viernes, 30 de abril de 2021

Madrid se nos está yendo

«Madrid se nos va», afirmó Pasqual Maragall ante unos atónitos oyentes. Alguien dijo desconsideradamente que era una de tantas maragalladas. Este caballero tendría que pedir disculpas, porque –tal como se están poniendo las cosas--  Madrid se nos está yendo: el Madrid que tiene en la cabeza una relevante fracción del Partido Popular, que tiene a Ayuso como prima donna.

Premisa

Esto es una hipótesis temeraria, que no descarto. En  Madrid se está creando una espuma identitaria, cuya fuerza de propulsión está en la presidencia de la Comunidad y sus atalajes. Se trata de un amasijo de formulaciones de raíz castizo—populistas, cuya intención es hacer de Madrid una especie de Encomienda al margen del Estado, al menos mientras exista un gobierno que no sea, según ellos, amigo. Se trataría de un nuevo  Madrid: una Verbena de la Paloma 5.0. Barra libre para una vida libertariana en lo económico, político y social. Carlos Arniches pasado por el agua de los Chicago boys.

Espuma identitaria, de momento, que viene dosificada en pexiglás desde el puente de mando. Que se está administrando de manera rápida. En tiempos antiguos la formación de identidades era un proceso complejo y, sobre todo, lento. Hoy, por ejemplo, el fenómeno instantáneo de un tuit puede construir un boceto de identidades en menos que canta un gallo, las nuevas y novísimas tecnologías –ya lo dijo don Hilarión--  «avanzan que es una barbaridad».

Conclusión de esa lógica

Pues bien, si en Cataluña una grandísima parte de la izquierda estuvo contagiada por el nacionalismo identitario (todavía no se ha salido plenamente de ese planeta); si en Andalucía algunos herederos de la Enésima Internacional han asumido el ´hecho nacional andaluz´… --dispensen ustedes--  ¿puede poner alguien las manos en el fuego de que en Madrid no aparecerán taifas izquierdosas nacionalistas porque eso es lo rentable electoralmente? Ya lo saben: se sabe cómo empieza la espuma, pero no sabemos cuándo eso se convierte en mar montañosa.

Una sugerencia sin cargarles a ustedes el iva: no echen en saco roto estas consideraciones.

 

 

jueves, 29 de abril de 2021

Las consecuencias de tirar a Togliatti por la ventana

La mayoría de los analistas políticos han pasado casi de puntillas ante un dato que nos proporciona el Centro de Investigaciones Sociológicas. A saber, el 78 por ciento de los votantes madrileños del Partido Popular prefiere a Vox como socio y no a Ciudadanos. Se explicaría, pues, que Madrid sea el campo de Agramante de la situación española, tras –desde hace un tiempo-- la irrelevancia de la presión de los diversos taifas del independentismo catalán. Cataluña es una olla de agua hirviendo; Madrid la supera.

Estamos ante un problema: de un lado, por la concreta relación de fuerzas que puede provocar esa amplísima decantación –no ya solo del grupo dirigente-- del electorado del partido popular; de otro lado, por las repercusiones, de todo tipo, de ello en toda España. Esta es una novedad que merece ser estudiada y analizada (lo segundo sin lo primero es agua de borrajas) por las izquierdas, hasta ahora un tantico distraídas en menesteres elípticos. Dato importante porque indica la irradiación superlativa de la liza electoral de una comunidad autónoma (Madrid) a todo el territorio español.

Desde luego, es de cajón que Ciudadanos se está mereciendo  este baño de insignificancia sostenida. A pagar el pato, pues. Pero, así las cosas, la hipótesis de que dicho partido pudiera sentar las bases de un centro político (que hasta ahora ni Rivera quiso y Arrimadas no se ha empeñado en ello) es pedir peras al olmo. Y de ahí, su primera conclusión: las capas medias españolas entrarían en un preocupante proceso de derechización política. Con lo que ello comporta de desafección de las capas medias de los planteamientos de la izquierda, incluso reformista. Ocurre, sin embargo, que así como aquel tamayazo, que propició un nuevo ciclo político en Madrid de aquella derecha, ahora  podría darse el caso que surgiera otro nuevo ciclo de aquella derecha de antaño, transformada ahora en un amasijo de antipolítica y nihilismo, populismo y extremado autoritarismo. El objetivo: la transformación de lo público en manos privadas a mayor gloria y sustento de Mister Parné.

Algunos se precipitaron en tirar por la ventana a Palmiro Togliatti; ahora pagan las consecuencias. 

 

miércoles, 28 de abril de 2021

Contra crispación, sosiego


 

 

Tengo la impresión de que se oyen pocas voces que llamen al sosiego. Las noticias y reportajes en los diversos medios nos traen el clima de extremada aspereza política y social que realmente se vive en Madrid y Cataluña. Las voces que faltan para decir la suya no lo hacen –entiendo yo— por equidistancia sino porque están a la expectativa.

La bronca superlativa provoca que, por ejemplo, se esté dando escasísima atención a un dato relevante: el cien por cien del grupo etario de los mayores de 80 años ya está vacunado contra el covid y el 64 por ciento haya pasado ya la segunda vacuna. Lo que vende mediáticamente son los elementos –dramáticos algunos de ellos--  que están perturbando la política y la convivencia. No alcanza, sin embargo, su debida atención que el Consejo de Ministros haya aprobado el plan de los 140 mil millones de euros de los fondos europeos contra los efectos de la pandemia. Esto tampoco vende. Es la lógica de lo extravagante: no es noticia que un perro muerda a una persona, pero sí lo es que una persona muerda a un chucho.

Los medios no están haciendo pedagogía de masas. En el mejor de los casos, pocos, hacen de notarios fidedignos de lo que está sucediendo; por lo general o bien practican el tremendismo o bien azuzan sin orden ni concierto en clave nihiista. Cuando hablo de ´pedagogía´ no me refiero a ocultar las noticias; estoy hablando de la necesidad de sosegar, calmar a la opinión pública. Y, especialmente, a no agobiarla. ¿Es necesario que el ochenta por ciento de los telediarios se dedique a informaciones sobre el covid?

