sábado, 28 de junio de 2014

LA UTOPÍA COTIDIANA Y LAS «PRIMARIAS»



Uno de los grandes del sindicalismo no se cansaba de repetir: «He llegado a la convicción de que la utopía de la transformación de la vida cotidiana debería ser el modo de hacer política». Acostumbraba a remachar el concepto con otra expresión no menos machacona: «la participación activa e inteligente de la sociedad civil». Era el maestro Bruno Trentin.

Lo traemos a colación precisamente en estos momentos en que el PSOE anda en trajines de primarias. Sobre este particular ya he dado mi punto de vista en http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/05/el-secretario-general-elegido-en.html. Dispensen mi cabezonería pero no he variado de parecer. Es más, añado a lo dicho entonces que las primarias se han convertido en una especie de fetiche o en un ungüento amarillo que puede resolver todos los males del partido en cuestión.

Por lo demás, entiendo que en las primarias, tal como están las cosas en los partidos que las propician, hay una contradicción: de un lado, se vota de manera universal; de otro lado, sin embargo, el flamante secretario general tiene o se apropia (en ausencia de normas de participación regulares) de los mismos poderes que detentaba el viejo primer dirigente del partido.  En resumidas cuentas, las primarias pueden ser una gardenia en medio del secano, cuando de lo que se trata es que dicha florecilla esté en el corazón de las tierras de regadío.

No quiero ser una mosca cojonera, pero veo que las primarias de estos días tienen el mismo estilo que hay en el conjunto de la política: una exhibición de gestos mediáticos ayunos de contenido, donde se usa y abusa del término «nuevo» cual teologúmerno sacramental; una ausencia de los grandes temas sobre las responsabilidades, limitaciones y distracciones de la etapa anterior; y, especialmente, la carencia de proponer, no ya la utopía cotidiana sino un proyecto y un trayecto gradual de por dónde va a ir la cosa. Tal vez el único candidato que sugiere elementos sea Pérez Tapias. Pero este caballero tiene, tal como están las cosas, un problema grave: tiene un proyecto, lo explica sobriamente sin orquídeas verbales y no hace concesiones a la máquina de retratar. Total: es un antiguo. Mejor para sus alumnos de la Facultad.  


Radio Parapanda.  MATONISMO, donde Paco Rodríguez de Lecea reparte mamporros a diestro y sinistro con voz educada y punto de vista fundamentado.


     

jueves, 26 de junio de 2014

SOBRE EL NUEVO CONTRATO SOCIAL




La revista de reflexión y debate Gaceta sindical es una de las publicaciones sindicales europeas más importantes. La mano ducha de Jorge Aragón lo asegura. Lo he dicho en varias ocasiones y queda reiterado también en esta ocasión. Precisamente su último número (junio 2014) se titula «Por un nuevo contrato social», y sobre tan importante cuestión gira el monográfico. Vale la pena destacar el importante elenco de académicos y sindicalistas que intervienen, economistas, sociólogos y juristas de reconocida solvencia. Como es natural, un tema de tanta enjundia requería la pluma de Ignacio Fernández Toxo. Ignacio escribe sobre «Las bases de un nuevo contrato social. Una propuesta sindical» sintetizando los objetivos que, sobre el particular, señalaron los anteriores congresos de la Confederación Europa de Sindicatos. 

Doy como cosa natural que la estructura sindical de Comisiones Obreras recibe, lee y comenta la revista. Más todavía, que a los dirigentes sindicales (de empresa, territorio y sector) se les ha hecho llegar el artículo del secretario general. Los correos electrónicos y las revistas sindicales que están en la Red permiten esta rápida y abundante comunicación, máxime cuando los temas son, como aquel que dice, de tronío. En resumen, estoy hablando para gente suficientemente bien informada, o así debería ser.

Grosso modo el ensayo de Toxo tiene dos partes: una, la justificación de la propuesta; dos, las «bases» de la misma o, si se prefiere, los contenidos generales de la misma. La primera parte es una pulcra y certera descripción de las razones de ese «nuevo contrato social». El término nuevo puede ser manido pero entiendo y celebro que se le califique de esa manera porque da a entender que no se pide gratuita y rutinariamente una reedición de lo viejo. La segunda parte, sin embargo, adolece de concreción. Que era exigible toda vez que el origen de la propuesta –se nos dice, y así es efectivamente--  está en el congreso de Atenas, y algo ha llovido desde 2011.

Ahora bien, dando por buenas y necesarias las bases u objetivos que señala Toxo, la pregunta que se hace es la siguiente: ¿qué papel directo sen encomienda a la práctica sindical cotidiana para alcanzar gradualmente tales objetivos? O lo que es lo mismo: si hay proyecto, insuficiente o no, ¿qué «trayecto» práctico se sugiere a la acción sindical? Más todavía, si estamos hablando de un «nuevo» contrato social, ¿qué nuevo trayecto, qué nuevas prácticas deben acompañar a tan exigente planteamiento? Estas son cosas que ni siquiera están insinuadas. Tal vez algún día se irán concretando, pero desde Atenas hasta nuestros días han pasado muchas cosas.    



Radio ParapandaLluis Casas en  MANIFIESTO, FASE 2 y Paco Rodríguez de Lecea en TRABAJO Y LIBERTAD

sábado, 21 de junio de 2014

INVIOLABILIDAD DEL HIJO, AFORAMIENTO DEL PADRE


El diario El País –a quien Paco Rodríguez de Lecea intenta rebautizar con el nombre de cabecera Statu quo--  editorializa a favor del (sobrevenido) aforamiento a la persona de don Juan Carlos de Borbón y Borbón. Comoquiera que su escribidor no ha sabido o podido encontrar mejores razonamientos viene a darnos, sobre chispa más o menos, la siguiente justificación: en España hay un número elevadísimo de personas que están aforadas. Paréntesis: son unos 10.000 los que gozan de ese privilegio; no consta que entre ellos figure don Vicente Del Bosque. Cierro paréntesis. Sigue el justificador, así las cosas, ¿es concebible que don Juan Carlos y doña Sofía no gocen de tal protección? El argumento esconde, primero, una sofistería, porque de esa cantidad no se desprende necesariamente que la cualidad de aforado pueda y deba ser ampliada. Antes al contrario, el argumento debería ser si ese estajanovismo de hacer aforados debe ser reducido e, incluso, abolido. De igual manera, encubre, otra cuestión: una desconfianza al viejo rey, no sea que tenga escondido por ahí, al margen de sus responsabilidades institucionales, algo rarito. O incluso que pudiera hacer una trastada ya en tiempos de jubilación voluntaria. O sea, no queda otro argumento que el de «por si las moscas» (1).

