lunes, 21 de junio de 2010

LA REFORMA DE LA EMPRESA


[Daniel Cando, compañero de viejas batallas]



Desde hace unas semanas venimos publicando directamente o conectando con otros blogs un conjunto de estudios sobre la llamada reforma laboral; sus autores son gente de reconocido prestigio: Miquel Ángel Falguera Baró y Antonio Baylos, Wilfredo Sanguinetti y Carlos L. Alfonso, don Lluís Casas y Antonio Álvarez del Cuvillo. Esta bibliotequilla de autores está concebida, sin expurgaciones, ad usum Delphini, perdón: para el uso de los sindicalistas. Quien se detenga a leer sus argumentaciones caerá en la cuenta de que estamos ante unas posturas sólidamente argumentadas; alejadas, por tanto, del berrido mediático. Comparto con una apreciable aproximación las reflexiones y propuestas de tan significativas personalidades. Y, como no tengo el vicio de la humildad, me dispongo a decir la mía con un enfoque diverso desde el mismo salón.


Este paquete de medidas está fuera de estos tiempos. Son, en mi opinión, una antigualla al margen de las grandes mutaciones de época que no responden al actual estadio postfordista en el que aceleradamente estamos entrando. Es más, a pesar de que mucha agua ha pasado bajo los puentes del río Genil desde las modificaciones de la primera reforma laboral, se sigue manteniendo la insistencia en “lo laboral”. Y con el mismo estilo cacofónico de la obsesión legiferante para resolver los grandes problemas de la economía española. O, por decirlo de otra manera: insistiendo en la inflación legislativa. Un inciso: quien vea en estas palabras una animadversión por mi parte al Derecho del Trabajo se las verá conmigo en duelo verbal a las seis de la mañana detrás de la catedral de Parapanda.


Los problemas de España están en la inadecuación de la economía en el tránsito al postfordismo en este nuevo territorio de la globalización. Ahí, ahí está el detalle; el zapaterazo es
agua, azucarillos y aguardiente: una música de ayer. En concreto, el problema a resolver –si quieren palabras mayores-- es el de la la reforma de la empresa como instrumento, aproximadamente capaz, de provocar un cambio de modelo productivo. Sí, aquel enunciado reformador que indicaba aquella Ley –otra vez la Ley como bálsamo de Fierabrás-- que anunció Zapatero y que, bien pronto, se vio que era un comistrajo sin tomo ni lomo.


En esas condiciones, la llamada reforma laboral –además de lo sensatamente dicho hasta ahora por los ilustres comentaristas mencionados arriba— sólo servirá, además de dar por saco a los trabajadores, empleados y funcionarios, para disputa de rábulas, esto es, leguleyos y picapleitos.


Radio Parapanda. "¿Una nueva dirección para la estrategia económica de la Unión Europea?" Informe realizado por Cecile Barbier, responsable de Investigación del . [DESCARGAR PDF]


sábado, 19 de junio de 2010

PRIMERAS REFLEXIONES SOBRE LA REFORMA LABORAL 2010


[El maestro Josep Solé i Barberà]



Miquel Àngel FALGUERA I BARÓ



1. Panorama desolador para el jurista

Ya sé que es un tópico, pero no puedo dejar de iniciar estos apuntes con la famosa frase de
Warren Buffet, una de las tres mayores fortunas del mundo: “Existe la lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando”. Vale la pena constatar, sin embargo, que no es ese un ejercicio de cinismo, en tanto que dicho potentado lo que expresaba era una crítica al regresivo sistema fiscal estadounidense, que castiga más a las rentas bajas (insólitamente, quería pagar más impuestos).


Si profundizamos un poco en esas palabras, creo que puede sacarse una conclusión evidente: el fin del “peligro rojo” –por tanto, la derrota sin paliativos de la izquierda a escala planetaria- determina que estemos asistiendo a la revancha de los opulentos. Y, entre otras cosas, que las clases menos favorecidas de los países con Welfare les devuelvan la parte del pastel que, en su día y ante la evidencia de dicho peligro, tuvieron que soltar.