Es necesaria esa pedagogía de masas cuando leemos que el 90 por ciento de los españoles «no confía en los partidos políticos», según comunica el Eurobarómetro de la Comisión Europea.

Atención, Madrid: procura no convertirte en el espejo cóncavo de Cataluña.   Porque puedes ir entrando en la decadencia.

martes, 27 de abril de 2021

Sant Jordi no pinta nada de nada


 

Vivimos tiempos chocantes en Cataluña. Ni siquiera sant Jordi –con ser sant Jordi— ha sido capaz de que, en su onomástica, las fuerzas independentistas, aparentemente encargadas de formar gobierno, llegaran a un acuerdo. Las hipótesis, en clave de humor de algunos de mis amigos, de la posibilidad de acabar esa diada con el pacto de Sant Jordi, era puro cachondeo. Y es que al empantanamiento crónico de la situación le corresponde el estancamiento, también crónico, de todo tipo de pacto o apaño. Este estancamiento del desacuerdo es la novedad de unas semanas a esta parte de la vida política del independentismo catalán. Una situación que afecta, no solo a los directamente implicados (ERC y Waterloo) sino al conjunto de la ciudadanía. Nadie en el puente de mando, nadie en la sala de máquinas: la dotación y sus mandos están o bien en la cubierta o bien en el ambigú de la nave.

Afecta y mucho. Este domingo pasado se han puesto solamente 1.100 vacunas y sólo 40 segundas dosis. Más todavía, amigos tengo que han recibido aviso, siendo de Calella de la Costa, para vacunarse en pueblos de Tarragona. Amigos tengo que han conseguido reducir esa distancia y poder vacunarse en Blanes. No han sido pocos. Caos y desbarajuste, pues.

Así las cosas, el que administrativamente parece ser el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès García, ha declarado que se pone el frente de la negociación para formar gobierno. Ya veremos. Este Aragonès quiere rematar la faena con rapidez, pero en Waterloo hay banderías distintas y contrapuestas. A su frente está el politólogo  Jordi Sánchez que manda en la organización solamente para decir no. Para  el hay que contentar  a todo el arca de Noé de Waterloo. Lo que me hace recordar viejos tiempos: para decir no bastaba el acuerdo entre Pepe y Paco. Para dar el consentimiento (la firma, por ejemplo) era preciso, según las costumbres más arraigadas, un baño de democracia. Cosa chocante: autoritarismo en la bicefalía, de un lado; oclocracia, de otro.

lunes, 26 de abril de 2021

Madrid en abril, broncas mil


 

El maestro Enric Juliana, hablando de la  inquietante situación política madrileña dice que se ha pasado «de la terraza a la trinchera». Juliana es una persona temperada y tiene el sosiego intelectual que da la sabiduría recibida de sus maestros. «De la terraza a la trinchera» es el íncipit de su artículo de ayer, domingo, en La Vanguardia. Es una formulación brillante y aproximada de los acontecimientos madrileños. Con todo, un servidor no sabría discernir la distancia de dicha frase con lo realmente existente. Aproximada, ciertamente, pero no sabría decir hasta dónde.

Lo cabalmente cierto es que la campaña electoral del 4 de Mayo ha agudizado el diapasón del clima, extraordinariamente áspero, que se vive en Madrid. Tengo para mí que esa situación es la más preocupantemente grave de cuantas lizas electorales se han dado desde 1977. Una situación con momentos de violencia física, palabrerío amenazante y gestos inauditos como el envío de ese sobre con balas al Ministro Marlaska, Pablo Iglesias y María Gámez, directora general de la Guardia Civil. Es una coyuntura que alcanza el momento de mayor paroxismo con la tristemente célebre intervención de la Monasterio (Vox) en la SER. Monasterio que, fundamentalmente, expresa en ese debate radiofónico la exasperación porque las encuestas le dan unos resultados paupérrimos. Téngase en cuenta que ese momento de altísimo voltaje se produce tras conocerse los resultados de la encuesta del CIS que explica que todavía pueden haber sorpresas favorables a la izquierda. Necesita, por lo tanto, echar gasolina a un edificio que ya está suficientemente recalentado. Los sucesos ya los conocen ustedes al detalle.

La verdad sea dicha: el clima político de Madrid –sea exagerada, metafórica o como quiera que sea la expresión «de la terraza a la trinchera»-- es realmente calamitoso. Pero, más preocupante todavía es que haya quienes piensen que por fas o por nefas ese clima le es rentable electoralmente: Ayuso, empujando a Monasterio a la bronca desesperada y ésta pensando que las bravuconadas histriónicas pueden ir rebañando adhesiones –votos--  del alma de los apostólicos. La una y la otra procurando traducir al carpetovetonismo el gran embrollo que creó Trump y sus secuaces.

Así las cosas, tengo una preocupación que no se me quita de la cabeza: las izquierdas madrileñas no están suficientemente armadas antes y durante (por lo menos hasta ahora mismo) esta campaña. Un sector de la izquierda entendió, sí, que frente al climax, peristálticamente violento, de Ayuso—Monasterio había que responder con «a las cosas, a las cosas, a las cosas». Otro sector prefirió poner el acento en los peligros del fascismo y en reforzar el antifascismo. Ángel Gabilondo, hombre prudente confundió en los primeros momentos la campaña y la confrontación con un seminario en La Sorbona sobre la Ética a Nicómaco.

La calculada y programada provocación de Monasterio en el debate de la SER establece una cesura en la campaña: la audiencia puede oír que Monasterio puede provocar que Iglesias abandone la discusión y, más tarde, lo haga igualmente el resto de la izquierda. Y más todavía, esa intervención de Monasterio, previamente calculada, consigue que se anulen todos los debates electorales en la comunidad de Madrid. Lo que, a los pocos entendidos en estas lides, nos parece que a quien perjudica realmente es la izquierda.

Otra derivada es: que, a partir de ese momento la izquierda no hable de «a las cosas», sino del problema de «o democracia o fascismo». Las vanguardias políticas de las izquierdas han picado en el anzuelo que los estrategas de Vox lanzaron a ver qué pasaba. Estos seguirán con las letanías apostólicas, mientras que las izquierdas, abandonando «las cosas», responderán a su vez metafísicamente.

