Dejo apuntados tres pespuntes con la idea de desarrollarlos cuando pasen estas calores. Ahora mi lucha personal va dirigida contra las diversas variantes de mosquitos veraniegos: los mafosquitos y los roucosquitos, los cascosquitos quedan fuera de mi jurisdicción.
1.-- ¿Qué le pasa a la izquierda?, de Nicolás Sartorius en El País es un artículo que debería leerse con atención. Estas exigentes reflexiones se orientan directamente a la socialdemocracia, pero como advierte el título son, también, de indudable interés para el conjunto de la izquierda política y el conjunto de los movimientos que están en la izquierda. Entiendo que no pocas de ellas son de gran utilidad para el sindicalismo confederal. El problema que, a mi entender, tienen todos esos sujetos (políticos y sociales) es si hay o no voluntad de asumir el cambio de paradigma en el que nos encontramos desde hace ya demasiado tiempo.
En nuestro caso –me refiero al sindicalismo— se da el siguiente contrasentido: en la literatura oficial (el relato congresual) hay una aproximada lectura de los cambios y un elenco de propuestas acorde con ellos. Sin embargo, en la literatura real (las plataformas de los convenios colectivos y el conjunto de la política de concertación) se sigue en lo viejo.
2.-- Se viene insistiendo de un tiempo a esta parte que la economía (en especial las finanzas y principalmente las especulativas) han fagocitado la política. Una de dos: o la política no ha sabido hacer frente a esa situación o no ha querido. Tertium non datur? Es posible que haya una tercera hipótesis. Que exista una alianza no explicitada entre los mercados y la política, sabiendo que detrás de ellos hay gente concreta, de carne y hueso. Repito: una alianza no explicitada. En estos aproximados términos. “Oye, política: no te preocupes, sabemos hasta dónde podemos llegar. Nuestros movimientos seguirán la máxima de Dios aprieta pero no ahoga”. La política respondería: “Lo supongo; aquí un amigo”.
El problema es que, cual almas de cántaro, se ha pensado que los mercados no hacían política, que eran sólo y solamente sujetos económicos autónomos de la política. Pues no, diríamos algunos: hacen política. Una política autorrefrencial y autolegitimada. Salvando las distancias: de igual manera que los Medici dirigían la vida política de Florencia sin estar formalmente en sus instituciones.
3.-- Hace tiempo que tengo pendiente las reflexiones que inicié en Metiendo bulla: EL USO SOCIAL DE LAS CONQUISTAS SINDICALES (1) Prometí ampliarlas, pero lo cierto es que sigo empantanado. La pregunta que me hacía es: ¿de qué manera usamos las conquistas que consigue el sindicalismo confederal? Por ejemplo, ¿cómo usamos el tiempo de no trabajo, el adquirido tras las reducciones de la jornada laboral? ¿cuál es la jerarquización de los presupuestos familiares o, más complicado todavía, cuál es la estructura de lo que mi amigo Javier Sánchez del Campo llama el PIF, o sea, el producto interior familiar?
El problema que tengo es, entre otros, que no sé dónde están las fuentes para poder consultar tan enrevesados problemas. He mirado las sucesivas encuestas sobre la calidad de vida, pero no encuentro (o no sé más) las pistas que me lleven a decir algo medianamente sensato.
En nuestro caso –me refiero al sindicalismo— se da el siguiente contrasentido: en la literatura oficial (el relato congresual) hay una aproximada lectura de los cambios y un elenco de propuestas acorde con ellos. Sin embargo, en la literatura real (las plataformas de los convenios colectivos y el conjunto de la política de concertación) se sigue en lo viejo.
2.-- Se viene insistiendo de un tiempo a esta parte que la economía (en especial las finanzas y principalmente las especulativas) han fagocitado la política. Una de dos: o la política no ha sabido hacer frente a esa situación o no ha querido. Tertium non datur? Es posible que haya una tercera hipótesis. Que exista una alianza no explicitada entre los mercados y la política, sabiendo que detrás de ellos hay gente concreta, de carne y hueso. Repito: una alianza no explicitada. En estos aproximados términos. “Oye, política: no te preocupes, sabemos hasta dónde podemos llegar. Nuestros movimientos seguirán la máxima de Dios aprieta pero no ahoga”. La política respondería: “Lo supongo; aquí un amigo”.
El problema es que, cual almas de cántaro, se ha pensado que los mercados no hacían política, que eran sólo y solamente sujetos económicos autónomos de la política. Pues no, diríamos algunos: hacen política. Una política autorrefrencial y autolegitimada. Salvando las distancias: de igual manera que los Medici dirigían la vida política de Florencia sin estar formalmente en sus instituciones.
3.-- Hace tiempo que tengo pendiente las reflexiones que inicié en Metiendo bulla: EL USO SOCIAL DE LAS CONQUISTAS SINDICALES (1) Prometí ampliarlas, pero lo cierto es que sigo empantanado. La pregunta que me hacía es: ¿de qué manera usamos las conquistas que consigue el sindicalismo confederal? Por ejemplo, ¿cómo usamos el tiempo de no trabajo, el adquirido tras las reducciones de la jornada laboral? ¿cuál es la jerarquización de los presupuestos familiares o, más complicado todavía, cuál es la estructura de lo que mi amigo Javier Sánchez del Campo llama el PIF, o sea, el producto interior familiar?
El problema que tengo es, entre otros, que no sé dónde están las fuentes para poder consultar tan enrevesados problemas. He mirado las sucesivas encuestas sobre la calidad de vida, pero no encuentro (o no sé más) las pistas que me lleven a decir algo medianamente sensato.