Y no se trata sólo de dineros: se trata también –especialmente- de derechos. En definitiva, volver a la oligarquía, al gobierno de los hombres ricos libres, y enterrar la democracia (el gobierno de los hombres pobres libres) Hoy somos menos libres que hace veinte años: el voto de los ciudadanos es ahora prácticamente inútil a efectos de determinar las grandes políticas económicas y sociales (ergo, el modelo de sociedad y la distribución de rentas), salvo por lo que hace a pequeños –y controlados- flecos. Porque esas políticas se deciden en cenáculos, que nadie ha votado, conformados por los opulentos del mundo y/o sus testaferros, en un nuevo “internacionalismo” invertido. Y también somos menos libres porque el sistema preoligárquico impide la socialización de cualquier atisbo de pensamiento alternativo. No deja de ser una paradoja que en la llamada “sociedad de la información”, el ciudadano de a pié tenga un menor conocimiento de lo que en realidad ocurre en el mundo que hace, por ejemplo, tres lustros atrás.


Y alguna reflexión merece también el llamado “capitalismo popular” y sus consecuencias morales. Es decir, cómo la codicia se ha generalizado en las clases menestrales y una buena parte de la juventud. El abandono, al fin, de la ética del trabajo y los valores sociales por el enriquecimiento individual rápido y a cualquier precio. Dónde nuestros abuelos pregonaban aquello de “más vale pobre, pero honrado”; nuestros hijos afirman “quién no es rico es un fracasado”.


Esa ciénaga de valores y el modelo preoligárquico en que vivimos comporta que cualquier reflexión crítica debe partir de obviedades (las verdades del barquero). Así, por ejemplo, que las causas de la actual crisis no son imputables a los trabajadores, sino al afán especulativo de las instituciones financieras –en el caldo de cultivo social del “capitalismo popular”-: no ha sido la regulación del mercado laboral la que ha creado la actual situación económica. O que la civilidad –el progreso de la especie- no se rige por riquezas ficticias, sino por los derechos de ciudadanía.


Tras el estallido de la crisis –aunque parezca lejano no han transcurrido dos años- empezaron a sonar voces potentes y calificadas que reclamaban la reforma o la refundación del capitalismo; la necesidad, al fin, de poner límites y reglas a la economía. ¡Qué poco ha durado ese reformismo! Una vez los ciudadanos pagamos los platos de la avaricia financiera, los teóricos neoliberales han vuelto a las andadas, con sus dogmas de pensamiento único.



2. ¿Hay que reformar el mercado de trabajo?



Y ahí está uno de sus más sagrados dogmas revelados por los dioses del mercado: hay que reformar el mercado de trabajo y el modelo de Seguridad Social, porque es necesario crear empleo. No deja de llamar la atención que ese dogma era también una cantinela continuada en la época de las “vacas gordas”, cuando la ocupación crecía exponencialmente. A lo que cabe añadir otra obviedad: el empleo no lo crea la regulación del mercado de trabajo, sino las necesidades de mano de obra que tengan las empresas y, en consecuencia, la situación económica en la que se vive en cada sociedad y momento. Traduzcamos para los ingenuos –entre los que cuento como fervoroso militante- ese dogma neoliberal: “devuélvanme los derechos que la pobreza laboriosa ganó con sus luchas y su sangre, cuando tenía una correlación de fuerzas que le era más favorable, porque las tornas han cambiado”. En definitiva, lo que los juristas llamamos “rebus sic stantibus”.


Mi lógica ingenua me lleva también a otro reflexión paralela: la regulación del mercado de trabajo no es más que la determinación del modelo de relaciones laborales por el que el opta cada Estado. Por eso, desde esa perspectiva, la capacidad de intervención pública en el empleo es limitada. Hay experiencias con altos niveles de ocupabilidad –perdón por el anglicismo- con un sistema de relaciones laborales que, a veces, ronda el para-esclavismo (por ejemplo, determinadas franjas de Estados Unidos), mientras que en otras experiencias el modelo es fuertemente tuitivo y regulador –así, los países septentrionales europeos- con resultados tan o más positivo en la ocupación. Y lo que no es un dogma, sino una realidad empíricamente comprobada, es que en los últimos cinco decenios los países que proporcionalmente más terreno económico han ido ganando son aquellos que han apostado por políticas de formación, de salud y de igualdad –incluyendo la autodeterminación filial de las mujeres-.