Todavía es posible rectificar y volver «a las cosas, las cosas, las cosas». Todavía.

Mis amigos, conocidos y saludados de Madrid harán bien en meditar con premura el fenómeno Biden. Este anciano presidente supo, desde el primer momento (y así lo dijo en su primera comparecencia la noche de su triunfo electoral), que la recomposición del pueblo norteamericano –o sea, reducir el trumpismo y sus circunstancias— pasaba por la fisicidad de las cosas de la vida.

Oigan, ¿se han informado ya ustedes de las grandes realizaciones de Biden en sus primeros 100 días? Digo realizaciones, no promesas. En los terrenos de la lucha contra la pandemia, económicos, sociales y en lo atinente a la cuestión ecológica?

En concreto, todavía hay tiempo para cambiar lo «de la terraza a la trinchera» por lo de «de la política a las cosas de comer». Pero tal vez lo que digo sea la consecuencia de un setentón que empieza a tener más alifafes que ideas juiciosas.

viernes, 23 de abril de 2021

La victoria de Madrid el 4 M no es imposible

Tengo la extraña sensación de que la izquierda madrileña  concede  la victoria en las próximas elecciones a la derecha ultra de  la señora Ayuso porque  así lo manifiestan los augurios de los mentideros del arco iris de las parrillas televisivas del enjambre mediático patrio. El problema de fondo, según  parece, es que se atribuye a la izquierda que, primero,  poco tiene que rascar y, segundo, que sus intereses están en saber el orden  en que quedará el recuento de los votos.

Vale la pena señalar que todo ello se ha ido configurando sin datos, sino con sólo sensaciones y emociones que, de manera rutinaria, se han ido trasmitiendo  «de las musas al teatro», no necesariamente subvencionadas para primar a la derecha sino para apostar publicitariamente por un caballo ganador que aparentemente podía ser, según esos cálculos Isabel D. Ayuso. Serían los intereses autónomos de las corporaciones mediáticas de las emisoras de radio y televisión.

Sea como fuere, sería un  error caballuno que la izquierda madrileña diera por sentado, de entrada, que el 4 de Mayo el Partido Apostólico se hiciera con el matalotaje del Parlamento de la región de Madrid. Creer que será así tiene la misma lógica que confiar beatíficamente en la credibilidad de la profecía de la encuesta del CIS, dirigida por Tezanos.

Primeras conclusiones siempre provisionales: no necesariamente son infundados los rumores –ha leído usted bien, rumores— de que  la tal Ayuso puede ganar las elecciones. Ahora bien, el CIS habla también de rumores, que en este caso son contrastados. Atribuye un empate técnico a los litigantes.

Pero, sea como fuere, no sé muy bien por qué, pero tengo para mí que a más participación, mayor serán las expectativas de que las izquierdas ganen las elecciones del 4 de Mayo.

Ahora bien,  oído cocina: quien mantenga el espíritu a media altura no podrá levantar el gallo a la derecha.

 

 

jueves, 22 de abril de 2021

La Superliga: Florentino y Laporta


 

Entenderán ustedes que no hable de Florentino Pérez: no tengo dinero para pagar a un abogado y no me gusta escribir olvidando las cosas que, para mi paladar, son las más gustosas. Me impongo, pues, un silencio cartujano; plumas más autorizadas escribirán sobre este caballero. Hoy, por ejemplo, John Carlin lo hace en El País; da gusto leerlo.

Pero sí gastaré unos cuantos renglones para hablar de Joan Laporta, el pintoresco presidente del club que, según un antiguo directivo no menos pintoresco, «da el nombre a la ciudad»; o sea, el FC Barcelona que tantos dolores de tripas provocó a Manuel Vázquez Montalbán.  El Barça que, a mis diez años, provocaba el enfrentamiento con mi padre, Pepe López, que era feligrés del Atlético de Bilbao, porque –decía—era el único equipo que no tenía extranjeros en su plantilla.

Joan Laporta formaba parte, al menos en apariencia, del núcleo fundador de ese vestiglo que ha presidido durante cuarenta y  ocho horas el mencionado Pérez. Joan Laporta junto a la crema de la alta nobleza del fútbol europeo; una aristocracia con vara alta y relaciones de poder con las finanzas –opacas, translúcidas y de escaparate— y la política: una aristocracia con relaciones con el mundo de las apuestas deportivas.  

Joan Laporta, compartiendo tribuna, reservado de restaurante y covachuelas inquietantes con Agnelli y otros: el intento de Ministerio de Economía de la Unión Europea en la sombra.  

Con todo, lo sorprendente es que este caballero –independentista en el sístole y su contrario en el diástole--  haya querido participar en una operación, llamada pomposamente Superliga, que, bien mirado, es la antítesis del nacionalismo. Aunque, ¡ojo al Cristo!, el vínculo entre el nacionalismo de Laporta y la operación de Florentino es la secesión de los ricos: el poder y la ´soberanía´  de los potentados.

Que la llamada Superliga se escape de los cánones del nacionalismo parece lógico. Pero no lo es que a dicho club, que nació y murió en menos que canta un gallo, quisiera pertenecer este Joan Laporta. En todo caso, la explicación más apropiada sería la que ofrece el texto bíblico: «Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda». O sea, el dinero es global mientras que el corazoncito es de campanario.  

miércoles, 21 de abril de 2021

Jordi Pujol en el banquillo


 

Todo el complejo político—institucional de la Justicia se vio ayer sobresaltado por un fuerte seísmo cuyo epicentro fue la Audiencia Nacional. Crujieron, por lo que sabemos, los mechinales de todos los juzgados de la piel de toro, tras la decisión de la Sala de lo Penal de sentar en el banquillo al conjunto de la familia Pujol – Ferrusola. ¿Tarde? No, muy tarde. Pero, en fin, así están las cosas.    