El sexto Felipe habló en su primer discurso como rey de una «monarquía renovada para un tiempo nuevo». ¡Hechos, caballero, hechos! Ponga algo dentro del pexiglás de tan socorrido caramelo. ¿Por qué no empieza usted por renunciar a su inviolabilidad? Que no es una herejía lo demuestra el hecho de que el rey de Suecia –dice el diario Statuo quo, perdón El País—si lo pillan conduciendo indebidamente--  tiene que pagar la multa de rigor. Cosa que, por ejemplo, le iguala con don Vicente del Bosque. 

Digamos las cosas por su nombre, aunque disguste a los monárquicos y a los republicanos cimbrios. Mantener el aforamiento y la inviolabilidad del monarca viene de su antañazo origen. La gracia divina. Que hoy por hoy está llena de telarañas y de herrumbre.  


(1)             Existen dos teorías principales para el empleo de este uso: «por si las moscas».  Uno de ellos es el higiénico y antiguo gesto de tapar la comida para evitar que los insectos, portadores de enfermedades, estuvieran en contacto con ella; la comida se protegía "por si las moscas" la pudieran estropear. La otra está relacionada con la leyenda de San Narciso, otrora Obispo de Gerona y actualmente patrón de la capital. Cuenta la misma, que durante el asedio de las tropas de Felipe II de Borgoña (El Audaz) a la ciudad gerundense en el año 1286, de la tumba del Santo, la cual abrieron las huestes invasoras con el objeto de profanarla, salieron multitud de moscas que atacaron a las tropas francesas contangiándolas la peste y haciendo que cundiera el pánico. Cuentan que a partir de ese momento la expresión empezó a ser empleada en múltiples circunstancias como recuerdo de aquel hecho.

Radio Parapanda. SOBRE LA DEMOCRACIA Y LOS MEDIOS



jueves, 19 de junio de 2014

EL FIASCO DEL DISCURSO DEL SEXTO FELIPE



Lo diré sin tapujos: no me ha gustado nada el discurso del sexto Felipe. Por lo demás, el concepto de fondo, «Monarquía renovada para un tiempo nuevo», además de retórico, me parece tan viejo con el Pont Neuf del Sena, que chocantemente es el más antiguo. Ni siquiera una insinuación de las características centrales de esa renovación.

Francamente, sólo he visto en la intervención del nuevo rey un conjunto de «orquídeas verbales», de juanramoniana memoria. Más todavía, dicho con borbónico casticismo: ni chicha ni limoná. Ya veremos qué opinan al respecto los monárquicos de toda la vida o los de nueva adhesión; ya iremos viendo que dicen los republicanos cimbrios.

Lo más decepcionante ha sido su clamoroso silencio sobre la crisis y sus efectos. Tan sólo una caritativo «cercanía a los golpeados por la crisis». Ni siquiera se ha aproximado a lo que viene diciendo el Papa Francisco. Más todavía, ni una sola palabra sobre la corrupción. Educadamente considero el discurso como un perifollo.

Quienes habían pronosticado que el sexto Felipe tendría un “detalle” con las lenguas catalana, vasca y gallega se han quedado sólo con la propina del final de la intervención: «Muchas gracias» en las lenguas de Espríu, Xavier de Lizardi y Rosalía. De manera que lo rácano, si breve, dos veces rácano.


Sólo una novedad: la ceremonia no ha estado acompañada de rito religioso alguno. Esta novedad, que no negamos, se la recordaremos a quien corresponda cuando, en otras posibles ceremonias futuras, salgan a relucir los hisopos. Lástima, sin embargo, que el sexto Felipe haya acudido a su proclamación con vestimenta militar.   

Radio Parapanda. NO PASA NADA SALVO ALGUNA COSA

miércoles, 18 de junio de 2014

LAS MATEMÁTICAS Y LA EXPLOTACIÓN DEL TRABAJO ASALARIADO



Clique, por favor: Fallece María Wonenburger, gran dama de las Ciencias Exactas. Estamos hablando de una señora, gallega, considerada artífice  del «salto al álgebra de los infinitos». Es sin duda, junto a don Julio Rey Pastor, la cabeza matemáticamente mejor amueblada de esta ciencia en España. Y sin embargo el mundo académico la ninguneó hasta la náusea. Lean, lo sugiero fervientemente, la nota con la que arranca, un sentido obituario, este post.

 

Fue ignorada, con chabacana avilantez, por  los académicos del establo universitario español durante casi toda su vida, a pesar de sus brillantes investigaciones en el Canadá y en los Estados Unidos. ¿Por qué? Sin duda porque era mujer y porque los birretes de los machos ibéricos no toleraban que una joven profesora se les subiera a los faldones. Máxime en una disciplina académica que no gozaba predicamento alguno en nuestro país. La doctora Wonemburger era una acusación directa a sus colegas que no eran matemáticos sino meramente profesores de Matemáticas. Es decir, enseñar (que no es poca cosa) no es lo mismo que crear, y la excelsa gallega, natural de Oleiros, era ante todo una creadora.

Lo dicho: fue ninguneada como todas las mujeres matemáticas que a lo largo de la historia han sido. Por ejemplo: Téano de Crotona (siglo VI  a. C.), Hipatia de Alejandría (alrededor del 400), Ada Lovelace (1815-1852), Maria Gaetana Agnesi (1718-1799), Sophie Germain (1776-1831), Sofia Kovalévskaya (1850-1891), Alicia Boole Stott (1860-1940), Émilie du Châtelet (1706-1749), Carolina Herschel (1750-1848), Mary Somerville (1780-1872) y Florence Nightingale (1820-1910). Y más recientemente: Mileva Marić (1875-1948), Emmy Noether (1882-1935), Mary Lucy Cartwright  (1900-1998), Rózsa Péter (1905-1977), Grace Murray Hopper (1906-1992), Olga Taussky-Todd (1906-1995), Julia Robinson (1919-1985), Emma Castelnuovo, (1913-), Ingrid Daubechies (1954-)…

 

Apostilla. El señor Conde de Belicena, arrellanado en el sillón de la sala de juntas del casino, aseguraba que «los pobreticos y los jambríos no debían conocer lo que hay más allá de la regla de tres simple». El origen de esta leyenda de la Vega granadina es el siguiente. El tal conde dijo a sus jornaleros: «Hasta ahora os he pagado a tanto el jornal por metro cuadrado; como resulta que ahora tenéis que hacer el doble os pagaré el doble». Hubo un gran chillerío de protesta: «Oiga´sté, tenga en cuenta que sabemos que el área del cuadrado es su lado al cuadrado». Se sabe de buena tinta que el de Belicena blasfemó contra Dios y las Matemáticas. ¿Están en lo que es?      