Sigue en PRIMERAS REFLEXIONES SOBRE LA REFORMA LABORAL

jueves, 17 de junio de 2010

LA REFORMA LABORAL, ¿REFORMA?


Me he estado conteniendo en mi ansia por comentar la propuesta final (?) del ejecutivo federal sobre la reforma del mercado de trabajo a la espera que personas más solventes que yo desgranaran el grano de la paja. Pienso que eso ya ha ocurrido, incluyendo el ruido avasallador del poder establecido y de la mayoría de los medios en favor de una reforma que no es una reforma y la explicitación sindical del duelo en OK Corral para el mes de septiembre, por lo que puedo circular por otros aledaños menos habituales. Me explico.


Desde hace unos meses los debates en torno a los cambios que deben producirse respecto al modelo de desarrollo y/o crecimiento han sido intensos e infructuosos. Totalmente infructuosos. Algunos ya lo intuíamos o temíamos, pero siempre hay alguna esperanza en la que depositar la razón.


Tanto el poder económico, como el ejecutivo federal, no estaban interesados realmente en cambios profundos a fin de establecer nuevas vías para la economía española. Principalmente unos y secundariamente otros, veían mayores oportunidades en la depredación de derechos sociales, independientemente de si venían al caso o no. Para unos y, tal vez, para los otros, la crisis en su dimensión e interpretación actual es una enorme oportunidad para sacar las tijeras contra los derechos y obtener un buen botín. Así ha sido hasta ahora con los dos paquetes de medidas, la primera de reducción del gasto público y la segunda de ajuste de derechos laborales. Queda una tercera o una cuarta, que no tardarán, sobre las pensiones y la sanidad pública, eso al menos.


Como testimonio de que la realidad es mucho más rica y compleja de lo que nos presentan los medios y los intereses de los poderosos, cito los ámbitos que han quedado descuidados en esa debâcle zapateriana: la reforma financiera (causa profunda de la crisis), la fiscalidad (en regresión desde hace unos años), el impulso a la investigación y al desarrollo técnico (siempre a la cola de las verdaderas prioridades), la formación y la educación (los ejes del futuro improbable), el sector inmobiliario (el cáncer de la economía española), todo eso como mínimo. También hay que citar que respecto a la falta de reforma del sistema financiero tenemos en cambio medidas de transformación de las cajas en bancos, es decir, la transferencia del ámbito social o colectivo al ámbito de la propiedad privada de los activos de las cajas. Eso si está en marcha. Como en Rusia.


La lista citada e inconclusa ex profeso es lo suficientemente digna de tener en cuenta para que en estas tristes horas alguna cosa en esos sentidos se estuviera haciendo e incubando. No parece que vaya a ser así. Y eso requiere explicación.


La causa de todo es siempre la misma: la incapacidad real por parte del ejecutivo federal de encarar solidamente los cambios en la economía española y estructurar una mayoría política y social que apoye y respalde la acción gubernamental. Esas son palabras muy gordas, pues en el fondo se trata de romper de una vez el poder anquilosado de ciertos sectores económicos y sociales que viven, muy bien de monopolios políticos, económicos o sociales.


El gobierno (este y muchos otros anteriores) falló primero porque galopaban en una jaca semi desbocada en términos de especulación financiera e inmobiliaria y obnubilados por el PIB, a pesar de las llamadas de alarma, optaron por cerrar los ojos a la realidad continuando con los espejismos derivados de la especulación. Incluso creyeron que Italia y Gran Bretaña quedarían detrás en la liga del PIB per capita. Locura mesetaria, a fe mía. No supieron o no quisieron ver los riesgos que finalmente los (nos) despeñaron en una crisis que negaron hasta extremos ridículamente infantiles y que les forzó a no hacer lo que debían cuando había tiempo para ello. Malgastaron no solo el tiempo y la oportunidad para las verdaderas reformas, sino que tiraron por la ventana el superávit en forma de reducción fiscal para los ricos y en cheques al portador por una miseria (los 400 del ala y otras hierbas).


Todo eso consta en esta misma hemeroteca, así que pinchamos artículos de hace dos años. Por lo tanto, no es comentario oportunista.


