Ayer escribía que cuando parecía
abrirse una puerta en la olla hirviente de Cataluña, el hombre de Pontevedra se
sacó de la bocamanga nuevas exigencias. Desde La Moncloa se sigue construyendo
el error. La cosa, entonces, volvió a plantearse en torno al fuero o el huevo.
Una cansina historia de la que están sacando partido las farmacéuticas y los
boticarios: el consumo de ansiolíticos se ha incrementado. Ahora, Puigdemont se ha negado imprudentemente
a acudir a la sesión del Senado. También desde el Palau de la Generalitat se
mantiene la construcción del error. Todo parece que pintan bastos. Desde las
covachuelas institucionales y los chiscones áulicos de la Generalitat el
mensaje es «declaración unilateral de independencia y república catalana». Disparate
caballuno.
Simón Sánchez Montero
siempre nos enseñó que, en los más duros trances, era necesario no perder nunca
la calma, ni la esperanza. De ahí que me diga que una posibilidad, por remota y
complicada que sea, siempre es una posibilidad. ¿Posibilidad de qué? De, por lo
menos, pararnos a un centímetro del despeñadero. Oigan, aquí todo el mundo –perdón,
los hunos y los hotros—han demostrado que tienen redaños, aunque exactamente no
se sepa qué ventajas prácticas tiene eso. Pero, ¿de qué sirve tener redaños si
te despeñas por el precipicio? Poco consuelo sería responder que para entrar en
el santoral de los mártires. Eso, sin tener en cuenta que la gloria del
santoral sería el infierno del personal de a pie. Una gloria de la que sacarían
beneficio los traficantes de reliquias.
Hacer política quiere decir, en
este caso, no dar las cosas por perdidas. ¿Ingenuidad? No, sentido de la
responsabilidad. Ganas de vivir. De ahí que el tiempo, muy escaso, sea
aprovechado para encontrar soluciones imperfectas. Esperar virguerías sí sería
de pánfilos. Paren, pues, el reloj. Busquen la manera de evitar la caída sin
red en el despeñadero.
Una salida airosa podría ser la
siguiente: 1) convocatoria de elecciones autonómicas en Cataluña y retirada de
la aplicación del artículo 155, 2) puesta en libertad de Sánchez y Cuixart, 3) reposo absoluto
de la Fiscalía General del Estado, y 4) retirada gradual de las fuerzas de
Orden Público de Cataluña que vinieron cuando el 1 de Octubre. Cierto, es una
salida imperfecta. Pero que abre la posibilidad –que no la certeza-- de pararnos a un centímetro del despeñadero. Sin
red, ni paracaídas.
Ahora bien, si se quiere el
hundimiento ¡vayamos todos por la senda del despeñadero y salga el Sol por
Matadepera o por Trebujena! Que en eso tampoco habrá consenso. Será lo que
buscan los colmillos retorcíos de los
hunos y los hotros. Ambos, eso sí, exhibiendo el viejo lema: «tu muerte es mi
vida». Que siempre acabó con la vida de los más.
Pstscriptum. Hagan caso a Unai
Sordo.
Radio
Parapanda. https://encampoabierto.com/2017/10/26/sobre-el-articulo-155/