    

 

 

Radio Parapanda.

LO QUE LA CEOE PRETENDE

EUROPA TRAS EL 25 DE MAYO. HABLA A. LETTIERI (I)

EUROPA TRAS LAS ELECCIONES DEL 25 DE MAYO.HABLA ANTONIO LETTIERI (II)

CUESTIONAMIENTOS DE LA REFORMA LABORAL DEL 2012

DECLARACIONES ESTUPENDAS

 



sábado, 14 de junio de 2014

¿QUÉ HA PASADO EN PANRICO Y COCA COLA?



De momento han terminado dos importantes y complejos conflictos, precisamente del mismo sector industrial: Panrico y Coca Cola. Sus salidas han sido diametralmente opuestas: victoria clamorosa en Coca Cola; lo contrario en Panrico. La larga huelga de Panrico ha hecho que, durante algunos meses, haya coincidido con la de Coca Cola. Reconozco que no estoy en condiciones de ponderar ambas situaciones, y en esa situación parece que se encuentran no poca gente: sindicalistas, analistas laborales y los alrededores de todos ellos.


Lo normal, en estos casos, sería que hablaran los afectados y dieran su punto de vista. Lo lógico es que la Federación analizara meticulosamente ambos conflictos y nos tuviera al tanto. Lo normal y lógico, en fin, es que los grupos dirigentes confederales explicaran pedagógicamente qué ha ocurrido, no dejándose nada en el tintero. 

  


       

jueves, 12 de junio de 2014

LOS SOCIALISTAS CATALANES EN SU LABERINTO



Homenaje a Giacomo Matteotti en el aniversario de su asesinato.


La dramática situación de los socialistas catalanes no viene de la «cuestión nacional». Esta, sin embargo, le ha dado mayor espectacularidad a la crisis que venía de tiempos más lejanos. Ahora bien, la dimisión de Pere Navarro, primer secretario del Partit dels Socialistas catalans, tiene efectivamente su epicentro en en dicha cuestión nacional. O, lo que es lo mismo: antes de Pere Navarro el partido tenía una metafórica neumonía bacteriana.

Como es natural, tras la dimisión de Pere Navarro, al no saber gobernar el tifón, se oyen voces reclamando el congreso del partido. Alguien, desde la oposición más inverecunda, ha reclamado ya un congreso de «refundación». Digamos entre paréntesis que la historia del PSC, desde sus orígenes, es el relato de una doble crisis de sus grupos dirigentes: una, las relaciones políticamente inamistosas entre sus miembros, y, dos, las complicaciones (unas veces subterráneas y otras afloradas) con el PSOE, que para unos era papá y mamá, para otros era hermano o hermanastro. Y si embargo, esa crisis de los grupos dirigentes no impidió que, al igual que las guerras civiles en la Roma republicana de antañazo, el partido –durante muchos años— fuera alcanzando importantísimas cotas de poder político e institucional. Ha llegado el momento de cerrar el paréntesis.

Habrá, pues, congreso. Y ya iremos viendo, desde el tendido de sol y sombra, su preparación, sus documentos y su clausura. En todo caso, harán bien considerar que la crisis viene de lejos. Es más, que tiene un profundo vínculo con la crisis de la socialdemocracia europea. Que ha alcanzado mayor diapasón con la inexistencia de un partido de ese ropaje en Italia y el humillante resultado del PASOK en Grecia. Pero como quien mucho abarca aprieta poco, vamos a centrarnos en los socialistas catalanes con trazos de brocha gorda.

Primero. Los socialistas catalanes, aunque no fueron los únicos, no supieron ver y, por lo tanto, no vieron los cambios (primero microscópicos, después de gran diapasón) que se iban sucediendo: de un lado, Cataluña dejaba de ser una importante geografía industrial, y, de otro lado, allá donde permanecía esa dimensión estaba en permanente y veloz reestructuración-innovación. 

Segundo. Los socialistas catalanes (al menos sus grupos dirigentes) fueron contagiándose –al igual que sus familiares europeos) de la mitografía del neoliberalismo. El «no hay alternativa» se añadió a quien no tenía ninguna alternativa. Así las cosas, quien sólo podía ofrecer políticas paliativas (la expresión es de Alain Supiot) que no contestaban los enormes desperfectos del neoliberalismo se iban deteriorando tanto la utilidad de los socialistas como la eficacia que, en principio, se les suponía. Que el partido siguiera teniendo un importante espacio de poder no impedía que fuera tendencialmente agrietándose.

Por otra parte, el PSC era percibido como un partido con el espinazo bífido: seguidor, consciente o inconsciente, del nacionalismo catalán para algunos y, para otros, una sucursal del socialismo español y, por tanto, reo de jacobinismo. Ante la emergencia de nuevos sectores que le disputaban por ambos flancos el PSC, dividido en mayor o menor medida en su interior, acabó embarullándose y, peor todavía, no leyendo el goteo significativo de pérdida de apoyos electores, ni siquiera lo que iba moviéndose hacia otros derroteros en los caladeros tradicionales de votos. No leyeron bien la emergencia de Esquerra Republicana ni la de Ciudadanos. La respuesta que daban recordaba la canción No hay novedad, señora Baronesa. Así el problema, la izquierda paliativa poco podía hacer.

Dos observaciones.

Una. Tengo para mí que la socialdemocracia europea en su laberinto  se encogió de hombros ante la caída de los países del Este con su socialismo de Boletín Oficial del Estado. «Eso no va con nosotros, es cosa de los comunistas». Lo vieron como la eliminación de un competidor electoral. No fueron pocos los que brindaron alborozados por la crisis mortal del PSUC en Cataluña. Sin embargo, “lo del Este” iba también con ellos.

Otra. Por otra parte, no estará en sus cabales quien vea que la profunda crisis del socialismo catalán es una oportunidad para su particular sorpasso. El nuevo cuadro podría acabar con menos izquierda. Hay quien espera, parece ser, la fabricación de nuevas contingencias electorales de la «izquierda fetén». A ello respondió de manera tosca un amigo iracundo: «Con un conjunto de virutas no se construye un mueble». Ignoren su descortesía, pero atiendan lo que quiere decir este caballero tabernario.


