Debate sindical*
Tal vez la
propuesta más rompedora en el actual debate sindical sea la que ha formulado Isidor Boix: abrir la senda de un «Congreso
sindical constituyente» en España. Para mayor abundamiento: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2015/01/texto-integro-hacia-un-congreso.html
Voces amigas me
preguntan si se trata de un remedo o imitación de la antigua propuesta que
formulara CC.OO. durante un
largo proceso que culmina en la legalización del sindicalismo español en 1977.
Naturalmente es el propio Isidor quien está más autorizado para dar cumplida
respuesta, ya que –en esta ocasión— es, por así decirlo, el padre de la
criatura. Pero, estando a la espera de dicha respuesta, no quiero dejar escapar
la ocasión de echar un cuarto a espadas sobre el particular.
Trataré de
explicar qué diferencia hay entre esta propuesta y la de mediados de los años
setenta; por qué vale la pena implicarse en ella; qué aportaría al movimiento
de los trabajadores y a la sociedad española; y, finalmente, dónde y por qué
pueden estar ciertas auspicias y, peor aún, determinadas enemistades.
Primer
tranco.-- Vale la
pena porque ya tenemos una experiencia acumulada en el terreno unitario
sindical y también por lo chocante que resulta estar en el mismo hogar de la
CES y
del Sindicato mundial y aquí vivir en habitaciones separadas. Digo que
ahora tenemos una considerable experiencia acumulada en el terreno unitario,
pero en aquellos viejos tiempos sólo contábamos con intuiciones y con el deseo
de no reproducir las históricas reyertas sindicales. La idea fracasó. Es más,
los primeros andares del sindicalismo en democracia fueron una disputa –a veces
descarnadamente feroz— que auguraba lo peor. Sin embargo, las corrientes
unitarias en el seno de CC.OO. y UGT ganaron la batalla y, aunque fatigosamente, se abrió
paso a una consistente y prolongada unidad de acción.
Esa unidad de
acción, incluso con sus meandros, se fue consolidando hasta la presente.
Podemos decir, que salvo poquísimas excepciones nadie la impugna seriamente.
Pues bien, esta experiencia acumulada ya no está concebida para evitar las
viejas querellas históricas sino para afrontar los enormes desafíos de hogaño y
de los tiempos venideros. Si, por lo demás, el sindicalismo debe ser un sujeto
global –y no de campanario-- el sindicalismo no debería estar dividido
localmente si está unido a nivel global. Es decir, el sintagma «global» y
«local» exigiría, en plena concordancia, una organización unitaria.
Segundo tranco.— Por las
anteriores razones, decimos que vale la pena constituir, a través de un proceso
abierto y participativo la central sindical unitaria española. Que, a mi
juicio, debería ser la consecuencia de un patrocinio colectivo del conjunto del
sindicalismo confederal, también por supuesto de los llamados sindicatos
minoritarios.
¿Qué aportaría
al movimiento de los trabajadores? La eficacia de un sujeto unitario, puesto al
día, que ellos mismos también han creado participativamente desde los centros
de trabajo.
¿Qué aportaría a
la sociedad española? Si es un clamor amplísimo la exigencia de una
regeneración democrática, no me cabe la menor duda que el proceso hacia el
congreso –tal vez mediante experiencias piloto y aplicando el método de ensayo y error--
constituiría un importante acervo de propuestas de renovación del
proyecto-trayecto del nuevo sindicalismo. Porque un proceso de regeneración
política general no sería tal si las organizaciones sindicales siguen siendo
como ahora. En ambos casos, no se trataría de un baldeo de la cubierta sino,
expresamente, de un zafarrancho general de toda la nave.
Tercer tranco.— Este proyecto
concita suspicacias y, tal vez, enemistades. En primer lugar, las que se
derivan de los que se han familiarizado con la comodidad de lo conocido. De
quienes se turban por las “interferencias” de las nuevas exigencias. Pero
también de cosas tas reales como la vida misma. Me explico con dos anécdotas
personales.
La primera: los
jóvenes mataroneses de finales de mediados de los sesenta nos veíamos, en la
Plaça de
Santa Anna, con los octogenarios de la gloriosa CNT, todos ellos amigos y compañeros de Joan Peiró i Belis, mejor dicho, sus alumnos.
