? Es difícil creer que haya habido alguno que no haya tenido que resolver los problemas surgidos a propósito de esta pandemia sin una combinación de planificación o programación de medios y recursos a la vez que con dosis de improvisación según iban surgiendo problemas nuevos.
Conviene mirar y leer los medios que se publican fuera de nuestro país. Conviene no quedarse solo en las puertas de La Moncloa. Hay que analizar cómo se está actuando desde los gobiernos de Francia, de Italia –el país europeo más castigado seguramente–, de Alemania –ejemplo posiblemente de mayor cualificación y eficacia–, o de fuera de Europa, como Turquía –del que sabemos tan poco–, o de Estados Unidos –del que sabemos casi todo sobre la inmensa capacidad de incompetencia e irresponsabilidad de su Presidente. Si se hace un balance medianamente objetivo, el mismo no es muy favorable a España pero tampoco es de fracaso, ni mucho menos: España queda en un soportable lugar en cuanto a la capacidad de reacción y de intervención ante la pandemia. Me remito al (pinchar aquí) estudio que realizó hace unos días Ignacio Sánchez-Cuenca en la revista Ctxt.
Sin embargo, hay comentaristas, cronistas y gacetilleros cuya única obsesión es poner de vuelta y media al gobierno por su pretendida inacción o errores garrafales en la gestión de la crisis. A un gobierno que apenas acaba de cumplir los cien días y al que la crisis pandémica le cogió justo cuando ni llevaba quince, le han salido críticos en los medios conservadores como moscas en levante. No hay día donde un mínimo error o imprevisión se convierta en un descalabro bíblico; no hay declaración inoportuna de algún ministro sobre alguna medida que no convierta en crisis total del gobierno, según esos comentaristas. Una prensa conservadora, la de siempre, convertida en coro de la acción del PP y Vox. La conocida afición de este sector levantisco de la sociedad española a convertir el error del adversario en catástrofe total se repite de nuevo. Frente a otros países donde la oposición política, sea de derecha o de izquierda, y los medios hacen una crítica responsable dentro de un general estilo cooperativo, aquí oposición y los medios de comunicación que le siguen han tocado a rebato y proclaman ya, de nuevo, el mantra del «¡váyanse!». Lo repetirán y repetirán hasta que lo consigan o se queden ellos agotados. 
Por parte del gobierno legítimo no se trata de resistir, como en fortín asediado por el ejército enemigo. Se trata de desarrollar una política responsable ante la pandemia, sin caer en populismos ni demagogias. Se trata de ofrecer siempre la colaboración y la mano tendida precisamente al que te critica. Se trata de explicar con una pedagogía clara y transparente ante qué peligro estamos y cómo se debe actuar social e individualmente, aunque suponga tomar medidas que no gusten. Se trata de hacer política en serio y no caer en politiquerías. La gravedad de la crisis sanitaria y la que va a venir económica y social exigirá la mayor cantidad de fuerzas y, sobre todo, la mayor cantidad de racionalidad y seriedad. A pesar de aquellos que juegan al pim-pam-pum.

martes, 28 de abril de 2020

«España nos mata» y "Los rojos no usaban sombrero"




El independentismo cátaro ha pasado del «España nos roba» al «España nos mata». Un salto de tenebrosa cualidad que se lanza adrede porque sus emisores saben que hay gente que se lo cree o, más bien, traga lo que le echen al buche. Ese nuevo mensaje es la madre de los que hasta ahora se han lanzado, es decir, si Cataluña fuese independiente tendríamos menos contagios y menos muertes. Por lo general hay quien cree que los mensajeros se han vuelto locos, que han perdido el oremus. Vale decir lo siguiente: no es descartable que más de uno –incluso y especialmente de los que tienen mando en plaza— esté loco de atar. Pero esa no es la cuestión.

Como dicen los vigilantes de la ortodoxia de los escritos «no nos engañemos». Vale, me acojo preventivamente al no nos engañemos. Quienes lanzan esos mensajes tenebrosos están cuerdos, clínicamente cuerdos. Aunque políticamente deberían residir en el manicomio o como se le llame ahora. Son mensajes exquisitamente elaborados por sociolingüistas de alta factura y, tal vez, en negro, a través del fondo de reptiles ad hoc. Estos creadores tienen referentes y, en los faldones de esas referencias, han hecho sus noviciados a distancia.  El carácter de esos mensajes es, por ejemplo, la contundente acusación  que espera el feligrés de misa diaria. «España nos roba» fue en todo caso un plagio de lo que propaló la Lega del Norte en aquellos tiempos: «Roma ladrona». El «España nos mata» es rotundamente de cosecha propia. Made in Waterloo.