En todo caso, vale la pena recordar que la amenaza de Jordi Pujol en su famosa comparecencia en el Parlament de Catalunya ha caído en saco roto: más o menos vino a decir que quien meneara las ramas de los árboles podría encontrarse con la caída de miles de pajarillos. Ha sido el revés, los pajarillos –más bien, pajarracos--  han ido cayendo, algunos a docenas, y finalmente el otrora poderoso Jordi Pujol parece ser una de las guindas más espectaculares de la reciente historia de la corrupción.

Conmoción, también, en toda la vida política: tengamos la osadía de señalar que la impunidad es una cosa cada vez más rara en nuestro país. Hace años la impunidad estaba a cascoporro, ahora ha cambiado sensiblemente.

Conmoción en amplios y significativos sectores de independentismo catalán. Que, en esta ocasión, ni siquiera pueden tirar de la cacofonía para justificar al confuso mago de las finanzas que, a partir de un momento dado, se disfrazó de primer dirigente del nacionalismo catalán para no infundir sospechas.

Ojo al Cristo, Waterloo: también vosotros habéis achacado a Pablo Casado que viene de las raíces y corrupciones de sus antecesores en el Partido Popular. Es cierto. Pero esa lógica maciza vale también para vosotros mismos: vuestro origen es el mantillo de las macetas que plantó Jordi Pujol y del humus de sus corrupciones personales y del conjunto de aquel partido que se llamó Convergència, que fue cambiando de nombre como intento de hacerse perdonar las relaciones de su oscura política con el parné.

Conmoción en los palacios de justicia y en los chambaos de los juzgados de guardia; conmoción en ciertos sectores de la vida política, que ven con cierta perplejidad que la impunidad  va escaseando.

 

lunes, 19 de abril de 2021

Viva el socialismo!


 

Thomas Piketty ha provocado a las izquierdas, a la intelectualidad y a los analistas con su formulación de «¡Viva el socialismo!». No es un grito exaltado en una manifestación parisina, ni tampoco se trata de una octavilla de otro novísimo partido de la izquierda. Es un libro que tiene precisamente ese título “¡Viva el socialismo! Crónicas 2016 – 2020”, indicando que ese viva es el resultado de un largo proceso de reflexión concienzuda. La joya de la despensa de ese texto es su introducción.

El argumento que recorre tan importante reflexión tiene este meollo: «Estoy convencido de que hay que pensar en la superación del capitalismo, en una nueva forma de socialismo, participativo y descentralizado, federal y democrático, ecológico, mestizo y feminista». Es el heptaedro del socialismo de Piketty: siete rotundas condiciones para un socialismo de nueva planta. Y como hay que completar la provocación, el autor estima que: «el socialismo es el término más apropiado para designar la idea de un sistema económico alternativo al capitalismo».  El Barbudo de Tréveris enarcaría las cejas.

De hecho las reflexiones de Piketty son un recordatorio a quienes han ido archivando  el ideal emancipatorio, substituyendo la acción política por la gestión, siempre necesaria, por supuesto. A quienes han propiciado que el «concepto izquierda» haya devorado al «concepto socialismo». Dígase sin aspavientos: esa batalla la ha perdido la izquierda sin, ni siquiera, alzar la voz.

Algunos amigos, conocidos y saludados quizás adviertan al economista galo que el horno no está para bollos. O sea, dejémonos de virguerías utópicas y vamos a lo que vamos. Esta es una sugerencia ramplona y acomodaticia, perezosa intelectualmente que ha ido acumulando pobreterías políticas sucesivas. Ha sido una pereza que, tal vez, es responsable –o, mejor dicho, parcialmente responsable--  de las mil y una dificultades que tienen las izquierdas: desde la que llora hasta la que ríe, desde la modosita hasta la alborotadora.

No se engañen: Piketty no ofrece recetas. Solamente indicia algunos elementos para debatir qué alternativa tiene el capitalismo. No le pidan más quienes se han encogido de hombros viendo como el jardín se iba chuchurriendo, ni le exijan esto o lo otro quienes lo mismo le da ocho que ochenta.

En todo caso, «lo primero es antes». ´Antes´, si ustedes me lo permiten es leer, estudiar el libro. Nunca en diagonal.

P/S.---  El libro lo ha editado Deusto—Grupo Planeta y ha sido traducido por Daniel Fuentes.  

200 días sin gobierno en Cataluña


 

Sigue siendo un problema de gran envergadura que, tras 200 (doscientos) días de gobierno en funciones en Cataluña, las diversas ramas del independentismo, si bien dividido y voluntariamente desnortado, todavía tienen quienes las sostienen. Haga lo que haga –o incluso sin hacer nada— el govern catalá siempre tiene quien le escriba. Ahora bien, la vinculación de los parroquianos con este remedo de gobierno es oblicua; es, ante todo, y nada más que eso, una relación con los partidos que conforman dicho gobierno. Un nexo que en ocasiones y no de manera infrecuente es fuertemente pasional; algo que ya no parece de naturaleza política sino de paganismo religioso. No es nuevo en la historia europea este tipo de relaciones extravagantes con algunas ideas y personajes, políticos o no.

Doscientos días de gobierno en funciones o, para no ir con emplastes, doscientos días sin gobierno en Cataluña. Nadie ha levantado la voz contra de una situación tan irregular y, peor todavía, tan contraproducente contra los intereses materiales de la sociedad. En plena pandemia, gobierno de sombras chinescas en Cataluña. Y sin gobierno no hay gestión de los fondos europeos.

Permítanme dos situaciones de intemerata.

Primero, la cháchara política catalana de este ambigú gubernamental que ´preside´  Aragonés García es si los fondos europeos, en lo que atañe a Cataluña, los gestionará el president o el Departament d´Economia: me viene a la mollera la historieta del asno de Buridán.

Segunda, ustedes no sé, pero me quedé de piedra al ver las declaraciones de la vicepresidenta Teresa Ribera: el gobierno central todavía no ha mantenido conversaciones con la Generalitat para gestionar los fondos europeos Next Generation EU. Valiente la Ribera, que no ha querido ocultar un zurullo catedralicio

Esta es una situación, como puede verse, de extremada gravedad. De ahí que o hay gobierno catalán con urgencia o habrá que encontrar un artificio –constitucional, por supuesto--  capaz de gestionar los fondos en Cataluña. Sépase que los de Junqueras – Aragonès García cayeron en la trampa al diseñar el método de la negociación para repartirse el matalotaje de la despensa de la Generalitat: se formaron tres bloques de temas, pero no se podía pasar al siguiente hasta que no estuviera agotado el anterior. Es la astucia de bidonville de los de Waterloo que está dejando a ERC en cueros vivos.