Hoy, sin márgenes de maniobra al uso, el gobierno se ha entregado con armas, bagajes y conciencia a la estrategia de la derecha económica española, reforzada por los comentarios y amenazas de las finanzas locas internacionales y el aplauso mediático que pide cuanta más sangre ajena mejor. Aplauso que se hace sin comprender nada (¿para qué?). Lo han hecho a la vez que el sistema de refuerzos europeos se rompía y dejaba las vergüenzas individuales a la vista en una operación autodestructiva de la UE.


El gobierno incluso ha sacrificado el lento crecimiento reiniciado hace unos pocos meses y ahora también lo hará con una parte del derecho laboral. Seguirán posteriormente, como he anunciado, otros sacrificios por parte de la población excluida de la orgía especulativa. El panorama del modelo de estado democrático, social y ligeramente equitativo se va por las cañerías. El gobierno tira a la basura pañales y niño incluido. El relevo gubernamental, que estará mucho más a la derecha, tiene la autopista despejada de peajes.


Todo ello para nada concreto que produzca desarrollo, ni siquiera para reforzar la posición política frente a unas eventuales elecciones. La cerrazón gubernamental no atiende a que, en estos momentos, son un juguete roto, sin legitimación ninguna. Su programa está hecho trizas, su dignidad política por los suelos y su eficacia, si la hubo, desaparecida. En esencia, hoy deberían convocarse elecciones con urgencia. Cosa que muchos no deseamos frente a la única alternativa existente, conformada por gángsteres, corruptos y débiles de carácter.


El país necesita una nueva senda de crecimiento basada en el desarrollo técnico y científico y en cambio se insiste en el modelo de costes laborales bajos como si la industria y la construcción tradicionales fueran un verdadero futuro. La opinión de la patronal es la de siempre, nada cambia en este mundo formado por dirigentes que no tienen empresas o por otros en estado de subasta empresarial de la miseria. ¿No hay alternativa empresarial a esa claustrofobia mental?


En fin, que si de reforma se tratara, otras reformas no laborales son las prioritarias. De este otro modo, nos llevan al sacrificio sin garantía de ningún beneficio que merezca tal nombre.




Lluis Casas, comprando oro antes de que se encarezca más.




Radio Parapanda. Nuestro enviado especial, Simón Muntaner, nos informa del
ENCUENTRO UNIVERSIDAD - SINDICATOS . Nuestro corresponsal nos ha facilitado el Texto de la declaración: http://www.nuevatribuna.es/pdf/declaracion-16-junio.pdf





Radio Parapanda. Sección Libros: HOMERO, ALBERTO MANGUEL Y LA EDITORIAL DEBATE

lunes, 14 de junio de 2010

... Y POR PROCEDIMIENTO DE URGENCIA


[Montserrat Avilés, madre del iuslaboralismo]


El núcleo fuerte de las medidas que piensa poner en práctica el Gobierno supone una modificación substancial de dos aspectos de tanta envergadura como el despido y la negociación colectiva, entre otros. De un lado, la facilidad con la que el empresario se puede desembarazar del trabajador sin control judicial en una especie de moderna Lettre de cachet; de otro lado, la práctica desaparición de la causalidad en los llamados despidos económicos.


También en lo atinente a la jornada y tiempo de trabajo se produce una discontinuidad a favor del empresario, como muy bien ha observado el profesor Trillo Párraga en
PRIMERA OPINIÓN SOBRE UN ASPECTO PARCIAL DE LA DEFORMA LABORAL. Más todavía, el Gobierno (que vergonzosamente se esconde en una falsa equidistancia entre los sindicatos y la patronal) agrede lo que es la clave de bóveda de las relaciones laborales, esto es, la autonomía de las partes para un libre ejercicio de los procesos contractuales.


