Esquerra Republicana de Catalunya puede
estar simultáneamente en misa y repicando, puede ser oficiante y sacristán.
Genio y figura hasta la sepultura. De un lado, firma con el PSOE lo que
encarta; de otro lado, al mismo tiempo declara las condiciones para que,
mediante un referéndum, Catalunya vuelva a ser el conjunto de condados de aquel
lejano Wifredo el Velloso (Guifré lo Pilós).
A
simple vista se podría decir que esa praxis indicaría que ERC es, a la vez, un
partido de lucha y de gobierno. Pero, a mi entender, convendría sacar más punta al lápiz. Esa conducta,
estar en misa y repicando, vendría a decir que, mientras negociamos con el
PSOE, léase apoyando al gobierno en determinadas leyes, insiste en sus
sempiternas reivindicaciones. De esta forma exhibe utilidad frente a esos
partidos y partidillos, hijos y nietos del pujolismo, incapaces de ver que a un
olmo no se le pueden pedir peras. ERC es la caricatura del pujolismo con más
voltaje en los días impares. Lo otro es un comistrajo que se disfraza de
mozalbete para ocultar su preocupante senectud.
Ahora
bien –oído, cocina— este aparente ´maquiavelismo´ (dispensen la comparación) le
juega una mala pasada a los de Junqueras.
Con esa forma de actuar están consiguiendo hacer que el monstruo vuelva a
renacer. La cavernas políticas derechistas y los patios de Monipodio
mediáticos, escribas sentados de aquellas, mantienen la actitud de abierta
conspiración, de bronca patibularia, de soldadesca borrachuza contra Pedro Sánchez. En concreto, siguen desestabilizando la
gobernabilidad que, perjudicando al PSOE, también –de perder las próximas
elecciones-- sería fatal para ERC y el conjunto
de islas, islotes y peñascos de la mar independentista. Así, pues, el aparente
´maquiavelismo´ de los de ERC es en el fondo una inocente jugadita de los
jóvenes de Adoración Nocturna.