A pesar de todo, miles de independentistas –ora de Waterloo ora de la abadía de Junqueras--  siguen haciéndose un Miguel Bosé: negacionismo político, aunque afirma el hijo del torero que «con la cabeza alta».

Doscientos días sin gobierno, sin embargo, no equivalen en este caso a doscientos días sin cobrar.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», una de las joyas de las Conversaciones Escogidas de don Venancio Sacristán.

 

domingo, 18 de abril de 2021

Cataluña: «Buenos días». «Manzanas traigo»


 

El independentismo catalán se haya instalado en una fase de esperpento que causaría hilaridad si no fuera por la gravedad del asunto. Òmnium reclamó ayer a Esquerra Republicana de Catalunya «que no derroche el resultado histórico del 14 – F». La respuesta de Aragonès García fue reclamar a Waterloo un «paso definitivo» en las negociaciones para el reparto de la túnica sagrada. Diálogo para besugos como aquellos míticos que publicaba el humorista Armando Matías Guiu: «Buenos días, caballero». «Manzanas traigo». Hace tiempo que Òmnium no está en sus cabales.

La política tiene una extraña relación con el calendario: las fechas históricas se multiplican a cascoporro. Cualquier acontecimiento, incluso el más insignificante, puede ser elevado a categoría de ´ histórico´ sin que por ello se le exijan demasiadas cuentas a quien exagera tan caballunamente. Ahora bien, conviene contar con un tantico de sentido común para evitar hacer el ridículo. Y como mínimo tener cierto buen manejo en las cuatro reglas de la aritmética. Porque si los socialistas de Salvador Illa han sido el partido más votado, sobrepasando a ERC y a Waterloo, afirmar que dicha jornada ha sido histórica podría ser el estribillo de aquella canción infantil: «Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas». Aunque, como es sabido, el estatuto epistemológico de la mentira permite –y, a veces, exige-- clamorosas licencias en el discurso político, pero no es conveniente exagerar en demasía.  

En todo caso, Aragonès García, reclamando un «paso definitivo», podría ser consciente de las dificultades de compatibilizar lo que Òmniun le exige a los dos partidos independentistas más importantes: «Una estrategia compartida y ganadora». No solo no hay tal, sino que se ha trabajado para que no sea así. Oído cocina: Òmnium, inconscientemente, está reconociendo que todo el procés ha sido una martingala, no ha sido una ´estrategia ganadora´.

ERC ha puesto la independencia al baño María para acumular fuerzas, porque con lo se cuenta hoy no se llega ni a la vuelta de la esquina; ¿independencia?: la puntita, sólo la puntita. Waterloo, dividida en múltiples cáfilas –no bien avenidas entre sí y todas ellas pugnando por la primogenitura--  es incapaz de diseñar un proyecto que mínimamente pueda tener opciones de tirar adelante.

Así las cosas, puede ocurrir cualquier cosa. Porque el sentido de la responsabilidad de las tribus de Waterloo no es un valor cívico ni político en sus alforjas. Lo que les importa es dejar claro que, ocurra lo que ocurra, es debido a una actitud de gracia de Waterloo.

Pero –como señala con malafoyá santaferina Quim González--  cabe la posibilidad de que el día 23 se pongan de acuerdo, con la idea de llamarlo el Pacte de sant Jordi. Con música de Cançò d´amor i de guerra-

Vale.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes» (Venancio Sacristán)

sábado, 17 de abril de 2021

Gabilondo y los chinos (de Ayuso)


 

Hace tiempo que se ha dado por sentado que el profesor Gabilondo es un soso. Hasta sus parciales no le niegan esa característica. Así pues, de momento (sólo de momento) vamos a convenir que nuestro hombre, candidato a la presidencia de la comunidad autónoma de Madrid, es un soseras. Lo chocante del asunto es que dicha característica (la sosería) es vista como un demérito, casi como un impedimento para intervenir en la política y, peor aún, competir electoralmente. Naturalmente esta es una opinión interesada y machaconamente repetida.

Es visible, además, que la densidad de presunta insulsez del candidato madrileño no ha variado desde las anteriores elecciones madrileñas. En aquellos entonces la fama de soso del profesor Gabilondo cotizaba tres cuartos de lo mismo que ahora lo hace. Y, sin embargo, el filósofo soso fue el candidato más votado. La suma de los diputados del triángulo escaleno (Ciudadanos, la derecha ultra y la ultraderecha) formó gobierno, no obstante. Pero, las cosas claras y el chocolate espeso: el soso ganó, aunque no se vio suficientemente acompañado por los resalados candidatos del resto de la izquierda.

Elecciones en Madrid a primeros de Mayo, mes –decían las beatas de antaño— de las flores; de las flores a María que madre nuestra es. Elecciones en la comunidad autónoma, Madrid, que recibe el 72 por ciento (setenta y dos) del total de la inversión china en España. De donde me permito una aparente maledicencia: el gobierno—partido—empresa de la «China ná» pondrá sus complacencias  en la candidata Ayuso, que no es un dechado de salero, pero le sobran arrobas de fiscalidad gratificante para el parné. O sea, que los choznos de Mao harán todo lo posible para que Ayuso se encuentre tan agustico. Al viejo Mao ni siquiera ordenaría a los guardias rojos que «bombardeen el comité central».

Naturalmente esto es una suposición, una maledicencia aparente.

 

Post scriptum.---    «Lo primero es antes», no figura en el Libro de tapas rojas de aquel Mao Ze Dong, o como se escriba. La frase es de don Venancio Sacristán.

viernes, 16 de abril de 2021

El comisario Villarejo y los altos negocios


 

Conmoción en cien mil leguas a la redonda: Antonio Brufau, presidente de Repsol, e Isidre Fainé, presidente de la Fundación de la Caixa, han sido imputados por el juez García—Castellón. Lo que le faltaba a Cataluña para seguir estando en coplas; pocos éramos y parió la abuela. La justicia les está investigando por creer que, en esos establos de Augiás que maneja el comisario Villarejo, Brufau y Fainé podrían tener las manos llenas de inmundicia.