Radio Parapanda. Cuando la reforma laboral sea declarada constitucional este verano en   http://baylos.blogspot.com.es/2014/06/cuando-la-reforma-laboral-sea-declarada.html  Escribe Antonio Baylos

lunes, 9 de junio de 2014

PODEMOS HA CAMBIADO LAS REGLAS




Nota editorial. Nuestro amigo Javier Terriente es el autor de dos entradas tan importantes como (1) En la izquierda. ¿Es necesario un nuevo sujeto político? y  2) En la izquierda. ¿Es necesario un nuevo sujeto político?. Por eso, tras las elecciones europeas, nos dijimos que Terriente debería seguir dándole vueltas al magín. Y lo ha hecho.

Escribe: Javier Terriente

Las primeras palabras de Pablo Iglesias nada más conocerse los resultados de las Europeas, dan una idea bastante exacta de lo que significa y pretende esta novísima fuerza política: “No podemos estar satisfechos con el resultado porque mañana seguirá habiendo desahucios”… “Podemos no nació para jugar un papel testimonial sino que nació para ir a por todas”…. Quiere esto decir que ha irrumpido en el panorama político no para apropiarse de un reducido espacio a perpetuidad, que le permita  convertirse en un leal instrumento auxiliar de tal o cual fuerza política bajo el signo de la auto complacencia, sino que aspira expresamente, desde el mismo acto fundacional, a gobernar en una suma de muchos y distintos; no de cualquier manera o a cualquier precio. Su propósito es hacerlo mediante nuevas alianzas políticas y sociales que trascienda a los partidos, e impulsar un proceso constituyente hacia una nueva democracia política, económica y social. Para Podemos, la proyección democrática marca una nueva manera de ser y de hacer política.

Estamos, pues, ante una fuerza que nace con una clara voluntad de gobernar (“sustituir a la casta”) y lo expresa sin complejos como un proceso lógico, indispensable y posible, que pondría freno al sufrimiento de tanta gente; mañana ya es tarde. Una lectura apresurada de semejante desafío podría confundirlo con una vana ilusión o una grosera concesión electoralista impropia de la  izquierda pura, pero, en realidad, se trata exactamente de lo contrario: la degradación del sistema en todas sus dimensiones, al despojarlo de su antigua capacidad de tutela hacia los más desfavorecidos, exige respuestas inmediatas que la izquierda institucional ha sido incapaz de atender. En resumen, si “las masas no pueden esperar”, Podemos y sus potenciales aliados deben actuar con prontitud si no se quiere correr el riesgo de que se abra un abismo insalvable entre la política y los ciudadanos que conduzca a la dictadura. De ahí que sea fundamental contribuir a una alternativa colectiva de amplio espectro democrático que permita alcanzar el gobierno y, además, urge a hacerlo, siendo lo inmediato una oportunidad para acelerar los cambios.

Una de las razones de la irrupción de Podemos ha sido la idea-fuerza de que la utopía es un sueño verosímil que se construye día a día en la vida cotidiana. El llamamiento a la solidaridad, al sentido cooperativo, a la participación democrática y el activismo individual y colectivo para alcanzar metas superiores, valores rescatados de las mejores páginas del movimiento obrero y progresista y motor de los nuevos movimientos sociales, ha convertido en protagonistas a centenares de miles de ciudadanos anónimos que no quieren dejar de serlo. Podemos les ha facilitado la oportunidad de que cada uno se sienta indispensable en la tarea de cambiar el curso de las cosas.  

Las elecciones europeas han demostrado que hay vida más allá de los partidos tradicionales de la izquierda y que la política no es patrimonio exclusivo de ellos. Constreñirla a ese ámbito ha sido sin duda uno de sus mayores errores. Hasta ahora, las opciones electorales estaban mediatizadas por la “utilidad” del voto y la resignación existencial a la hora de decidirlo. Un halo de fatalidad recorría los colegios electorales. El descrédito de la “política realmente existente”, ha creado la percepción de que los problemas diarios de la gente no encuentran en ella las soluciones que demandan. Tanto más, si la actividad de los partidos se reduce a la mera acción electoral e institucional y a la selección endogámica de sus representantes y cúpulas dirigentes. Parece como si la sociedad real se hubiera vuelto invisible salvo en la retórica de las campañas y  el papel de los programas. De ahí el relativo éxito de una determinada corriente de opinión, deudora de antiguas certidumbres, según la cual el 15 M o las Mareas, aunque merecedores de apoyo puntual, solo reflejaban intereses parciales, sectoriales, más o menos corporativos, o eran flor de un día; en todo caso, estaban condenados a la esterilidad política y se les miraba con recelo como potenciales competidores. Mientras tanto, desde hacía bastante tiempo, la política verdadera se había trasladado desde las instituciones a la calle, el mejor laboratorio de ideas y de proyectos de los últimos años. Una vez allí instalada, maduró en un sin fin de iniciativas que ahora rebotan alzando el vuelo hacia el parlamento europeo. Eso significa que el tiempo de los partidos de corte clásico ha entrado en una fase de agotamiento (López Bulla y Amén). De hecho, PP y PSOE, han sufrido un fuerte descalabro e IU, en el mejor de los escenarios  posibles, no ha alcanzado ni de lejos sus objetivos electorales. En cambio, una nueva formación, Podemos, con cuatro meses de existencia, descalificada de todas las maneras imaginables, se ha convertido en un invitado inesperado... e indeseado.