La gran mayoría de los referentes de estos publicistas a tiempo completo son los movimientos de las derechas más aguardentosas. Algunas de ellas oriundas de las dehesas mesetarias. Que no por ser de secano hemos de negarle tétrica brillantez y dominio de la insinuación mendaz. Hubo, tras la guerra, un anuncio publicitario que insinuaba una cesura en los estilos publicitarios. Fue aquel impactante anuncio de «Los rojos no usaban sombrero». Falso como lo demuestran mil testimonios de las altas personalidades republicanas que usaban dicha prende. Debo decir, según se contaba en mi casa santaferina, que mi tio Rafael Ruiz, del partido de don Diego Martínez Barrios, se compró dos sombreros para no dar que hablar. Mi padre adoptivo, el maestro confitero Ferino Isla, no pasó por el tubo y siguió provocativamente con su chapela, la única que había en el pueblo. Seguro que Franco La Muerte (como le llamaba Léo Ferré) cobraba una comisión por cada sombrero que se vendía. Francó La Muegté.

Pero en todo caso esta inspiración sombrereril es una referencia inocente, comparada con las enseñanzas que estos sociolingüistas han recibido de otros maestros que vinieron de Alemania. No están solos los independentistas cátaros, sino que convenientemente acompañados por los primeros hermanos de aquellos alemanes compiten entre sí a ver quién es más caballunamente mendaz.

lunes, 27 de abril de 2020

El idioma de los intereses y el dialecto de la solidaridad en Europa



En un curioso blog de reciente aparición, El desierto de los tártaros, uno de sus escribidores firma con el pintoresco pseudónimo de Bizco Pardal, tal vez en tardío homenaje a un torerillo de Écija nacido en el último tercio del siglo XIX, al que la mitología andaluza relació directamente con  don Francisco de Quevedo y Villegas. Fantasías del Sur.

Pues bien, este Bizco de nuestros días escribe: «¿No os parece, queridos tártaros, que el registro de la solidaridad es un dialecto que no entienden los bárbaros del Norte? A mi juicio los dirigentes del Sur deberían argumentar que se trata de que esa cantidad bi-billonaria sirva para una salida general de Europa. Tratar defectuosamente a los países del Sur –con cerca de ciento cincuenta millones de habitantes–  es mutilar a Europa, demediar su desarrollo económico». En pocas palabras el Bizco resume una situación que no es sólo de ahora. Es claro que se refiere a los recurrentes problemas que siempre ha tenido, latentes o aflorados, la Unión Europea y, más en concreto, los de ahora mismo en la reciente cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno del pasado jueves. Y más exactamente, obviando el casticismo del Bizco: ¿Quién pagará la factura? ¿los Estados nacionales en función de su situación económica o el conjunto de la Comunidad, aportando los recursos para que los primeros no queden aplastados por una deuda gigantesca?  Este es el problema. De momento, ya sabemos la granítica respuesta de los Estados del Norte: que cada palo aguante su vela. Los del Sur exigen, justamente, lo contrario: la mutualización del gasto de la reconstrucción. Comoquiera que la postura del Norte, vista desde aquí, se considera egoísta la palabra más recurrente es solidaridad. Es una palabra extraña en el léxico de las relaciones entre los Estados, tal vez por ello para el Bizco la solidaridad es un dialecto. Acierta el personaje: hay que pasar del dialecto al idioma de los intereses materiales, a la crematística.

Si se mantiene la opción de que cada palo aguante su vela –como ocurrió cuando la gran recesión de 2008, de la que el Norte sacó pingües beneficios, espectaculares en el caso de la expoliación de la Grecia de Tsipras--  los países del Sur irán aflojando progresivamente su relación con Europa hasta llegar a la desafección (como es el caso de Italia ahora) y, de ahí, al desenganche. Con lo que la Unión Europea sería más débil en su competencia con China y los Estados Unidos. Será una variante peligrosísima en la geo estrategia global.

No, no es buen negocio para los países del Norte el mantenimiento de la postura de sus gobernantes. Y menos que nadie a Alemania, que –con el sálvese quien pueda--  tendría un considerable bajón en sus exportaciones. Y si Alemania tiene esa caída las consecuencias al resto del Norte parecen evidentes. Este es el idioma que hay que usar con claridad; el dialecto de la solidaridad no dará resultados, ya lo decía Cosme de Médicis: «los Estados no se gobiernan rezando padrenuestros». Aunque conviene no olvidar que a un Médicis le destronó un frailuco irascible que no paraba de rezar paternóster.