Lo primero: sólo por protocolo –y, de paso, nos ahorramos dolores de cabeza— diremos que les asiste la presunción de inocencia. Lo segundo: de toda esa descomunal tramoya se desprende la relación entre el parné clandestino y el que circula legal o con apariencia de ella. Lo tercero: el caso Villarejo alcanza, con estas novedades, un mayor diapasón en el vínculo entre la política oscura y los altos negocios.

Y de estas consideraciones de urgencia sacamos las siguientes insinuaciones. 1) Los negocios en donde Bufrau y Fainé se andan desprenden aquel célebre olor de ácido clorhídrico, que los libros de Química comparan con el de los huevos podridos. 2) Tan tremendos tejemanejes financieros indicarían las dificultades para una política de regeneración en España. (Curiosamente hace tiempo que no escuchamos ni leemos a la política mentar el regeneracionismo. Quienes  empezaron a hacerlo fueron abandonando ese lenguaje y, de ahí, fueron perdiendo plumas electorales). 3) Bufrau y Fainé, personalidades a quienes se les atribuía un talante moderadamente centrista, podrían ser arquetipos de las enormes dificultades de que en España pueda abrirse una derecha ilustrada, honesta y responsable.

Así pues, Repsol está en coplas no sólo en Madrid, «castillo famoso»; a estas horas las televisiones de medio mundo están con ese triquitraque; si Fainé está señalado, Cataluña demostraría que sus próceres no alertaron del procés, porque iban a ´lo suyo´ enfangados en operaciones de alta toxicidad.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», mensaje de don Vicente Sacristán que Brufau y Fainé no quisieron escuchar nunca.

 

jueves, 15 de abril de 2021

ERC, esa confusa olla de grillos


 

Esquerra Republicana de Catalunya vuelve a ocupar el primer puesto del podio de los partidos europeos más confusos. Parece que estaba un tantico inquieto por la pérdida momentánea de tan acrisolada condición. Así pues, vuelta a la normalidad.

Sabemos que se han reunido altos representantes de ERC y de Waterloo para volver a magrear el asunto del Consell  Nacional per la Repbúlica. De un lado, Marta Rovira, exiliada en Ginebra sin que conste que la busque –o la haya buscado--  la Justicia y, de otro lado, Toñico Comín y el bardo Lluis Llach. El encuentro, según dicen los asistentes, ha ido la mar de bien: se avanza hacia Itaca al tiempo que los de JunquerasAragonès García van ingresando a hurtadillas en esa estantigua del Consell per la República.

Podría ser que el tipo de negociación que ERC ha entablado con los de Puigdemont para repartirse la túnica sagrada tendría esta característica: darle a cada facción de Waterloo lo que esta exige con mayor hincapié. El problema –o uno de los problemas más enrevesados--  es que una tribu muy potente, la de Laura Borràs, presidenta del Parlament, quiere, propone y trabaja por la celebración de nuevas elecciones. Con lo que el confuso partido de ERC está negociando confusamente con los diversos retales confusos que componen Waterloo. Con lo que, así las cosas, la confusión no es una anomalía en el interior del independentismo sino una seña de identidad: confuso, el independentismo mágico, confuso el independentismo,  pragmático sólo los días nones.

Todo ello nos lleva a una situación de solipsismo en el sedicente gobierno autonómico. El problema tiene todas las de eternizarse. Tal vez no se resuelva el asunto mientras no se sepa qué se entiende por antes que antecede a lo primero. Sería de interés que Pepe Sacristán nos aclarara el sentido de la máxima que refería su padre, don Venancio.

miércoles, 14 de abril de 2021

140 mil millones de euros, oiga

Estamos ante la iniciativa económica más ambiciosa de la historia de España: son los fondos que debemos gestionar en la lucha contra el covid y sus efectos, procedentes de Europa. Pero antes deberíamos recordar que una parte considerable de la modernización de nuestro país –no nos olvidemos de las Comunidades autónomas— fue debida a los fondos comunitarios tras la entrada de España en la Unión Europea. Así pues, cuando se hable de los problemas del viejo continente y de sus problemas no hay que olvidar esos dos grandes momentos: los primeros fondos y los actuales. Recordemos que en esta ocasión España es el país que tiene asignado el mayor volumen de ayudas.

Se trata de un dineral: 140.000 mil millones de euros en transferencias y créditos. Hacen bien algunos comentaristas cuando advierten de que el «riesgo de cometer errores es muy elevado». Que francamente me parece oportuno. Una de las razones que arguyen es la inexperiencia y bisoñez de políticos y técnicos, europeos y españoles, en la gestión y en proyectos de tantísima envergadura. Ignoro si es así. Pero si se detecta ese problema, la solución es aparentemente sencilla: póngase al frente de esa macro operación a los más idóneos.

Con todo, yo tengo una especial prevención sobre otros problemas que pueden molestar e, incluso, estropear el gran proyecto: es la morbosa práctica del corporativismo territorial desde sus versiones más estridentes (el nacionalismo excluyente, que considera ´lo suyo´ como lo único fundamental) hasta el regionalismo de campanario que quiere hacerse notar en esta casa de la Troya. Estos problemas no estaban presentes cuando recibíamos los primeros fondos europeos a mediados de los ochenta del siglo pasado: la marrana empezó a joderse más tarde y de la noria salía, cada vez, menos agua. La Muchacha del 78, que sabía de números más que Peano, me dijo en cierta ocasión que ese enjambre de taifatos, merinazgos y encomiendas es un «descomunal error contable».

El otro problema lo trae a colación Manuel Gómez Acosta, ingeniero: «La oposición al Gobierno no puede ni debe poner  "palos en la rueda". Catalunya debe abandonar su estado actual de catalepsia e incorporarse al esfuerzo colectivo. Antes del "procés" Catalunya lo habría podido liderar ahora debería intentar no quedarse rezagada. Esta es la triste realidad de una quimera fracasada».  