Antipolítica y política democrática.- Sin duda, las élites europeas han querido legitimarse trucando las propias reglas de funcionamiento de la UE a través de la aprobación con fórceps del Tratado de Lisboa. En un ejercicio de prestidigitación inaudito han dado carta de naturaleza a la usurpación del proyecto social europeo a manos de la Troika, el BCE y Alemania. Hasta parece natural que las decisiones económicas y financieras sean tomadas por un pequeño grupo de funcionarios llegados de las grandes corporaciones responsables de la crisis. Queda claro que esa dinámica infernal ha servido de coartada para intentar desmantelar el Estado social de derecho en toda Europa, con matices distintos pero con un común denominador: la quiebra completa de los derechos y de los avances sociales, sin excepción. No resulta extraño en absoluto que la antipolítica haya hecho su aparición como un fenómeno de masas. Más aun, cuando la conversión de la socialdemocracia a la fe neoliberal y el declive o desaparición de los PC ha llevado a la izquierda a sucesivas derrotas que han acabado por eliminar obstáculos a la expansión de corrientes xenófobas y neofascistas. Sin embargo, lo que aquí podría haber sido una tormenta perfecta para el avance de fuerzas de extrema derecha, no ha acabado por materializarse. En parte porque cohabitan en el PP, pero también porque el deterioro de la política y de las instituciones centrales del Estado no se interpreta mayoritariamente como una enfermedad congénita del sistema democrático en general (fascismo), sino como un hecho excepcional que afecta a este sistema concreto por dejar de ser suficientemente democrático y social, a esta política y a estos políticos por sus infamantes e incondicionales servidumbres, y porque conforman un régimen blindado y autosuficiente de mutua ayuda que les garantiza la continuidad en la alternancia de poder. 

Afortunadamente en nuestro caso (Grecia en parte), esta visión crítica, que no nihilista, del devenir de la política ha constituido el sustrato de una amplísima rebelión en defensa de la democracia política y de los derechos sociales y económicos, de la dignidad frente el poder arbitrario y los privilegios de las clases dominantes, del plurinacionalismo frente al centralismo jacobino conservador, y del laicismo frente al nacional-catolicismo rampante. De ese modo, la presencia activa, consciente y organizada de los ciudadanos y trabajadores en las calles y plazas ha supuesto, en ausencia de otros instrumentos políticos e institucionales, el auténtico contrafuerte, el dique todavía frágil del “no pasarán” a los desmanes de la Troika y de las élites europeas y al avance de la antipolítica. Ninguna profesión, clase, categoría social, edad, nacionalidad o condición ha quedado indemne de los recortes ni al margen de los  protestas. En este sentido, Podemos ha sabido reflejar el sentir general de las asambleas del 15 M, las Mareas, las reivindicaciones de los trabajadores, de los Afectados por las Hipotecas, del movimiento ecologista y feminista, de los inmigrantes, de los mayores… dando por sentado que sus derechos, todos, son igualmente importantes y representan un todo indivisible desprovisto de cualquier orden jerárquico. Probablemente este sea uno de sus mayores aciertos.

Nace una nueva “cosa” política.- Es evidente que el trastrocamiento del mapa electoral tiene bastante que ver con el punto final de un modo de hacer política y de los modelos tradicionales de partido. Con todas las cautelas, habría que señalar que la  fuerte contestación social de estos años ha ido gestando la necesidad de otra política y la formulación de nuevas alternativas. Una diversidad de nuevos sujetos sociales han ocupado, sin proponérselo, el vacío político producido por la retirada de los partidos de su espacio natural: la plaza pública. De este modo ha ocurrido un fenómeno inesperado. Ya no son los partidos quienes marcan la agenda social, son los movimientos quienes determinan la política y la agenda de los partidos.

Sin duda, Podemos expresa una negación de los comportamientos y de las conductas habituales de los partidos, aquellos que afirman en los programas y en las campañas lo que niegan con los hechos, utilizan la política como una forma de ascenso social, cuando no de enriquecimiento, justifican lo innombrable, y mienten y mienten sin descanso hasta la extenuación. Y a su vez, plantea la exigencia moral de que la política sea un ejercicio coherente, transparente y se guíe por normas democráticas. Esa ruptura de la dicotomía forma/contenido, entre métodos de organización y decisión y contenidos programáticos, apunta a un hecho radicalmente nuevo respecto a la política tradicional: la forma, el método, es a su vez fondo y contenido, o lo que es lo mismo, no hay política democrática posible ni creíble si no se sustancia en formas, métodos y comportamientos colectivos e individuales democráticos.

No parece equivocado afirmar, finalmente, que Podemos constituye una nueva formación política en construcción situada en las antípodas de la política habitual. O mejor, puede estar llamada a ser el embrión o la levadura de lo que en un futuro próximo sería un nuevo sujeto político, una nueva “cosa” original donde confluyan partidos, sindicatos, movimientos, organizaciones, personas…, en diferentes grados de participación, desde abajo, sin límites preestablecidos.

La opción de refugiarse en el gueto de la izquierda puede ser tentadora, pero superar los viejos y muy respetables esquemas de la izquierda histórica, aunque se trate de un asunto complejo, será clave para aglutinar a todas las fuerzas y ciudadanos posibles en una gran plataforma de iguales, en condiciones de abrir un proceso de refundación democrática. Ante sí, Podemos tiene una tarea ingente: organizarse construyendo esa otra “cosa”.

Radio Parapanda. EL SENTIDO POCO COMÚN DE GEORGES BRASSENS



domingo, 8 de junio de 2014

EL ERROR DE IZQUIERDA PLURAL



Izquierda Plural pedirá en el Congreso de los diputados que, antes de tres meses, se convoque un referéndum a favor de la República. Véase en http://www.publico.es/politica/525696/iu-pedira-en-el-congreso-un-referendum-sobre-la-monarquia-antes-de-tres-meses

¿Qué decir al respecto? Comparto el proyecto republicano de Izquierda Plural, pero disiento profundamente del «trayecto» que propone. Es más, entiendo que esta decisión unilateral y atropellada no hace bien a la causa republicana. En primer lugar, soy del parecer que, en este caso, Izquierda Plural no ha entendido que se requiere para tan ambiciosa operación una amplia política de alianzas. En segundo lugar, porque las movilizaciones en la calle todavía no tienen –y es normal que así sea--  el grosor para el cambio de ajuar institucional.

Recientemente Antonio Baylos nos explica, además, que «todavía no está dibujada una estrategia clara del conglomerado político y social que se presenta como alternativa [ … ] a la situación actual sobre el modelo de transición que se presenta. Hay demasiada dispersión y diferencias todavía sobre el proyecto o proyectos resultantes». Lo que es una verdad como una catedral gótica. Así las cosas, ¿no es más sensato que tanto el proyecto como el trayecto sean compartidos por el mayor número de fuerzas políticas de manera ampliamente unitaria? ¿Acaso se ha perdido de vista el viejo concepto de la «acumulación de fuerzas?»

He dicho más arriba que me parece aturrullado eso de en tres meses. Lo que no se compadece,  mi parecer, con un recorrido sensato.    

Todo ello ha provocado ya el primer desencuentro público entre Izquierda Plural y Podemos. Por entender Podemos que se formula tan relevante cuestión de manera unilateral y con un intento de patrimonializar la causa republicana.