En esas condiciones, de no remediarse, se va a producir un cambio de metabolismo hacia un modelo autoritario de relaciones laborales al acentuarse el poder empresarial en el centro de trabajo tanto en los despidos como en materias sensibles de la negociación colectiva. Es, además, un ataque en regla al Derecho del Trabajo, una de las grandes conquistas de civilización y uno de los logros más relevantes del pasado siglo. Dígase con claridad, el Gobierno ha asumido, no resignadamente, todo un chillerío autoritario de culpabilización del derecho del trabajo al que se acusa ideológicamente de ser una rémora histórica y uno de los causantes de los procesos de destrucción del empleo. En ese sentido, la operación no es otra que el traslado de las principales tutelas iuslaboralistas hacia el arsenal iusprivatista más rancio. Pero, comoquiera que sería realmente perjudicial la absoluta desforestación del Derecho del trabajo, la idea es obligarle a que sea una zona periférica del Derecho civil. Más en concreto, obligar a Gino Giugni y Francesc Casares –socialistas de pro y honor de la izquierda— a dejar los bártulos iuslaboralistas y abrir bufete de civilistas. Vale la pena, en ese sentido, recordar que Massimo D´Antona decía que “el derecho laboral es un derecho que tiene una anomalía: la llamaba post positivista, aunque [anomalía] salvífica porque “le añade la singular capacidad de adherirse al tiempo de los cambios sociales”. Exhibiendo el gusto del herético que prefiere el antidogmatismo, el antilegalismo y el antiformalismo.


Pues bien, tanta mudanza se pretende hacer por la vía del decreto urgente y posterior convalidación en una sesión exprés en el Parlamento. Como quien dice, de manera rutinaria. Aunque bien visto, parece lógico que a unos contenidos autoritarios le corresponda un procedimiento bastardo. Una lógica perversa: si la reforma amplia las posibilidades del llamado “despido expres” (como escribe Antonio Baylos), la técnica parlamentaria debe ser acorde con ello.



Así las cosas, habrá quien siga preguntándose sobre la crisis de la izquierda. Zapatero, de te fabula narratur. No le den más vueltas (académicas o chusqueras) a la crisis de la izquierda. El contenido de la reforma y el método para llevarlas a cabo explican claramente dónde está –aproximadamente, claro— una parte considerable de la explicación.

domingo, 13 de junio de 2010

PRIMERA OPINIÓN SOBRE UN ASPECTO PARCIAL DE LA DEFORMA LABORAL


Hemos visitado al profesor Francisco José Trillo y Párraga con la idea de que nos dé una primera impresión sobre el documento del Gobierno. Le hemos preguntado por la MODIFICACION SUSTANCIAL DE LA DISTRIBUCIÓN DE LA JORNADA TRABAJO.



Metiendo bulla.-- Profesor Trillo, tenemos interés en que personalidades relevantes del mundo del Derecho del Trabajo den su opinión sobre el documento (dicen que definitivo) del Gobierno sobre la reforma laboral que, jocosamente, nosotros denominamos la deforma. Así, a bote pronto, ¿qué opinión le merece la modificación de la distribución de la jornada de trabajo?

Francisco José Trillo.-- La inclusión expresa de la distribución de la jornada de trabajo en el art. 41 ET supone un cambio sensible respecto de la regulación actual, en el sentido de que hasta la reforma en ciernes este aspecto de la jornada de trabajo se reservaba exclusivamente a los sujetos negociales en el ámbito estricto del convenio colectivo o del acuerdo entre el empresario y los representantes de los trabajadores (art. 34.2 ET). Con la inclusión de la “distribución irregular” en el apartado b) del art. 41.1 ET y el procedimiento previsto en el apartado 6) -condiciones de trabajo de carácter colectivo provenientes de convenio colectivo o pacto colectivo- en relación con el apartado 4) del Documento de Reforma -período de consultas no superior a quince días- se vacía de contenido el convenio colectivo en la materia en los siguientes términos:

- El art. 34.2 ET pierde toda su virtualidad, control y negociación de la distribución irregular de la jornada de trabajo, ya que cuando se hubiera previsto una distribución irregular por aquella vía, el empresario podría acudir al art. 41.6 ET con el fin de alterarla y, una vez realizada la consulta, proceder a su modificación. Nótese que aquel control colectivo de la distribución irregular de la jornada de trabajo presenta especial afectación en relación al cómputo de la jornada ordinaria y, como reflejo, al de las horas extraordinarias.