Posdata.---  Convénzase a los gobernantes del Norte en el nombre de los negocios.

domingo, 26 de abril de 2020

La lejía de Tump y la lejía de Tony Leblanc


Los servicios de emergencia en Estados Unidos han atendido más de 100 casos de personas intoxicadas por lejía y productos higiénicos, después que el presidente Donald Trump afirmara públicamente que esos productos podrían limpiar el organismo del coronavirus. Ese elemento es más peligroso, temerario e irresponsable que lo que imaginábamos. Lo sucedido en Estados Unidos nos da pie a unas meditaciones de urgencia, a la espera de que gente reflexiva pueda añadir cosas de calado a lo que se dice en este pobre ejercicio de redacción. 

Primero.--  Todavía no se ha agotado la irresponsabilidad en la política. Si el tal Trump ha dicho eso aún es posible soltar mayores disparates.

Segundo.--  En la rueda de prensa la responsable del comité de asesores de Trump bajó avergonzada la cabeza. Ante la gravedad de lo que dijo ni siquiera hizo un gesto de desaprobación. Es la grotesca sumisión al poder, el miedo a dejar el confort del pesebre.  

Tercero.--  Que cien personas hayan sido ingresadas, hasta la hora de publicación de la noticia,      indica –dispensen la tautología--  que como mínimo hay cien personas dispuestas a creer lo que se les eche. Siempre que sea Trump. Si es la ciencia no es creíble. 

Trump es el ejemplo más estridente de la insolencia de ese tipo de político que sueltan la primera ocurrencia –en este caso ocurrencia criminal--  sintiéndose impunes. Sabiendo que desde el atril del poder se pueden decir, con una diferencia de cinco minutos, una cosa, su contraria y lo que nada tenga que ver con lo uno y lo otro. En España tenemos políticos –pongamos que hablo de las lechigadas de José María Aznar y de Waterloo--  que están haciendo el noviciado para ejercer a plena dedicación al Trumpismo.

Hay asesores y correveidiles. Hay científicos y alquimistas, que alquilan sus conocimientos al servicio del pesebre institucional. También hay, dada la especificidad catalana alianzas entre la alquimia y la política. Si Madrit dice una cosa Waterloo dice su contraria.  Que allí demuestran que el logaritmo de 2 (en base 10) es redondeando  0,301030, aquí se dirá que hasta ahí podríamos llegar. La alquimia le da un barniz al independentismo cátaro y este reconoce la acreditación afamada de la crisopeya. Es la asociación de bombos mutuos. También para estos alquimistas existe un fondo de reptiles.

Cien personas, de momento, han creído a Trump.  Muchas más –miles y miles y miles— siguen las recetas fármaco-políticas que vienen de Waterloo. Lo que indica que Cataluña está en la vanguardia de crédulos, beatos y gazmoños.


En definitiva, Trump y Waterloo ignoran el mandato que acuñó en su día el añorado Tony Leblanc: «Lejía Guerrero, lava la señora, lava el caballero».  La lejía sólo para lavar. Perdón, ¿han caído en la cuenta de la anticipación de Tony a la hora de la conciliación familiar? Sesenta años de que se hablara de ello.



sábado, 25 de abril de 2020

¿Cuándo se jodió Vargas Llosa, Zavalita?



Mario Vargas Llosa ha vuelto a encabezar un documento político. El anciano literato no es capaz de estarse sensatamente quieto un instante. Consciente de su indudable capacidad de arrastre en los círculos, ya no de la derecha civilizada sino de la cavernosa, ha impulsado una selecta recogida de firmas donde figura lo mejorcito de cada casa evangélica de España y Latinoamérica. El mentado papel tiene un objetivo fundamental: apoyar la campaña de las derechas españolas contra el gobierno de coalición progresista. Intenta darle lustre a esa ofensiva no tanto con el texto sino con las firmas de ex mandatarios sudamericanos que dejaron sus respectivos países hechos unos zorros.  La firma de Alberto Fujimori no hubiera desentonado.

Poca chicha tiene el papel. Todo un despilfarro de tanta celebridad literaria para elaborar un texto –olor de col hervida y sabor de olla podrida-- que cualquier agrupación de derechas de la península de Kamchatka hubiera superado en calidad. La pluma de Vargas Llosa que conoce los efectos del superador superado, es la impertinencia de la entropía que no respeta ni a dios ni a su madre. Por lo demás, el texto es la expresión más cabal de la batología que persigue al que fue un celebrado renovador de la novelística sudamericana. Ya se sabe: la batología es aproximadamente repetir cansinamente lo mismo durante años y paños. Más o menos. Es la morbosa repetición de siempre lo mismo como un vulgar quimtorra, eternamente repetitivo.

Pero eso sería lo menos relevante del texto. Lo más significativo es su adhesión a la mentira organizada ya sea en forma de atribuir intenciones al adversario, ya sea en forma de bulos a granel. Véase hasta qué punto el manifiesto está escorado a endilgar intenciones más falsas que los viejos duros sevillanos. El manifiesto afirma pomposamente: «En España y la Argentina dirigentes con un marcado sesgo ideológico pretenden utilizar las duras circunstancias para acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto la ciudadanía rechazaría resueltamente».