Por lo demás, ¿han caído en la cuenta algunos que un error de trayecto puede ser aprovechado y meterle a los republicanos una pedrada en el ojo de boticario?  En concreto, el delenda est monarchia no se construye de manera atropellada. 

Hay tiempo para el encaje de bolillos. 




sábado, 7 de junio de 2014

Creación de empleo y modernización de la negociación colectiva



Bruno Estrada*


La modernización de un país significa la capacidad de afrontar conjuntamente, por parte de la gran mayoría de la sociedad, los diferentes retos que va encontrando a lo largo de su historia. Por eso la modernización de una sociedad está profundamente vinculada a la profundización de la democracia, a la existencia de instituciones, normas y costumbres que canalicen adecuadamente las demandas de los diferentes grupos sociales, de todos, no solo de lo que tienen un mayor poder económico.

En el ámbito laboral unas relaciones laborales modernas son las que permiten que las empresas y los trabajadores afronten los nuevos retos tecnológicos, productivos, de internacionalización desde la regulación política del conflicto capital/trabajo, lo que facilita, aunque no garantiza, el consenso social, en la medida que son tenidos en cuenta los intereses de todos.

Desde la Revolución Industrial hasta bien avanzado el siglo XIX las relaciones laborales se caracterizaron por estar basadas en el poder unilateral de los propietarios de los medios de producción. Progresivamente, según fue avanzando el siglo XIX y sobre todo durante la primera mitad del siglo XX, el conflicto desregulado fue definiendo las relaciones laborales en el mundo capitalista desarrollado. La acumulación de fuerzas generada por los trabajadores permitió una gradual regulación política del conflicto, no exenta de pasos atrás. La reglamentación de las relaciones laborales, de las condiciones de trabajo y el impulso del desarrollo del Estado del Bienestar (salario indirecto para los trabajadores) fueron posibles porque las organizaciones de los trabajadores impulsaron la participación política, las elites económicas entendieron que, para mantener parte de sus privilegios, tenían que negociar.

Tras la segunda guerra mundial en varios países capitalistas desarrollados (Reino Unido, Austria, Alemania, y sobre todo Suecia) la regulación política del conflicto capital/trabajo fue dando lugar a sistemas de relaciones laborales en las que el dialogo y la cooperación entre trabajadores y empresarios tuvieron un papel creciente. Sin que el conflicto dejase de existir se logró canalizarlo, con indudables beneficios para el conjunto de la sociedad en términos de incremento de la productividad, de extensión de la demanda interna gracias a la mejora del poder adquisitivo de millones de trabajadores y de creación de empleo con derechos.

Los cambios sucedidos desde finales de los años ochenta del pasado siglo, desde la caída del Muro de Berlín, hasta la actualidad no deben hacernos volver hacía un modelo de relaciones laborales decimonónico y caduco, basado en el conflicto desregulado, cuando la principal aportación del trabajo al proceso de industrialización era su fuerza bruta como fuente de energía, sino a profundizar en la modernización y democratización de las relaciones laborales que ha tenido lugar en los países más desarrollados. Hay que tener en cuenta que el creciente peso de actividades industriales avanzadas y del sector servicios en estos países hace que la principal aportación de los trabajadores al proceso productivo esté cada vez más relacionada con sus capacidades intelectuales, en relación a la innovación tecnológica, y emocionales, en relación a la comercialización y la gestión en equipo, y que, para el pleno desarrollo de esas capacidades, los sistemas de incentivos que fomenten una mayor implicación en el proceso productivo sean determinantes. Como dice la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo: “las propias empresas reconocen que la participación de los trabajadores es un elemento determinante en la generación de riqueza”.

Parece bastante evidente que principal reto al que se enfrenta en la actualidad la sociedad española, con casi seis millones de personas en paro, es la lucha contra el desempleo. Por eso, resulta muy interesante analizar los efectos que la modernización de las relaciones laborales en esos países tuvo en la creación de empleo.

En 1975 los economista suecos Gosta Rehn y Rudolf Meidner, miembros de sindicato LO, propusieron la creación de “Fondos Colectivos de Asalariados” como una forma de enfrentarse a los tres principales problemas de la economía sueca en ese momento: que se consumía más que se producía, que las inversiones eran muy bajas y que había un exceso de capacidad productiva, problemas que actualmente tienen la economía española. Influenciados por Keynes y James Meade, entendieron que para mantener un crecimiento económico con altos niveles de empleo y baja inflación debía tenerse muy en cuenta la interrelación entre el bienestar social y la financiación empresarial. El sistema de regulación del conflicto propuesto ambos economistas conformaba tres espacios:

         - Una Mesa de negociación salarial a nivel nacional que permitiera reducir las          presiones inflacionistas y el desempleo, lo que implicaba una cierta restricción          salarial por parte de los trabajadores, sobre todo de los que tenían mayor poder          de negociación, a cambio de un creciente salario indirecto cubierto mediante          servicios públicos y una mayor participación en la gestión de la empresa.

         - Un Estado del Bienestar que desarrollara ambiciosos programas públicos de          educación, sanidad y vivienda, financiado con impuestos          progresivos sobre el          trabajo y el capital.

- Fondos Colectivos de Asalariados, para democratizar el proceso de inversión. La moderación salarial, sobre todo de los trabajadores con mayor          cualificación, tenía como contraprestación la cesión de acciones de las        empresas a un Fondo, mediante un impuesto sobre beneficios que las       empresas pagaron emitiendo más acciones. Estos Fondos eran un inteligente    mecanismo para que los “beneficios extraordinarios” que las empresas         obtuvieran de la moderación salarial no fueran a engrosar la renta de los   accionistas, que en gran parte no se reinvierten productivamente en la          empresa, sino, como hemos           visto en la crisis financiera internacional, que         entran a formar parte del circuito financiero-especulativo. Estos Fondos,          stock-         options que la empresa debía obligatoriamente repartir entre todos los trabajadores, debían ser gestionados de forma colectiva por organismos de representación de los trabajadores.

El sindicato LO consiguió que en 1984 el gobierno de Olof Palme aprobara una ley que si bien no tenía en cuenta todas las propuestas de Meidner si recogía su filosofía. En el periodo en el que los Fondos de Asalariados estuvieron vigentes, desde 1984 hasta 1990, el Ingreso Nacional Bruto per capita de Suecia calculado por el Banco Mundial (anteriormente PIB per capita) se multiplicó por dos, pasando de representar en 1984 el 77% del INB per capita estadounidense al 110% en 1990. El desempleo en Suecia en 1990 alcanzó la ridícula cifra del 1,7%.

