En
estos días se está hablando mucho sobre la necesidad de un Pacto de Estado por
la Industria. En este mismo blog la autorizada voz de Joaquim
González Muntadas dejó dicho cosas que se deben tener muy en cuenta (1).
Lo suscribo de cabo a rabo. Lo que plantea Joaquim me permite hacer unos
planteamientos que considero necesarios.
En
primer lugar, este acuerdo es, en el fondo, un pacto por la innovación
tecnológica y, por tanto, un salto cualitativo con el tipo de industria que
hemos tenido y con el carácter de los pactos interconfederales que en nuestro
país han sido. En segundo lugar, el pacto debe inscribirse inexcusablemente en
el nuevo paradigma de la reestructuración—innovación de los aparatos
productivos, que representa lo que llamamos, por pura comodidad expositiva, el
post fordismo. En tercer lugar, su naturaleza y contenidos deberían ser un
potente ajuste de cuentas con el modelo productivo que, por decirlo con
brevedad, se ha llevado a la buena de Dios. O de manera más laica: a estilo
compadre.
Ahora
bien, el pacto por la industria no puede ser sólo un acuerdo por arriba. Menos todavía, un documento
orientativo. Ni menos, todavía, un papel meramente orientativo. Por supuesto,
debe tener las orientaciones necesarias. Pero es fundamental que adquiera
fisicidad, es decir, que toque pelo. Un pacto que se precie debe tener
mandamientos concretos; la retórica, habitual en no pocos casos, sería en este
caso pura filfa, ganga retórica.
Mandamientos
concretos, decimos. Un pacto de este estilo no es un código de buenas
prácticas. Así pues, debe contar con los necesarios mandamientos concretos a
poner en marcha directamente. Por ejemplo, en materia de derechos laborales y
sindicales. Por ejemplo, en todo lo atinente a las grandes cuestiones de la
organización del trabajo, que hoy están legislativamente en las manos
exclusivas del dador de trabajo. También en todo lo que atañe a los procesos
formativos y a la reordenación de los salarios. Ni que decir tiene en el
ineludible problema que debe abordar el pacto: la calidad del empleo. Es una
quimera pensar que sean beneficiosas las consecuencias de dicho pacto sobre la
base de la actual degradación del empleo. Téngase en cuenta que, desde
Alemania, nos viene un mensaje nítido: la solución de la cuestión industrial no
tiene una sola componente tecnológica; es fundamental resolver la papeleta
laboral.
La
negociación colectiva puede –y debe--
jugar un papel de primer orden en la mayor concreción del pacto
industrial. A condición, claro está, de que sus cláusulas respondan al carácter
del nuevo paradigma. Es en ese territorio donde el acuerdo alcanzará su
enraizamiento. En caso contrario los hipotéticos beneficios del pacto
industrial no alcanzarían concreción en el centro de trabajo. De ahí que sea exigible
una nueva contractualidad. En honor a la verdad hemos de decir que, aunque escasos
en número, hay ejemplos luminosos que encajarían perfectamente en la novedad de
un pacto industrial de las características que preconizamos.
Por
último, aprovecho la ocasión para dar unos pespuntes sobre algo que considero
de la mayor importancia. A saber, la reforma de la empresa. Entiendo que es de
la mayor importancia porque el territorio fundamental del pacto industrial es
el centro de trabajo. El sindicalismo confederal necesita una profunda
reflexión sobre «la empresa», sobre el centro de trabajo. Especialmente porque
es su territorio natural.
Parto
de dos consideraciones: uno, la empresa tiene diversos tapones que obturan su competitividad;
dos, la democraticidad, humanización y la eficiencia. Los tapones referidos
son: el déficit tecnológico y sus procesos formativos finalistas a superarlo,
los elevados índices de precariedad de los empleos y los accidentes laborales.
Abordar a fondo estas cuestiones en el nuevo paradigma es todavía una asignatura
pendiente. Quien esté interesado en una mayor concreción de todo ello no tiene
más que conectarse con el trabajo que publicamos en A CONTRACORRIENTE (2).
1) http://lopezbulla.blogspot.com.es/2016/11/28-noviembre-por-un-pacto-de-estado-por.html; 2) http://togapunetas.blogspot.com.es/1997/09/contracorriente.html