No se dice quiénes, aunque todo apunta a Pablo Iglesias. Y no se menciona a Pedro Sánchez porque el interés es que rompa con el dirigente de Unidas Podemos. El redomado pícaro escribidor intenta meter jindama en el cuerpo: esos dirigentes quieren acaparar prerrogativas políticas y económicas.  O sea, pretenden aprovecharse de la situación para implantar el comunismo. Vargas haciendo de asustaviejas.

Queda en pié la pregunta nunca contestada: ¿Cuándo se jodió Vargas, Zabalita?

El texto del Manifiesto:
http://www.pp.es/actualidad-noticia/fundacion-internacional-libertad-encabezado-por-mario-vargas-llosa-ha-redactado

viernes, 24 de abril de 2020

Oído, Comunes: disiento.


Dentro de poco el Parlament de Catalunya abordará en sesión telemática el Presupuesto de la Generalitat.  Según todas las informaciones votarán a favor de las cuentas financieras los post post post convergentes de ese badulaque de Quim Torra y Esquerra Republicana de Catalunya.  Los comunes de Ada Colau se abstendrán. Cosa que francamente sigo sin entender.

Veamos, lo que se apruebe en el Parlament será papel mojado. Por la simple razón de que nacerá con fecha próxima de caducidad pues todavía es pronto para saber con cierta aproximación los efectos de esta marabunta sanitaria, económica y social. Las cuentas que se van a presentar son un material envejecido. Así las cosas, no tiene sentido que los comunes favorezcan la aprobación de esa estantigua. Máxime cuando la irascible derecha independentista está boicoteando todo planteamiento que sale del gobierno de coalición progresista. Quede claro que la razón principal es –se repite para quienes tienen el feo y pijo vicio de leer en diagonal— la inutilidad de las números que se presentan.

Pero no es baladí añadir otros argumentos ´de acompañamiento´. Hemos hablado en otra ocasión de la tenaza que están haciendo las derechas de cazalla y  derecha de ratafía. El ardor subersivamente guerrero de ambas derechas --´Marbella´ y ´Waterloo´-- ha sobrepasado todos los límites: tanto los de la política como los de la decencia. Entonces, ¿no parece beata la postura de los comunes en esta ocasión concreta? ¿Tiene sentido en política no exigir una mínima reciprocidad a quien le favoreces? ¿Qué queda de famoso do ut des?  Ah, qué tiempos aquellos –peores sin duda alguna--  cuando sabíamos que en política era una candidez cantar que «el patio de mi casa es particular / cuando llueve se moja como los demás».

Me viene a la cabeza aquel momento en que estaban quemando a Jan Huss por hereje. Comoquiera que la lumbre no ardía bien una viejecita, movida por su celo religioso, arrojó más leña a las llamas. Huss –dice la leyenda--  exclamó: «O sancta simplicitas!», que el cura de Izavieja traduciría así: «¡Qué inocentona es esta vieja!»  

Francamente, no creo que estar en la calle de en medio sea un buen lugar para los comunes.



jueves, 23 de abril de 2020

¿El Tribunal Supremo se entromete a cosica hecha?



No daba crédito a mis cansados ojos cuando leí que «El Tribunal Supremo obliga a Sanidad a informarle cada 15 días de sus medidas para facilitar protección a los sanitarios». No era un efecto paraléxico, es decir,  un trastorno de la capacidad de lectura en el que las palabras y las sílabas se transponen sin sentido. Había leído bien. Es más había oído lo mismo en las diversas emisoras de radio. El Supremo respondía así a una denuncia de la Confederación de Sindicatos Médicos. Por cierto, no he oído todavía el parecer de aquellos que don Benito Pérez Galdós llamaba «señores preopinantes» y hoy con menos fortuna denominamos tertulianos. A buen seguro que los de la hermandad del eructo lo habrán celebrado. Un pescozón a Sánchez, dirán.

Sin embargo, yo entiendo que eso no compete al Tribunal Supremo. Ni por pienso. Tan solo las cabezas destornilladas de algún que otro alto togado pueden admitir que el TS tenga entre sus atribuciones la de controlar al Gobierno. O Lesmes está en el ajo o le han colado un gol. En ambos casos merece reproche. Por la sencilla razón de que ha invadido las competencias del Parlamento. Y porque contribuye a enredar la madeja política: los partidos judicializan la mandanga y el Alto Tribunal politiza el chiringuito. Aquellos, a cosica hecha; Lesmes, habría que verlo.