La derrota del Partido Socialdemócrata Sueco en 1991, ocurrida tras el asesinato del carismático líder Olof Palme, supuso el desmantelamiento de los Fondos Colectivos de Asalariados, que habían alcanzado un volumen total de 2.000 millones de euros, un 7% del total de acciones cotizadas en la Bolsa sueca, que se reconvirtieron en fondos de pensiones.

Junto al mencionado desarrollo del Estado del Bienestar, la creación de Fondos Colectivos de Asalariados, al incentivar una mayor reinversión del capital en las empresas, gracias al mayor peso de los intereses de los trabajadores en su gestión, tuvo importantes efectos en la creación de empleo porque: 1) redujo la dependencia de las empresas suecas de capitales excesivamente volátiles, cuyo único objetivo es obtener una revalorización inmediata de la inversión a costa de los resultados productivos a medio plazo, lo que precariza el empleo y hace más frágiles a las empresas en una coyuntura recesiva; 2) permitió una mayor estabilidad en la gestión y, por tanto, en la financiación de proyectos tecnológicos e inversores de largo plazo que permiten que las empresas logren cierto poder de mercado en actividades con un proceso productivo globalizado; 3) mejoró la productividad de las empresas, ya que esta depende en gran medida de la reinversión de los beneficios en I+D, en la modernización de los bienes de equipo y en la formación de los trabajadores; 4) en empresas multinacionales reforzó el efecto sede, facilitando en ellas la concentración de la parte de su actividad, o del proceso productivo, de mayor valor añadido.

Asimismo, en épocas de crisis la mayor capacidad de influencia de los intereses de los trabajadores en la empresa evita que el empleo sea la variable residual de ajuste, ya que incentiva el desarrollo de nuevos mecanismos de flexibilidad interna para adecuar los costes laborales a la evolución de la demanda, como son las reducciones temporales de jornada y salarios.

En nuestro país así lo entendieron los gestores de CAF (Construcciones Auxiliares de Ferrocarril), una empresa española con alto grado de internacionalización y de innovación tecnológica, que cotiza con toda normalidad en Bolsa, cuando en 1994 ofrecieron el 18% del capital a los trabajadores, porcentaje que en 2008 se incrementó hasta el 29,5%

En términos agregados se puede observar que los países con mayor productividad son aquellos en los cuales los derechos de participación de los trabajadores en la gestión de las empresas capitalistas son mayores, según la clasificación del Instituto de Estudios Laborales Avanzados de la Universidad de Amsterdam (AIAS) en esos países, los comités de empresa tienen derechos de co-decisión en relación con fusiones, adquisiciones, inversiones y desinversiones.

Una mayor participación colectiva de los trabajadores en la gestión de la empresa plantea un moderno modelo de relaciones industriales que canaliza el conflicto capital/trabajo hacia escenarios en los que ambas partes ganan, ya que supone una mayor corresponsabilidad entre los sindicatos y las direcciones de las empresas.

Este modelo fue reclamado públicamente por UGT en 1987 al gobierno de Felipe González, mediante una ley que creara fondos de inversión generadores de empleo, similares a los Fondos de Asalariados suecos, aunque finalmente dicha ley no fue desarrollada por el gobierno del PSOE por miedo a dar un excesivo poder a los sindicatos, y particularmente a CCOO, según han reconocido personas implicadas en la gestión de aquel gobierno. Parece que ya ha llegado el momento en que las fuerzas políticas y sociales progresistas de nuestro país empiecen a plantearse la modernización de las relaciones laborales con una mayor amplitud de miras que en el pasado.

* Bruno Estrada López
Economista. Director de Estudios de la Fundación 1º de mayo.



jueves, 5 de junio de 2014

LAS PRIMAS DEL MUNDIAL DE FÚTBOL



Si la selección española de fútbol gana el campeonato mundial cada jugador percibirá una prima de 720.000 euros. Lo que no sabemos es lo que ganará el equipo técnico. Todo un descaro si lo confrontamos con la situación económica del país donde los “representantes” deportivos del común de nuestros mortales, de un descomunal plumazo, se alejan astronómicamente de sus “representados”. Todo un escándalo si se coteja con los alemanes, franceses y el resto de la élite mundial, todos ellos alejados de la mitad de lo que cobrarán los españoles.

España, así las cosas, no tiene sólo un problema moral situado en «la política». Lo tiene también en las élites de la sociedad. España no necesita sólo un profundo regeneracionismo político e institucional. O el regeneracionismo afecta también a la sociedad o se agrava el problema. Ocurre, sin embargo, que la justa crítica a la corrupción política (el manus stuprum entre la política y el dinero) no va acompañada  del reproche a las patologías sociales.

La corrupción política y las patologías sociales forman, por así decirlo, un conjunto de dii consentes (dioses cómplices), aquellos dioses etruscos aconchabados para que nada se moviera sin su permiso. No por casualidad sus estatuas eran doradas. Tal vez por ello, por el carácter sacral de estas deidades –en concreto las que estamos comentando--  la censura social (y no digamos la de orden político) es mínima. Lo que hacen los dioses Casillas e Iniesta se traduce, así, en la alegría de la casa del pobre. Esta alegría no puede ser, por tanto, zaherida por la política instalada (los éforos etruscos), miedosa de perder comba tanto ante los dioses cómplices como una parte gruesa de la sociedad.  Es una alianza implícita entre la costra y la servidumbre voluntaria.  

Radio ParapandaPOLÍTICA PEQUEÑA


miércoles, 4 de junio de 2014

EL TRAYECTO REPUBLICANO



1.-- Quienes se opongan --por activa, pasiva o perifrástica— a la apertura de un proceso de reforma que conduzca a un referéndum sobre la forma de Estado en España (esto es, o monarquía o república) lo van a tener crudo. Tal negativa será un acicate para que la opción republicana incremente su fuerza. Y, por supuesto, cada garrotazo que den las fuerzas de orden público provocará las iras contra el Gobierno y fundamentalmente se traducirá en una exigencia más de referéndum. Será, sobre chispa más o menos, algo parecido a lo que viene ocurriendo en Cataluña desde hace ya un cierto tiempo que a más eructos contra la consulta más independentistas crea. 