- En segundo lugar, cabe destacar cómo el empresario, a través de esta novedad legislativa, no necesitará llevar a la negociación colectiva esta materia, ya que en aquellos casos donde no se hubiera adoptado un régimen irregular de la jornada de trabajo, el empresario podrá modificar unilateralmente esta condición de trabajo introduciendo una cadencia irregular en la jornada.

En suma, se trata de una medida que camina en dirección contraria a la pretendida flexibilidad negociada.

Por otra parte, este tipo de modificación unilateral de la distribución irregular de la jornada de trabajo deja sin efecto el AENC 2010-2012, puesto que de lo que se trataba era de condicionar la introducción de dosis de flexibilidad interna negociadas en función del uso controlado de la temporalidad. Es decir, el pacto control de la flexibilidad en la entrada a cambio de flexibilidad interna quedaría sin efecto, ya que el empresario podría decidir esta flexibilidad interna unilateralmente. Por lo que más allá de la afectación del instituto de la jornada, proyectaría efectos sobre el control de la temporalidad.

Metiendo bulla.-- Gracias, profesor. Usted sabe que nuestras conocencias tomarán buena nota de lo dicho.

martes, 8 de junio de 2010

MALDITOS TIEMPOS. Angel Rozas como telón de fondo




Nota editorial. Una pluma alquilada ha escrito un artículo lamentable a propósito de la muerte de Ángel Rozas en Avui Paper Diàleg. Tiene la palabra quien le responde adecuadamente. [Se hace notar que el diario Avui ha rechazado la publicación de este artículo]



Miquel Àngel FALGUERA BARÓ
Magistrado Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya
Profesor de la UPF

Malditos sean los tiempos que hacen necesario recordar la obviedad. Esta es una maldición lamentablemente más viva que nunca, en un periodo histórico en el que el voto de los ciudadanos sirve poco para determinar las políticas económicas y sociales. Un tiempo en el que el pensamiento crítico –tan necesario, aunque esté equivocado— para que la sociedad avance mediante el debate colectivo y, en consecuencia, en la civilidad, es menospreciado y cualquier reflexión se limita a tópicos, apriorismos y frases hechas.


Pues bien, permítanme que recuerde obviedades. Que la democracia es el gobierno de los pobres hombres libres. Y que la oligarquía es el gobierno de los hombres ricos libres. Lo dice Aristóteles. De estos mimbres –que algunos preservaron en tiempos obscuros-- surgió el concepto moderno de democracia. Es decir, “libertad, igualdad y fraternidad”. Por tanto, contra lo que pueda parecer, porque la simplicidad conceptual es el pan nuestro de cada día-- democracia no es solamente libertad. Es también igualdad. Y es también fraternidad, vale decir, el reconocimiento por la sociedad del derecho de todo ciudadano a desarrollar todas sus potencialidades como ser humano o, como afirmaban los padres constituyentes norteamericanos, el derecho a la felicidad. Nadie puede ser libre si no puede decidir su futuro; no sólo una nación, también los individuos.


¡Qué simple es equiparar comunismo y fascismo! Es un buen ejemplo de la simplicidad conceptual a la que antes hacía referencia. Estos análisis olvidan, sin embargo, que el comunismo, como el socialismo, bebe de las fuentes de la Ilustración, aunque sitúa su énfasis en la igualdad, a diferencia del liberalismo, que sólo reflexiona en clave de libertad. Por el contrario, el fascismo –al igual que el nazismo o el franquismo-- lo que negaban (no sé si utilizar el tiempo pasado o el presente) es precisamente la Ilustración y la democracia.


Ciertamente del comunismo que llegó a gobernar –el comunismo de las pesadillas, que decía Manolo Vázquez Montalbán— surgieron regímenes opresivos y leviatanes genocidas. Pero ahora no se trata de entrar en el debate pueril de quién ha producido más muertos a lo largo de la historia: si el del llamado modelo colectivista o los sistemas liberales. Esta es una dialéctica, que muchos cultivan, que evidencia de nuevo el simplismo ideológico que nos inunda.