Peor todavía, esta invasión de competencias –ya grave de por sí--  viene a provocar más confusión a la que organizan meticulosamente las derechas, tanto las carpetovetónicas como las de aquella esquinita del nordeste de la piel de toro.

Montesquieu se hace cruces.



miércoles, 22 de abril de 2020

El tenebrismo y la tenaza de “Marbella” y “Waterloo”

La patriotería ha substituido la palabra por el eructo. La oposición hace tiempo que no razona, se limita a soltar regüeldos a destajo. Los independentistas cátaros no quieren ser menos. Ahora es el tenebrismo de los muertos lo que hace eructar a la oposición, formalmente constituida como tenaza contra el gobierno de coalición progresista. Los hunos mezclan obscenamente los muertos del coronavirus con los del atentado del tristemente célebre 11 de marzo en Madrid. Los hotros resuelven que si Cataluña fuera independiente no se habrían producido tantos muertos. Cada uno arrima la tenaza a su macabra sardina.  

El hombre de Marbella no ha superado el descomunal ridículo que hizo ante la opinión pública internacional y la doméstica tras afirmar e intentar imponer que los atentados de Atocha eran obra de ETA. Allí empezó la palabra de la derecha a perder dentina. El hombre de Waterloo –«sólo, fané y descangayado»--   intenta aprovechar la situación para forzar una quimérica salida hacia su ínsula Barataria republicana; cuando se fugó perdió el marfil, cemento y esmalte de su dentadura.   

Agotamiento del proyecto de las dos derechas. De un lado, el de Marbella no dispone de una propuesta para el país; de otro lado, el nacionalismo catalán tampoco cuenta, como lo intento antaño, un proyecto para España. Las fuentes de esas dos derechas se han secado por aquel camino verde  que iba a la ermita. Lo verdaderamente preocupante es que no parece que ese tipo de eructar sea exclusivo de la oposición española. No están solos en Europa esos estilos tenebristas.

En un interesante diálogo entre Massimo D´Alema y Maurizio Landini se valora el papel de las derechas en la tarea de reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial (1). Eran unos momentos en que derechas e izquierdas estimaban que ese compromiso social «permitía que se considerara posible, normal –incluso justo— que la política impusiera vínculos al mercado. Sobre este principio se fundaba el Estado de bienestar».

No se dan hoy esas condiciones, desgraciadamente. El papel de las derechas se reduce a poner de oro y azul a los gobiernos de izquierdas, de ahí no pasa. Con un visible estilo subversivo. Ahora presumen, los hunos, que han pinchado el globo del gobierno. Los hotros siguen amarrados al duro banco de la galera independentista. No parece que estos elementos hagan asco al estilo de Trump y a las maneras de Bolsonaro. Es más, tendremos que convenir que no son sólo casos locales,  sino formas que están definiendo una época.  De ellos, Rigoletto diría «Cortegiani, vil razza dannata». Todos ellos linajudos exponentes de la revuelta antiliberal y antiglobal que viene en gran medida de la derecha, precisamente de los mismos que exaltaron en su día la vitoria del capitalismo global.

         1)  https://italianieuropei.it/it/italianieuropei-1-2020/item/4282-%E2%80%9Cl%E2%80%99orizzonte-del-lavoro%E2%80%9D-dialogo-tra-maurizio-landini-e-massimo-d%E2%80%99alema.html?fbclid=IwAR2kuOEgtxxJsMEyvLPgNk5A9gHziaDEJSEgpb6DhP-DbM50BiWGaxmihLg

Nuestros profesionales de la salud




Es sorprendente que los políticos, periodistas y otros géneros de la fauna pública hayan descubierto ahora  la profesionalidad y eficiencia de nuestros profesionales de la Sanidad. Por lo que se ve desconocían ese patrimonio científico y técnico. Sí, estaban ahí, nos atendían porque era su obligación y ya está. Ahora –más vale tarde, incluso muy tarde que nunca--  se ha descubierto un universo que estaba sumergido. Pero no se ha recalcado que siendo eso una gran verdad todavía no es toda la verdad. Lo que nos falta decir es el enorme componente  humanista de nuestros profesionales. Que, según parece, tarda en afirmarse. Paciencia, no pocos comentaristas están por la leña a un mono hasta que hable sánscrito. De esa condición humanista puedo hablar con conocimiento de causa: he pasado por los quirófanos de los hospitales de Calella y Mataró.