Así pues, no hay mucha claridad que digamos. Pero si la política vale para algo es para enderezar estos entuertos y, si corresponde, echar del castillo a esa cáfila de fantasmas que son, efectivamente, los que joden la marrana.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», según don Venancio Sacristán.


martes, 13 de abril de 2021

Algunos jueces, costra de chimenea

La mayoría de las asociaciones de la carrera judicial se está convirtiendo en una nueva guilda o –para decirlo con mayor precisión--  en un partido cuyos objetivos son estrictamente alimenticios y de corrosión de la política convencional. Nada les autoriza a ello; su papel está fijado con claridad meridiana en los textos legales correspondientes. Las asociaciones de jueces, hecha la excepción de la progresista, se lo están pasando todo por la cruz de los pantalones. Es la mutilación del barón de Montesquieu.

Hace años que el Consejo General del Poder Judicial tiene caducado su mandato. El Partido Popular se niega obstinadamente a negociar  la obligada renovación, porque entiende que las relaciones de fuerza y poder en el Consejo les son favorables. Sus aromas huelen a Calomarde y a sus cofrades apostólicos. Ante el retraso el CGPJ hace la puta y la Ramoneta en su versión carpetovetónica. Pero especialmente no le llama la atención al PP que se ha venido negando a negociar los componentes del Consejo.

Comoquiera que el gobierno considera inaceptable que siga el mandato del agotadísimo Consejo General ha planteado un proyecto de ley para proceder  a la renovación. Y aquí se ha formado la batahola: las togas caducadas y las mugrientas puñetas arman el quilombo. Que se traduce en una especie de amonestación al gobierno por querer llevar al Parlamento un proyecto de ley. El Partido Judicial lleva tiempo entrenándose en estas zahúrdas.

Y para rematar el clavo idean algo parecido a lo que hiciera algún partidillo político de tres al cuarto: enviar una carta a la Unión Europea criticando la reforma que ha sido aprobada por las Cortes. Ellos, pirómanos, encienden la mecha y llama a la Unión para que haga de bombero contra Pedro Sánchez. Don Bartolo de Sassoferrato los pondría en fila a todos ellos y, diezmándolos, enviaría a uno de cada diez de ellos a cinco años de apostolado en Somalia.

Con todo, no queda otra que aprender a convivir con esa costra judicial; eso sí, vigilada y controlada por un renovado Consejo General del Poder Judicial.  

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», parece decirle don Venancio Sacristán a los rábulas del Consejo General del Poder Judicial, costra de chimenea, o sea, tutía.   

 

lunes, 12 de abril de 2021

¿No cree usted que es intolerable?


 

A veces los asuntos de la llamada alta política sirven para alimentar la despreocupación por los de a ras de suelo. Esa alta política, así las cosas, es un tapalotodo.  

Por ejemplo, leemos en La Vanguardia de hoy, con la firma de Fide Cedó, lo siguiente: «La mitad de los municipios incumple la prevención de emergencias». Por lo que sacamos esta primera conclusión: esas autoridades municipales están en Babia y el gobierno de la Generalitat en ninguna parte. Intolerable, pues, que el 50 por ciento de los ayuntamientos catalanes no disponga de un pan de protección civil o esté caducado.

No sabemos las razones de tan disparato descuido de las autoridades municipales: ¿olvido, incompetencia, falta de recursos o qué? Y todavía sabemos menos de la indolencia administrativa del gobierno de la Generalitat. Con lo que nos encontramos así: la llamada alta política catalana es una charca pantanosa y algunas cosas de las administraciones locales son forúnculos que no se extirpan por razones que ignoramos. Eso sí, mientras tanto hay municipios que se preocupan más por la inconcreta independencia que por las condiciones de protección civil de sus habitantes.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», afirmaba don Venancio Sacristán; cuando la Muchacha del 78 lo leía, se echaba a reír.

domingo, 11 de abril de 2021

Cataluña: un gobierno en la sombra


Por lo que sabemos no hay manera de que quienes no han ganado las elecciones autonómicas catalanas formen gobierno: Waterloo no para de levantarle el gallo a Esquerra Republicana de Catalunya que se resiste a dejar su condición de partido más confuso de Europa. El tiempo transcurrido sin gobierno invita a todo tipo de especulaciones, incluida la que se le atribuye a Puigdemont, que no es tanto la repetición de los comicios sino el fomento del caos, la balumba política permanente.

Alguien, desde las filas de los socialistas catalanes, ha propuesto un «gobierno en la sombra». Se trata de una iniciativa que tiene un precedente en Cataluña con la formalización de ese gabinete durante la sexta legislatura con Pasqual Maragall como jefe de la oposición. A decir verdad, aquella iniciativa pasó sin pena ni gloria y la pompa duró menos que poco. Hablando en plata, aquello fue una ocasión perdida. Lo más chocante es que nunca se ha dado una explicación de la vida breve de aquella experiencia.

Me parece buena idea esto del gobierno en la sombra. Por otra parte, la experiencia de gobierno de Salvador Illa es una indudable ventaja para el funcionamiento de ese instrumento. Su función sería –con independencia de lo que le corresponde al parlamento— sugerir y proponer medidas ´de gobierno´ cotidianamente. Se aclara que este instrumento no es un monstruo burocrático, sino un grupo de nueve o diez ´consejeros en la sombra´ sin más atalajes que el telefonillo móvil y el ordenador. 

Ahora bien, en las cosas de la política y sus islas adyacentes siempre hubo una fea costumbre, esto es, anunciar a bombo y platillo una iniciativa estridente –como si fuera un globo sonda--  que en realidad son ocurrencias de buena mañana, que sólo duran un telediario y medio. Ha habido quienes anunciaron renovaciones y refundaciones urgentes que, a la primera de cambio, se archivaron con tanta diligencia como pomposamente de las musas a los medios. Con lo que aquello que se pretendía renovar seguía acumulando moho y en sus chimeneas se multiplicaba la tutía.

