Joaquim González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL
Leí hace unos años, en un articulo que escribió el amigo Carlos Navales (en la foto)
líder sindical y político, que el 16 de junio hará ya seis años que falleció
del que muchos echamos en falta su fina astucia en el análisis de la realidad
social y político la siguiente historia, que nos puede servir para introducir
la denuncia a la falta de acción y abandono que sigue sufriendo la formación
profesional en nuestro país.
Y dice que: Los archifamosos Sherlock Holmes y su ayudante
Watson deciden parar una noche en la campiña inglesa, aprovechando las buenas
condiciones climatológicas. Llegados al lugar elegido, después
de un análisis minucioso, montan la tienda de campaña. Horas más tarde, ya
entrada la noche, Sherlock Holmes se despierta y llama a su fiel amigo: “Watson
por favor, mire al cielo y dígame qué ve”.
Watson se despierta sobresaltado, todavía somnoliento, abre
los ojos, mira al cielo y responde: “Pues... bien... veo millones y millones de
estrellas”. “Y eso, ¿qué le indica querido Watson?”. Watson termina de
despertarse, se da cuenta de que va a tener que responder con más precisión y
plenamente decidido a impresionar a su amigo con sus dotes deductivas contesta:
“Desde un punto de vista astronómico, me indica que existen millones de
galaxias, y por lo tanto, billones de planetas.... Astrológicamente hablando, me
indica que Saturno está en conjunción con Leo... Cronológicamente,
deduzco que son aproximadamente las 3,15 de la madrugada”. A estas alturas
Watson está ya lanzado y se recrea en su exposición: “Teológicamente, puedo ver
que Dios es todopoderoso y nosotros pequeños e insignificantes. Meteorológicamente, intuyo que mañana tendremos un hermoso y
soleado día...”. Llegados a este punto, Watson, totalmente crecido y convencido
de haber dado cumplida respuesta, pregunta a Holmes:
“Y a usted, ¿qué le indica este cielo, mi querido Holmes?” Holmes se queda mirando fijamente a Watson y tras un corto
silencio, le dice: “¡Algo elemental, querido Watson! Cada día es usted más imbécil.
¡Nos han robado la tienda de campaña mientras dormíamos!, ¡Nos han robado la tienda
de campaña! ... y no es capaz de percibir lo esencial, más allá de los
contextos…”
En España, como Watson en
la noche de acampada, somos incapaces de percibir una evidencia. Porque
ya podemos hablar y hablar de digitalización, Industria 4.0, de nuestro
deficiente nivel de empleo y de las dificultades que padecemos para producir el
tan necesario cambio de modelo productivo. Si no percibimos lo esencial como,
desde todos los ámbitos año tras año, informe tras informe, nos advierten que:
‘España tiene un grave problema de formación profesional’.
Nos lo recuerda la Comisión Europea cuando señala en su
Recomendación número 12 del Consejo, relativa al Programa Nacional de Reformas
de 2016 de España: “ El cada vez más rápido cambio que la composición sectorial
del empleo en España viene registrando desde 2008 se ha visto acompañado por un
aumento de la inadecuación de las cualificaciones. El bajo nivel general
de cualificación dificulta la transición hacia actividades de mayor valor
añadido y mina el crecimiento de la productividad. A pesar del gran número de
personas con estudios superiores, la oferta no está suficientemente adaptada
a las necesidades del mundo laboral” (Libro Blanco sobre el Sistema de
Formación en el Trabajo CEOE 2017).
Lo expresa que el 46% de la población española entre 25 y 64
no supera la calificación equivalente a la enseñanza secundaria, frente el 25 % de la UE21. Sólo Malta y Portugal
están por detrás de nosotros.
O que, en 2016, un año más, el World Economic Forum, en
su Índice de Capital Humano que mide el grado de aprovechamiento del capital
humano desde la relación del sistema formativo y el mercado de trabajo de los
países, señala que España figura en el penúltimo lugar de los miembros de la
Unión Europea, por detrás de Rumanía o Portugal.
A pesar de estas evidencias, del enorme paro juvenil que
padecemos, de saber que en el futuro inmediato el 50 % de los nuevos empleos
exigirán conocimientos de formación específica, así como de que la mayoría de
los actuales empleos se transformarán y tendrán que adaptarse, en España la
formación, y en particular la formación profesional, sigue estando muy lejos
del centro del debate social, de las preocupaciones y de la acción de nuestras
organizaciones políticas. Muy lejos también de la importancia que hoy debería
tener en las relaciones laborales y en la negociación colectiva en las empresas
y los sectores.
La pregunta es si, a pesar de las evidencias, seguiremos con
la imbécil actitud que venimos arrastrando desde décadas en relación a la
educación y a la formación profesional. Porque si la respuesta es que sí
difícilmente podemos imaginar un futuro mejor.