Cuando yo era niño chico mis mayores decían que los mejores médicos de España estaban en Granada y que los mejores practicantes –antes se llamaba así a los actuales diplomados en enfermería--  estaban en Santa Fe. Era una brizna de localismo inocente que no amenazaba la unidad de España y sus regiones. Tampoco era excluyente ya que se reconocía que fuera de la Vega del Genil había médicos y practicantes casi, casi tan buenos como en Granada. Aquellos practicantes santaferinos eran gente formidable: mi tío Alejandro Bulla, hermano de mi madre; Paco Pepinico, mi tiastro; y Manolo Isla, sobrino del muy afamado maestro confitero  Ferino Isla, que hacía las veces de padre adoptivo. Para mí los practicantes eran las personas más importantes del mundo. Así que yo estaba rodeado de practicantes por todas partes menos por una que me unía a un confitero.

De aquellas antiguas generaciones vinieron los profesionales de hoy. Con la novedad de que aquellos saberes de oficio se han convertido hoy en conocimientos científicos.

Decididamente, los aplausos a las 8   –a las 8 en punto de la tarde--   no son rituales. 

martes, 21 de abril de 2020

Esquerra Republicana de Catalunya está escondida




La clase política independentista no está a la altura de la situación. De hecho, nunca lo estuvo, pero en estas condiciones críticas esa torpe inmadurez es escandalosa. De un lado, los de Waterloo acumulando temeridades; de otra parte, los de Junqueras en silencio prolongado desde que estalló la pandemia. Unos y otros, en todo caso, sólo parecen preocuparse de la atosigante cuestión de cómo aprovechar esta crisis (sanitaria, económica y social) para conseguir la (quimérica) república catalana. Ayer habló, desde las páginas de El País, el número dos del govern de la Generalitat, Pere Aragonès, mano derecha de Oriol Junqueras (1).

El artículo en cuestión es una muestra de: (a) la ausencia de proyecto por parte de ERC de cómo abordar esta dramática situación; (b) el uso de la retórica de baratillo para esquivar la falta de iniciativa política; y (c) lo que importa en este artículo es la insistencia en la independencia, ahora como bálsamo de Fierabrás, que podría curarlo todo. En resumidas cuentas, ni una propuesta concreta que no sea la metafísica al uso; por lo que estamos ante un artículo atemporal, pues su gramática podría ser utilizada en cualquier otro momento de normalidad con la misma inutilidad que en esta ocasión.

El pícaro Aragonès parte de un argumento conocido: la ´traición´ que supusieron los pactos de la Moncloa. Como si eso –completamente falso, además— tuviera alguna relevancia para abordar el gran problema de nuestros días. Con lo que –a partir de ese guiño--  busca la simpatía de quienes lamentan que la transición no se hizo ahorcando a los guardias civiles con las tripas de los curas. Y, a la par, el guiño se amplía con este mensaje subliminal: ahora se pretenden reeditar aquellos pactos. Que es la excusa que utiliza para decir: «No vamos a ser cómplices –tampoco lo fuimos entonces--  de soluciones que beneficiaron a la minoría de siempre. Como en los parches de 2008». Picardía caballuna cuando equipara a cosica hecha aquellos pactos de la Moncloa y los «parches del 2008». Pactos de la Moncloa como un tropel de palabras enfermas (parole malate) que diría Alberto Moravia.

Es posible que ERC esté atribulada. Se ve, por lo que parece, muy inquieta porque toda la parafernalia de Waterloo le atosiga. Atribulada e incapaz de mantener el rumbo de aquella sobrevenida maduración que se le atribuía, que no era otra cosa que ser menos tóxica que el independentismo cátaro. Y atribulada porque no puede reconocer su error cuando, en el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, propuso que Torra presidiera y fuera el portavoz de la parte catalana en la mesa de diálogo o del reencuentro. ERC sin quererlo resucitó a Torra. Atribulados y, encima, torpes. Ni una mención al dolor humano.

Con todo lo más preocupante es que Aragonès  –acompañando a Waterloo-- vuelve al mito. A la panacea tantas veces reclamada y ahora grotescamente formulada por esa Meritxell Budó, portavoz del govern catalán: «Con la independencia no tendríamos tantos muertos y afectados».  La pregunta: ¿Aragonés se lo cree o hace como que se lo cree?


lunes, 20 de abril de 2020

Quim Torra tampoco llega a fin de mes




El diligente Quim Torra –seguidor de las enseñanzas de san Agustín--  tiene un sentido agudo de la oportunidad. Aprovechando el momento que le daba la publicación de una serie de medidas económicas para hacer frente a la pandemia del coronavirus el presidente putativo de la Generalitat de Catalunya ha colado un incremento sobre asignaciones temporales y pensiones de los ex presidentes de la Generalitat. Torra dirá que es un aumento muy modesto, el 0,9 por ciento, para unas personas muy necesitadas. Posiblemente como aquella Esperanza Aguirre que manifestó en su día que «no tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!».

