Ya
conocen ustedes los resultados (1). No sabemos si el educado Aragonès García, el segundo,
y la cortés Borrás,
la tercera, han felicitado a Salvador Illa,
ganador de estos comicios autonómicos. Sería chocante que en un país de tan
acendrada finura se repitiera el gesto grosero de Trump que nunca felicitó al
vencedor de las elecciones norteamericanas. Es posible que Aragonès y Borrás no
hayan tenido todavía la ocasión de presentarle sus respetos a don Salvador.
Tiempo
habrá de ir rebañando datos para sacar conclusiones que puedan explicar in extenso
esta victoria socialista. En esta noche electoral sólo estamos en condiciones
de hacer trazos con brocha gorda; los pinceles los dejamos para otra ocasión.
Fue
verdad que el «efecto Illa» no era un cuento chino. Hasta tal punto que provocó
el canguelo en la gran mayoría de sus adversarios. Era realmente una pavura que
llegó a límites tan insólitos como la firma de un tan insólito como grotesco
documento en el que todas las fuerzas independentistas se comprometían a no
pactar con los socialistas «fuera cual fuera la relación de fuerzas que saliera
de las urnas». La europeísta Cataluña ha creado un cordón sanitario contra un
partido socialdemócrata.
Noche
de sorpasos sucesivos. El primero ha
sido el de los socialistas que dejan atrás a Esquerra Republicana de Catalunya y a los post
post post convergentes de Waterloo;
el segundo ha sido el de Aragonès García sobre Carles Puigdemont; y el tercero ha sido el de la
ultraderecha, no sólo sobre sus rivales más directos –Ciudadanos, que sufre una descomunal hecatombe y
el Partido Popular
que pierde hasta sus gallumbos— sino también a la CUP y a los Comunes.
Una humillación sin precedentes en el Parlament de Catalunya.
Noche,
en todo caso, que invita a enhebrar una discusión sobre un fenómeno que merece
detenimiento: los caudillismos han salido trasquilados. Waterloo, que siempre ejerció
de gran timonel, ha sido el caso más llamativo. Pero no el único.
Posiblemente
no serán rutinarias las reuniones en las salas de máquinas de los partidos que
no han ganado. De un lado, necesitarán una gran capacidad de fantasía para disfrazar
la gallina como pavo real; y, de otro lado, en algunos sitios habrá subasta de
muebles y baterías de cocina. No se espera que se abran las albaceteñas: el
palo ha sido tan caballuno que, con navajas o sin ellas, la cosa no tiene
solución. Veremos más de un camión de la mudanza.
Seguimos
sin saber si Aragonès García y Madame Loewe han felicitado a don Salvador.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», dijo
don Venancio Sacristán. (Corro a llamar por teléfono a Roser)
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