Salvador Illa, una personalidad austera y poco amigo de apariencias, no debería caer en ese estilo. Para cuándo, pues, el gobierno en la sombra es cosa que le compite a él.

Salvador Illa debería tener en cuenta la idea—fuerza de don Venancio Sacristán,  «lo primero es antes». Es decir, anunciar la medida y, metafóricamente, aclarar que no dará respiro al caos. 

sábado, 10 de abril de 2021

El capitalismo cambia su cabeza, el tronco y las extremidades


 

Joaquín Estefanía es más moderado: el capitalismo cambia de piel. Tiene interés su artículo en El País de hoy y, a la vez, la sugerencia de lectura de toda una serie de libros que pueden dar luz sobre el particular. En el importante elenco de sus recomendaciones se encuentran dos que nos son de autores familiares: ´Reescribir las reglas de la economía europea´ (Joseph Stiglitz) y ´La pandemia del capitalismo´ (Joan Coscubiela). Hago míos esos consejos. Estas recomendaciones las dirijo a los sindicalistas con mando en plaza, a los que aspiran a tenerlo y a quienes prefieren seguir en el honroso papel de peatones de la acción colectiva.

Tiempos ásperos para el sindicalismo confederal. La primera razón de ello es la siguiente: el cambio de piel del capitalismo no está comportando una mutación de la piel sindical. La cabeza, el tronco y las extremidades del capitalismo no se ven vigiladas, ni controladas por el sindicalismo que –dispensen mi impresión personal--  sigue luciendo unos galones de antiguo brigadier no convenientemente eficaces.

La derrota del intento de organizar el sindicalismo en Amazon donde los asalariados han rechazado mayoritariamente dicha opción, produciéndose, además, una abstención del 45 %, debería figurar en el orden del día de todos los encuentros sindicales del mundo. O se discurre sobre ello o podría darse el caso de que se repitieran situaciones como esta. Mirar para otro lado o dar explicaciones solamente en clave de las coacciones de la empresa no nos aclararía el porqué de esa derrota. En resumidas cuentas, nuestra responsabilidad –la propia, la que se desprende de nuestra capacidad o incapacidad--  es lo que cuenta.

 

¿Nuestra capacidad está a la altura de esos cambios tan mastodónticos? Los innegables esfuerzos que se hacen en ese orden de cosas  no logran acercarse al enjambre de terremotos que se han producido antes y durante la pandemia. Una prueba de ello, de esos análisis limitados, lo hemos visto estos días: la prestigiosa revista italiana Il Manifesto ha publicado una conversación entre la legendaria Luciana Castellina y Maurizio Landini (1). La Castellina, noventa y dos años, vale decir, la lucha del siglo XX por la democracia y el socialismo y Landini, secretario general de la CGIL, el primer sindicato italiano.

Se trata de una conversación, sin embargo, que repite machaconamente lo que hace cuarenta años exigía Pietro Ingrao; se reincide en los planteamientos, cada uno por su lado, de Enrico Berlinguer y Bruno Trentín. Castellina y Landini han sacado de los armarios aquellas enseñanzas, que fueron ninguneadas en su tiempo por los allegados de quienes las plantearon. Con lo que se han perdido varias décadas de oportunidad.

Landini y Castellina ni siquiera han renovado aquellos planteamientos, ni siquiera una mano de pintura. Y, comoquiera que el capitalismo está cambiando constantemente de piel, lo que se dijo otrora y lo que miméticamente se repite ahora no guarda una útil relación. Tan sólo una novedad: el «sindicato di strada». O sea, el sindicato son centenares de miles de personas dando voces por la calle, al margen del centro de trabajo. Dispensen la descortesía: el sindacato di strada puede correr el peligro de ser asaltado por el populismo sindical.

 

1)           (1) https://ilmanifesto.it/il-tempo-nuovo-del-sindacato-dialogo-tra-luciana-castellina-e-maurizio-landini/?fbclid=IwAR27t4JSS9KHBmFRA-CwlNQxUAxQ1eqMFYsSC6Xd8CF8HUPjr1BL01dGNRo

 

viernes, 9 de abril de 2021

Pineda de Marx: orden y normalidad


Salgo de casa camino de la vacunación acompañado de Helios, que tiene interés en saber cómo me porto en esta situación, en realidad lo que busca es cómo me las apaño en casa, vale decir, si la nevera está abarrotada, si me mudo de ropa, si me afeito y esos pormenores tan apreciados por la gente ordenada. Salimos de casa –digo--  intentando saber qué relación hay entre las bombásticas informaciones que nos dan las diversas cadenas televisivas y la calle.

Es día de mercadillo en Pineda de Marx y, como queda dicho, se vacuna a los grupos etarios de entre 65 y 79 años. Pura coincidencia. Pero lo uno y lo otro se desarrolla como precisamente inquieta a los salteadores mediáticos, tanto si son titulados como no. A esta corporación le fastidia la normalidad de la convivencia. El mercadillo, atestado de gentes, la mayoría de ellas con sus mascarillas y con el debido respeto a las distancias; los dueños de las paradas, tres cuartos de lo mismo. Pineda de Marx no da que hablar. Orden cívico y democrático.

Nos vacunan en un conocido hotel de la ciudad. Ningún problema en la cola. Una perfecta organización del trabajo: en un cuarto de hora he resuelto el problema. El personal sanitario es una auténtica joya de la Corona. Volvemos a casa y Helios insiste en curiosear, incluso sube al dormitorio para saber si he hecho la cama.

Funcionamiento preciso de la vacunación en Pineda de Marx, normalidad en el mercadillo. ¿Por qué iba a no darle importancia a estas situaciones que serán desdeñadas por los contrabandistas de la información?

Me llama el gran Eduardo Saborido a quien noto muy nervioso: «Quiyo, ¿cómo estás?, que me ha dicho P* que en la tertulia familiar de sus amigos han dicho que te has muerto». Le respondo: «Pues ya lo ves, Edu. Son exageraciones. Pero como son tertulianos tienen bula». De manera que es preciso estar alerta ante las exageraciones, especialmente de las de los amigos, conocidos y saludados.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», afirma don Venancio Sacristán.