Ilustre raza fenicia la de los gobernantes de la Generalitat: 240 altos cargos cobran más que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuyos emolumentos son 80.953 euros. Ese Quim Torra es el presidente autonómico mejor pagado: 152.861,54 euros. Calderilla. Política de austeridad. Sueldo para llevar una vida franciscana. Quim Torra, seguidor de aquel obispo de Hipona, Padre de la Iglesia, que dejó sentenciado que «la caridad bien entendida empieza por uno mismo».  

domingo, 19 de abril de 2020

La tenaza de PP y Waterloo




Las derechas carpetovetónica e independentista están actuando  conjuntamente contra el gobierno de coalición progresista. No es una pinza sino algo que intenta ser más contundente: la tenaza. Son el centralismo de piedra picada y el disolvente volátil con intereses contradictorios en lo secundario y comunes conveniencias en lo fundamental: lo económico. Los ejemplos fueron claros en su día: Artur Mas, el Enviado de Jordi Pujol en la Tierra, puso en marcha una amplia política de privatizaciones, que fue seguida a pies juntillas por los gobiernos autonómicos de Esperanza Aguirre y Francisco Camps. Desacuerdo en el modelo Epaña y mutua conveniencia en el terreno de lo económico. Y ahora –precisamente ahora--  queda manifiesta esa conveniencia: los de Casado y los de Torra (manejados a distancia por dos fugados, el hombre de Marbella y el de Waterloo) llaman a sus lechigadas a zafarrancho de combate contra el pacto de reconstrucción. 

Precisamente en unos momentos de extrema gravedad con, al menos, dos crisis superpuestas: la sanitaria y la económica. Una crisis de la que nadie –ni los más viejos del lugar--  tienen referencia alguna. Nada que ver con la del 29 ni mucho menos con la de 2008. En estos momentos la tenaza pone en marcha una operación de acoso y derribo del gobierno. Con los mismos instrumentos, entre ellos, la industria del bulo y la subversión. Con la tenaza.

sábado, 18 de abril de 2020

«Respeten la intimidad de Rajoy»




La ciudadanía se está portando con disciplina en todo este periodo de confinamiento. Con responsabilidad y solidaridad. La más visible es la ovación colectiva que, a las ocho en punto de la tarde, sale de los balcones y ventanas. No es un acto folclórico, es el sentimiento de agradecimiento y apoyo a los profesionales de la sanidad y a todos aquellos que directamente se están enfrentando a la epidemia. Es --¿quién sabe?--  una necesidad de sentirse vivo ´todavía´. Es la responsabilidad y disciplina de millones de personas confinadas en sus casas y pisos. Las excepciones confirman, también en este caso, la regla. No importa que unos miles de echaos p´ alante hayan roto adrede la norma. Unos lo han hecho para joder la marrana, otros por figurar y los ha habido por inconsciencia. Unos pocos miles solamente. Y no le demos más vueltas a ello.

Entre estos echaos p´ alante están dos figurones de alto copete: el hombre de Marbella y el hombre de Pontevedra. El primero huyó despavorido de Madrid, junto a su esposa, con destino a las playas mediterráneas. Echaba de menos, a buen seguro, la mar salada  que tanto le cautivó en las Azores. Nadie, dentro de la prensa de casino, le ha afeado el gesto de la peregrinación a Marbella. Ese tipo de prensa está para los grandes movimientos y no para en tales minucias. El segundo ha sido pillado in fraganti repetidas veces –chándal de mercadillo, zapatillas color azul gaviota pepera— saltándose el confinamiento sin que, en los alrededores de su casa, haya kiosko, estanco, pizzería o taberna. Se salta el confinamiento porque le sale de los güitos.  Tampoco en este caso la prensa de casino ha informado de ese particular. Son fruslerías que solo interesan a los chafarderos. No obstante, hay periodistas campeadores que, cuando preguntan a la Diosa del Partido Popular ´lo´ de ese auto-des confinamiento del hombre de Pontevedra, Ella responde: «Respeten la intimidad de Rajoy». Habría dicho lo mismo si alguien le hubiera requerido por la trama Gurtel: «Respeten la destreza de manos que tiene el Partido Popular».

Vale la pena decir que el hombre de Marbella es reincidente en su quebrantamiento de las normas, de lo que se vanaglorió en su día: «¿Quién me va a decir a mí a qué velocidad debo conducir y cuántos vasos de vino debo meterme en el cuerpo, conduciendo o no?».  Todo un mesetario disfrazado de libertariano yanqui. El hombre de Pontevedra es la primera vez que se pone la ropa de insumiso. Porque lo suyo siempre ha sido una obediencia de Boletín Oficial del Estado.