Pero también existió el comunismo de los sueños. El de aquellas personas que sacrificaron su vida, su libertad, su integridad física, su futuro profesional y económico, e incluso sus familias por un concepto de democracia que situaban la centralidad en la igualdad y la fraternidad. He conocido muchos de comunistas ilusos. Son –prácticamente ya se puede decir que “eran”, ya que la mayoría ha muerto sin ningún tipo de reconocimiento-- personas extraordinarias que un buen día decidieron poner a disposición de los demás todas sus capacidades y su propias personas. Ciertamente, en determinados momentos obviaron el concepto de libertad. Pero lo hicieron en situaciones en las que la gente se moría de hambre, de enfermedades que mataban sus familiares y amigos, lo que no pasaba con los ricos. Y posteriormente, cuando la situación económica eliminó estas situaciones tremendas, reivindicaron en las calles la libertad, poniendo en riesgo sus vidas.


Estas reflexiones vienen a cuento de un artículo publicado por Agustí Colomines, comentando la muerte de mi amigo y maestro Ángel Rozas. Persona que conocí cuando yo era estudiante de Derecho y militante del PSUC y empecé a dar cursos de formación sindical a los afiliados de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya, una actividad de la que Ángel era responsable, en los inicios de la transición.


Ángel fue la clara expresión –entre otras muchas personas dignas que he conocido-- de aquellos individuos que lo sacrificaron todo por un concepto de democracia integral; que no sólo se basa en ir a votar de vez en cuando, sino el gobierno de las cosas por los pobres hombres (y mujeres, claro) libres. Lo reitero por si alguien lo ha olvidado: Aristóteles.


La muerte de Ángel –una persona sin la cual difícilmente se puede entender gran parte de la resistencia de los trabajadores al franquismo, o por qué Comisiones Obreras lleva por nombre aquí Comissió Obrera Nacional de Catalunya, entre otros muchos aspectos— merecía una resonancia mediática más significativa que la que ha tenido. Porque era una persona digna que dedicó, prácticamente desde su infancia, la vida a los demás, a la sociedad, a los valores republicanos de libertad, igualdad y democracia. Lo que resulta paradójico es que este diario [Avui] haya dedicado más espacio a incluir una crítica actual a los partidos políticos que directa o indirectamente siguen la tradición histórica del PSUC, como es el caso del señor Colomines que a la explicación de quién era Rozas. Ángel no se lo merecía.


Porque estoy hablando de una persona –para los que no le conocían: físicamente era un enano-- que vivió la miseria extrema en su familia; que llegó a Barcelona con catorce años, que aprendió a leer como los autodidactas; que organizó a principios de los años cincuenta más de doscientas personas en el PSUC, aunque todavía no había conectado con dicho partido de manera orgánica; que fue detenido en numerosas ocasiones; que padeció torturas, prisión y exilio. Estoy hablando de una de las personas más libres, sinceras y antisectarios que he conocido en mi vida. Utilizar su muerte para hacer una crítica de una parte de la izquierda de este país, sin explicar quién era Ángel, me parece un ejercicio lamentable, especialmente cuando lo firma como historiador.


Es verdad, la Internacional se cantó en castellano en el acto del adiós de Ángel. Probablemente porque él se expresaba en esa lengua. Pero resulta extraño que un asistente al mencionado acto obvie lo que explicaba en su intervención José Luís López Bulla: cómo la policía franquista lo maltrató a él y a su compañera, Carmen Jiménez (otra persona digna) el 11 de setiembre de 1967 cuando los trabajadores encuadrados en Comisiones Obreras se manifestaban en la calle en defensa de las libertades nacionales de Catalunya. Mientras tanto, otros lo miraban desde los balcones, recordando que hacía algunos años habían cantado el Cant de la Senyera en el Palau de la Música.


Si yo dicto mis sentencias en catalán –y, por eso, me cae lo que me cae— lo hago, convicciones personales a parte, porque Ángel fue mi maestro.


Reitero, malditos los tiempos en los que se ha de recordar lo que es obvio. Malditos los tiempos en los que la muerte de uno de los mejores ciudadanos de Catalunya no ha tenido prácticamente ninguna resonancia mediática, sólo –como es el caso-- para su utilización política en detrimento de unas determinadas opciones electorales.