El viejo Jandru Vergés, trabajador de Can Gassol, nos
decía que una de las resistencias que tuvo la propuesta de Peiró –transformar
los sindicatos de oficio en federaciones de industria— fue de carácter
personal. Porque implicaba la desaparición de los grupos dirigentes de los
sindicatos de camiseros, pantaloneros, del tinte … en aras a una estructura
única federativa: centenares de dirigentes con mando en plaza se quedaban sin
el bastón de mando. Jandro añadía: «Així és la vida, nois».
La segunda: a
mediados de los ochenta cierto compañero del PSUC me dijo atribulado: «Me tienes que hacer un favor.
Habla con Rafael Ribó para que, en el congreso del partido, no me saquen
del comité central». Le pregunté qué más daba estar o no en tan distinguido
organismo. Su respuesta fue directa y al grano: «Pues verás, salgo de casa
siendo miembro del central y vuelvo sin serlo. ¿Qué diría mi mujer en ese
caso?». Pongo por testigo a la que vive en la
Carrera que
no moví ni un dedo.
El lector verá
qué relación tienen ambos sucedidos con la propuesta del congreso sindical
constituyente. Desde luego, a Jandru no le hubiera extrañado la desazón de
mi amigo de los años ochenta.
Cuarto tranco.-- No
está descartado que –por unas u otras razones, por ejemplo, de intendencia-- se abra la
posibilidad de fusionar Comisiones Obreras y Ugt. (Es claro que fusionar no es
crear un proceso gradual que conduzca a un congreso constituyente). Lo
más seguro es que esa fusión se haría de prisa y corriendo, de manera
administrativa. Los motivos que llevarían a tal operación, ya lo hemos dicho,
serían meramente crematísticas. Ese proceso administrativista sería
esencialmente un acuerdo de élites. Con lo que la participación, activa e
inteligente, estaría de más.
Quinto tranco.— Otras voces
amigas, suficientemente experimentadas, me indican que «cualquier avance hacia
la unidad se haga en caliente [ ….] como un banderín de enganche
“suficiente”.» Claro que sí. De ahí la insistencia que hemos puesto Isidor Boix y un servidor
en que el proceso hacia el congreso sindical constituyente signifique una
importante movilización de ideas y propuestas concretas en los centros de
trabajo. Porque dicho congreso es, de por sí, un potente banderín de enganche
para millones de asalariados.
Noticia de última hora.— Nuestro amigo Bruno Ugolini nos hace llegar esta buena nova: el 9 de febrero
próximo se celebrará en Roma un acto en torno a «la unidad sindical posible».
Participarán reputados sindicalistas como Maurizio
Landini, Giorgio Benvenuto, Raffaele Morese, Marco Bentivoglio y otros. Una iniciativa de Koiné, una asociación fundada
por antiguos dirigentes de la
CSIL con
posiciones unitarias. Su
web es http://www.e-koine.com/
* Referencias
anteriores de este debate
Isidor Boix /
JLLB: Hacia
un Congreso Sindical Constituyente CONGRESO SINDICAL CONSTITUYENTE
Paco Rodríguez: SINDICATO, SOLIDARIDAD, VISIBILIDAD
Francisco J.
Trillo: Representando a los trabajadores: ¿qué trabajo, qué
trabajadores?
Jaime Cerezo. ¿DÓNDE ESTÁ EL SINDICATO? RÉPLICA PARCIAL Y DESORDENADA
Antonio Baylos: NO VEMOS NI OIMOS A LOS SINDICATOS
Quim González: No hay sindicato sin emoción de la militancia
Isidor Boix: (2) DEBATE SINDICAL PARA SABER DÓNDE
ESTAMOS, DE DÓNDE PARTIMOS
Javier Aristu:
El sindicato y el nuevo proyecto social
Paco Rodríguez: A VUELTAS CON LOS SINDICATOS
Ramón Alós: A PROPÓSITO DEL DESCONCIERTO DE LOS SINDICATOS
Soledad
Gallego-Diaz: Ni se les ve ni se les oye
Paco
Rodríguez: HABLEMOS DE LA AFILIACIÓN SINDICAL
JLLB: SINDICATOS Y EL MONOPOLIO DE LA NEGOCIACIÓN
Magdalena
Nogueira y otros: Sindicatos: De la concertación (social) al desconcierto
(general)
Quim González: ¿TIENE CABIDA EL SINDICALISMO EN LA EMPRESA ABIERTA?
JLLB: LA PARÁBOLA DEL SINDICATO
José M. Izquierdo: El Sindicalismo Confederal, Evolucionar para renovar (I)