Debe haber una explicación que nos acerque a entender la insolencia de estos dos hidalgos: el primero de bragueta, el segundo de gotera. Tal vez un contagio ´monarquizante´ de sentirse o creerse inmunes si no respetan la ley. O quizá algo menos sofisticado: ser unos echaos p´alante. En cualquier caso el llamado principio de parsimonia o, de manera más vulgar, la navaja de Occam, nos diría que siempre es preferible la hipótesis más simple. A saber, solo respetan las normas que ellos dictan, aunque ese respeto es en apariencia; las reglas que marcan otros se las pasan por la cruz de los pantalones. Esto es una democracia, pero yo la respeto conforme a mis intereses. 

Pregunto: ¿se sabe si al hombre de Pontevedra le ha caído alguna multa?

viernes, 17 de abril de 2020

¿Dónde está el sindicato?


El sindicato está donde corresponde: en el tajo, participando en la gran tarea colectiva de asistencia y solidaridad con las víctimas del coronavirus.

Le preguntamos a Javier Pacheco, secretario general de CC.OO. de Cataluña, que nos ponga al corriente de esa tarea tan importante. Estas son sus palabras:


«Entre el 15 de marzo y el 14 de abril, CCOO de Catalunya ha intervenido directamente en el asesoramiento y negociación de 2.217 Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTEs) que afectan a 337.968 personas. Se ha atendido durante todos los días de la semana, incluidos festivos y a través de una red de 112 asesores sindicales, las llamadas telefónicas de 12.122 personas y 120 sindicalistas han asesorado “on line” y gratuitamente a 7756 consultas, muchas de ellas colectivas. En paralelo los y las delegadas de prevención de riesgos trabajan en el propio centro de trabajo y muchas veces confrontando con el empresario para garantizar que las personas que en estos momentos prestan servicios de manera presencial en los centros de trabajo lo hagan con garantías para su salud».

Al pie de obra.

jueves, 16 de abril de 2020

La nueva morfología del Pacto de Reconstrucción




Las previsiones del FMI son demoledoras (1). La cosa puede estar peor que en la crisis del 29. Cierto, no es obligatorio creerlas pues al fin y al cabo tan venerable institución se ha equivocado en otras ocasiones. Pero un economista riguroso como Manel Pérez nos dice en La Vanguardia que «las cosas pueden ser más graves». De manera que la propuesta de un gran acuerdo –llámesele como cada pila bautismal crea conveniente--  para abordar las consecuencias de esta crisis es algo fundamentalmente necesario. Así, entre otros, lo han dejado claro los sindicatos españoles.

Ahora bien, es el caso que nadie está en condiciones de prever cuándo y cómo acabará este infierno. Ni en qué condiciones. Tan sólo es posible hacer previsiones econométricas sin saber con qué aproximación. Es más, los escenarios de la evolución de la pandemia pueden variar, según afirma la gente que entiende de esto. Entre ellos,  el profesor Fernando Simón objeto de las iras de esa lechigada de camorristas –napolitanos, genoveses y sus alrededores-- del Partido popular con la compañía de esos sedicentes maestros de virtud que son los tertulianos, los  escribidores subvencionados y otros traficantes verbales.

Estamos ante la indeterminación de lo que puede ocurrir. Por lo que el pacto debe tener una morfología en función de esa hipotética variabilidad de escenarios. Es decir, no puede ser un acuerdo estático, una foto fija. Es más, tendría que ser un itinerario de pactos (o, si se prefiere, un pacto sujeto a correcciones in itinere) en función de los escenarios que van surgiendo. En resumidas cuentas, un entramado de pactos, no necesariamente todos ellos con los mismos actores.  

Oído, cocina: mientras tanto, el gobierno debe gobernar, aplicando el programa de la coalición. ¿Obvio? Por si las moscas.  

La segunda observación es la que sigue: no tengo la menor duda de que el actor principal de este pacto ha de ser el gobierno. A él, por tanto, le es exigible que toda la coreografía inicial –esto es, su puesta en marcha--  sea de consenso. Muchas serán, lo estamos viendo, las excusas para zafarse o retrasar los acuerdos, de manera que el gobierno debe ser el primer interesado en eso que se llama guardar las formas. Que algunas veces es importante y en otras ocasiones son chucherías del espíritu. En todo caso, sabemos que, en no pocas ocasiones, la apelación a las formas es puro filibusterismo.

Tranquillo final.  El empresariado orgánico se ha limitado a ser un sujeto absentista en las grandes ocasiones de la reciente historia de este país. Tardaron en hablar contra la deriva independentista catalana y, cuando lo hicieron, les salió con voz impostada de vicetiple de revista de Colsada.  Ahora no deberían tener un comportamiento remolón a la hora  de educar a esos cachorrillos bronquistas de la calle Génova, la de Madrid. La CEOE no repetirá el error de 1977 a cuyo frente estaba un eternamente escéptico Carlos Ferrer Salat.