Cualquiera puede justificar su trayectoria política con los argumentos que quiera. Estamos acostumbrados ya a los saltimbanquis. Pero, por favor, que no se utilice la muerte de una persona digna para espurios intereses personales. Incluso toda la simplicidad argumental tiene límites éticos.




Traducción del original catalán (
MALEÏTS TEMPS) a cargo de Félix Mármol de Macael.


miércoles, 2 de junio de 2010

GRACIAS POR TODO, CAMARADA. Homenaje a Ángel Rozas



Miquel Ángel Falguera i Baró (Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña)


Siempre he tenido la impresión de que, en el último momento, he fallado a mis referentes personales. Pasó con Josep Solé Barberá, a quien no fui a ver al hospital en su día por problemas de trabajo y amoríos, aunque por esta última causa seguro que él me perdonó (el viejo socarrón en un funeral católico solemne, enterrado con su cazadora de comisario político, desternillándose de risa). Pasó también en el entierro de Luís Salvadores: aún recuerdo el comentario que hicimos con Elvira Posada: no se cantaba La Internacional y no nos atrevimos a iniciar nosotros el canto (a veces, aún se me aparece Luís por las noches y me lo reprocha).


En tu caso, querido maestro, siento no haberte ido a ver más veces en tus últimos días. Aunque sí he estado contigo pocos minutos antes de tu muerte. Y he podido abrazarte. Y despedirme de ti.


Luego, volviendo a casa, antes que Javier Tébar me llamara para darme la noticia (esperada, pero aún así terrible), he estado pensado en todas las cosas que vivimos juntos hace más de treinta años. En nuestros viajes, en tus historias de viejo militante antifascista (que tanto deslumbraban a aquél casi adolescente imberbe que era un servidor). Pero, sobre todo, he estado pensado en tu sentido de la dignidad. Y en la dignidad de tantos como tú. Porque, diga lo que diga el poema de Cernuda que tanto te gustaba, los testigos irrefutables de toda la nobleza humana no fuisteis uno. Fuisteis muchos.


Y andando por las calles en esas cuitas, no he podido menos que constatar el fracaso de mi generación. Porque, querido maestro, tú –y aquellos otros dignos-- nos entregasteis un mundo lleno de esperanza. Nosotros entregamos a los que vienen un mundo lleno de mediocridad, oprobio y falsedades. Vosotros pudisteis cambiar el orden de las cosas –¡faltó tan poco!-; nosotros no podemos ni cambiar con nuestro voto las políticas que imponen organismos oligárquicos que nadie ha votado, ni votará jamás. Tú y aquellos otros dignos fuisteis libres, aunque vuestra libertad os llevará a la cárcel. Nosotros creemos ser libres en la mayor alienación colectiva de la Historia.


Vosotros os llamabais comunistas –con orgullo, aunque ello estuviera prohibido-. Nosotros no sabemos ni cómo llamarnos. Sin embargo, yo sigo afirmando con orgullo y aunque suene desfasado que soy comunista. Es lo menos que os merecéis como homenaje Solé, Luís, tú mismo y aquellos otros, tantos, dignos. Aunque también en esa denominación existe un motivo oculto: dar sentido a la vida cuando uno llega a la madurez.


Recuerdo que aquél joven que yo era le preguntó al maestro qué era ser comunista. Y el maestro –tú mismo, Angel- enarcó la ceja y frunció los labios (como hacías siempre antes mis preguntas necias) y soltó: “a veces pienso que ser comunista consiste en poner la cara por los demás, sabiendo que te la van a romper”. Nunca lo he olvidado: me han partido la jeta muchas veces. Y eso –esas heridas de solidaridad con los otros- han dado sentido a mi existencia.


Por eso comprendo –y envidio- tu entereza ante la muerte. Porque tu vida ha sido plena y llena de sentido. Y cuando uno, al final de los días, ha hecho lo que tenía que hacer, la muerte no es más que una anécdota.


Gracias por tu ejemplo, compañero, amigo y maestro. Gracias por todo, camarada.


Radio Parapanda. En la voz de Andrés Querol: Ángel Y Prado Alberdi en: Ángel Rozas, un pequeño gran hombre. Antonio Baylos en: HA MUERTO ANGEL ROZAS, FUNDADOR DE LAS COMISIONES OBRERAS CATALANAS