Posiblemente todo ello afectará al grupo de partidos que se nieguen a la convocatoria del mentado referéndum. De ello no se escaparía tampoco a los cimbrios del PSOE, que corre el riesgo de aparecer definitivamente como el partido de lo viejo, del continuismo por mor de mantener la “respetabilidad” de las élites. 

Ahora bien, para que la opción republicana aumente --de manera necesaria, pero sobre todo suficiente-- es preciso que las fuerzas políticas partidarias de ello (todavía muy minoritarias) no se contenten con lo que explícitamente aparece como tal. Todavía no hay millones de balcones con la bandera tricolor. O lo que es lo mismo: la consciencia real, que se explicita en la calle, está todavía lejos de la consciencia posible de exigencia del referéndum. De ahí que sea exigible que el «proyecto republicano» esté acompañado de un «trayecto» que haga aflorar el republicanismo sociológico con el explícitamente político. Con pasos precisos: non multa sed multum; cuya traducción libérrima sería: no muchas cosas (peor si son embarulladas) sino las óptimas. Y, como diría aquel famoso viejo engreído: «No tengo prisa en que me deis la razón; ya lo iréis viendo»   

2.— Con el acceso al quiosco del sexto Felipe se entra (no en la segunda transición, como han afirmado algunos) en el Continuismo en un momento en que el bipartidismo está gripado. En todo caso, los problemas sociales siguen en pie. Nada que objetar a que los movimientos sociales participen en el «trayecto» republicano. Sin embargo, la razón esencial de su existencia –y no digamos del sindicalismo--  es la intervención en los problemas concretos de la gente de carne y huesos.   
    
Delenda est monarchia. Sin embargo, cada cual debe apechar con sus responsabilidades inmediatas: las que les llevan al conflicto social. Tal vez sobre lo que voy a decir, pero el conjunto asalariado juzgará al sindicalismo por la defensa de sus intereses, no por su aportación al trayecto republicano. Pido excusas: resolver el gravísimo problema de los trabajadores de Panrico, es sólo un ejemplo, es más urgente que el trayecto republicano u de similar naturaleza.

Radio Parapanda. EL REY DESNUDO (MONÓLOGO DE HUMOR). Escribe Paco Rodríguez de Lecea. 

martes, 3 de junio de 2014

EN TORNO A PODEMOS



Hace un año que Javier Terriente desde la Vega de Granada se dirigía a la política de secano con dos artículos contundentes que publicamos en este mismo blog: (1) En la izquierda. ¿Es necesario un nuevo sujeto político? y  2) En la izquierda. ¿Es necesario un nuevo sujeto político?. Las novedades de las recientes elecciones europeas aconsejan que revisitemos las reflexiones del amigo atarfeño. Lo que parece evidente es que la experiencia de Podemos se acerca a las cavilaciones de Terriente y, en cierta medida, puede representar que una parte de las preguntas que se hacían empiezan a despejarse.

No creo que estemos todavía en condiciones de dar una respuesta acabada al fenómeno de ese temblor –o terremoto, según se mire--  de la irrupción de Podemos en la escena política española. Pero sí podemos proponer unas primeras cavilaciones indiciarias en este ejercicio de redacción. En todo caso, me parece evidente que Podemos ha aparecido, en sus primeros andares, como una alternativa posible al agotamiento, tal vez definitivo, del viejo modelo lassalleano y michelsiano de las formaciones políticas tradicionales así de las derechas como de las izquierdas: un modelo lleno de costra, visto por sus participantes como definitiva y dogmáticamente dado para siempre; un modelo que, desde hace décadas, es puro secano. Quienes, en mayor o menor medida, han recibido la pedrada como ojo de boticario harían bien en analizar desacomplejadamente lo que ha sucedido. Disculpen la impertinencia: Izquierda Unida y sus amistades también deberían averiguar, desde el avance que han conocido, cuáles son las características esenciales de la novedad de Podemos y las razones que le han llevado a entrar como un ciclón en la arena política. No es irrelevante, por ejemplo, que IU haya obtenido menos consensos que Podemos en Madrid.

Tengo para mí que el heraldo de Podemos ha podido ser que ha hecho aflorar a la política a centenares de miles de personas, unos, que bien nunca la hicieron en su sentido convencional y, otros, que se sintieron ninguneados o cansados de toda una vida de «servidumbre voluntaria». Y no pocos, cansados de tantas perplejidades por metro cuadrado, dijeron que hasta aquí hemos llegado. Paréntesis: ¿cómo se les ha puesto a algunos el cuerpo al ver que el primer ministro francés, Monsieur Valls, ha condecorado con la Legión de Honor al mismísimo Fernández Díaz? 

Por lo que unos y otros buscaron no sólo el proyecto que les era más cercano sino aquel que había substituido la verticalidad por la horizontalidad. Esto es, dejar de seguir la consigna que viene de arriba por la conversación que se hace entre todos y se transforma en deliberación. Es, por así decirlo, la concordancia entre programa y prácticas participativas: las presenciales y las de Internet.

De esa concordancia se ha desprendido el paso de va de la quejumbre a la acción política, conscientes –como nos dijo el maestro Pietro Ingrao— de que «no basta con indignarse».

A «la cosa» que formuló hace un año Javier Terriente les ha salido bien la cosa. Posiblemente porque, también, ha sabido aparecer como algo radicalmente nuevo. Un cofrade me dice: «Las propuestas que pude escuchar ayer al líder de PODEMOS, qué sorpresa... son las mismas que IU lleva haciendo hace ya bastantes años...nada nuevo bajo el sol».  Quizá no exagere mi amigo. Pero esta nueva organización ha sabido aparecer como algo inédito, incluso hasta en sectores que tradicionalmente habían votado a IU. Es decir, han tenido la vista de disponer de otro ajuar, y hasta su aparente adanismo,que han formulado con moderación les ha significado un plus.

¿Qué falta ahora? Algo que, de pasada, ha insinuado mi amigo Paco Rodríguez de Lecea: el «trayecto», esto es, el complemento de proyecto. En todo caso, veremos hasta que punto «la cosa» nos propone un trayecto y si tiene voluntad de compartirlo o tirar por la calle de en medio. Si ustedes se preguntan qué debe entenderse por «trayecto» les dejo con la voz razonada de mi amigo Paco Rodríguez de Lecea en  El proyecto y el trayecto. Entiendo que es una aportación a ciertos comportamientos rácanos y chabacanos de las izquierdas tradicionales.