El lema de este blog es: "Nada curo llorando y nada empeoraré si gozo de la alegría" (Arquíloco).
domingo, 30 de junio de 2019
sábado, 29 de junio de 2019
Los guardaespaldas del ex banquero
Lo
esperpéntico se resiste con tesón a abandonar España. Especialmente cuando
tiene una naturaleza cutre. Es el caso de Francisco
González, que fuera presidente del Banco
Bilbao Vizcaya Argentaria.
Cuando
don Paco dejó la entidad le llovieron millones y millones de euros como
liquidación y otros más le quedaron como jubilación. La banca es asaz generosa
con sus capitanes de industria. Pero no todo lo sabíamos. Ahora ha salido al
público conocimiento que el BBVA corre con los gastos de dieciséis
guardaespaldas del ilustre banquero. No lo han leído mal: 16 guardaespaldas. Que,
además, nadie sabe a qué obedece, ni quiénes amenazan a este don Paco para que
cuente con una legión de escoltas como nunca tuvo nadie en España ya fuera
político, militar, archipámpano o talabartero diplomado. Desde luego, el numeroso
grupo de consejeros de la entidad que fueron espiados por don Paco, a través
del comisario Villarejo, han manifestado que
ellos no han amenazado al antiguo presidente.
Calla
el Banco de España, al menos hasta la
presente. Sus responsables están para otros menesteres, vale decir, para exigir
que no suban los salarios, ni las pensiones, excepto para don Paco y sus
galifardeus. Calla el Banco de España como disfrazando la Etica de Tabla de
Logaritmos. Las cosas claras: todavía no lo hemos visto todo.
P/s. Dos carocas de este Corpus en Granada.
viernes, 28 de junio de 2019
El independentismo: la única religión verdadera
«Cuando
la política se convierte en religión, la discrepancia se convierte en
blasfemia». Es una frase de aquel Kissinger
de triste memoria, que ha recordado el letrado Melero, un defensor heterodoxo
de varios dirigentes independentistas en el juicio que se ha celebrado
recientemente. Kissinger sabía de qué
estaba hablando, pues convirtió el vino de la política exterior norteamericana
en el agua de una religión. Melero, a su vez, ha podido darse cuenta de los
contenidos teológicos del independentismo, como la única religión verdadera, a
pesar de las protestas de los Testigos de Jehová.
1.--
Ahora bien, como toda religión verdadera, el independentismo tiene sus
heterodoxias de mayor o menor enjundia. La cuestión es, con todo, que la
amplitud de tales heterodoxias ha llegado a un punto que: primero, los
conflictos entre clanes han llegado a tales extremos que amenazan la estabilidad de la
razón teologal antes compartida; segundo, el deshilachamiento de las relaciones
entre las diversas cofradías. Ahora, se ha trasladado a que la única religión
verdadera es la del independentismo particular del grupo A frente y contra al del
grupo B. Para entendernos: en un rincón de la sacristía está Esquerra Republicana de Catalunya y en el resto de los recovecos las diferentes
confesiones del gen post convergente. Cada grupo con su Sumo Pontífice, sus
ritos y sus costaleros. Más todavía, las terminales locales de cada cofradía se
pasan por la cruz de los leotardos las orientaciones que, en forma de bulas, se
envían para aplicar la política de alianzas municipales. El califato de
Waterloo no ha podido impedir la aparición de taifatos municipales.
2.-- Y comoquiera que se acerca el 11 de Setiembre,
significativos cardenales de las diversas creencias han diseñado que tan
significativa efemérides debe celebrarse bajo el signo de la «unitat
estratégica». Esto es, que todo el cuerpo místico tenga una sóla fe, una sola
espada frente y contra España. Unidad estratégica, pues, frente a los que
pactan heterodoxamente; unidad estratégica contra quienes, desde la cárcel, piden que se
facilite la investidura de Pedro Sánchez; unidad estratégica frente y contra
los que defienden que la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma de los
cuadrados de los catetos en un triángulo rectángulo.
miércoles, 26 de junio de 2019
Sánchez e Iglesias: ¿gatillazo a la vista?
El
complejo tipo de relaciones entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias puede acabar
en un gatillazo. Mala cosa para los tiempos que corren.
He
dicho en otras ocasiones que se han cambiado los papeles en estos asuntos de la
investidura. Tradicionalmente, y según mandan los cánones de ese particular, el
aspirante tiene que trabajarse la investidura, esto es, buscar los apoyos,
negociar el precio de tales compromisos. Es lo que se enseña en primero de Miterrand. Ahora, sin embargo, ha aparecido una
variante: el aspirante debe adoptar la figura de don Tancredo y esperar que le
lleguen los apoyos. Si todo es gratuito, mejor. Miel sobre hojuelas.
Las
cosas entre Sánchez e Iglesias no van bien. Es más, parece que empeoran. De un
lado la negativa del primero a que Podemos entre en el gobierno; de otra, la
exigencia de un exagerado número de carteras ministeriales. A esto último habrá
que añadir el fuerte matiz entre las fuerzas que componen Unidas Podemos: la
postura de Alberto Garzón resta fuerza compacta a la exigencia de Iglesias. «No se trata de puestos o de
ministerios, sino de alcanzar un acuerdo de izquierdas con las garantías
suficientes de que el PSOE vaya a cumplirlo en lugar de acabar gobernando con
el apoyo de la derecha».
Tal vez Pedro Sánchez entiende
que, llegado al caso, Podemos no se atreverá a desentenderse de la investidura.
Yo no me arriesgaría. Si Iglesias se enfrenta a la investidura podría recibir
un determinado castigo por parte de sectores de la izquierda. Pero si apoya la
investidura sin llevarse nada a la boca podría ocurrir que, en la votación en
el Parlamento, algún sector de sus diputados tiraran por la calle de en medio.
Sería deseable que se diera un
salto adelante. Es imprescindible que el hipotético gatillazo que se vislumbra
en el ambiente se transforme en un acto gratificante. En un sobrio acuerdo de
gobierno.
Oído cocina: ir a una
repetición de elecciones no garantiza nada. Es más, tengo para mí que las
encuestas de la Sexta son un arsenal de trolas al por mayor y destajo. A mayor
gloria de Roures y sus costaleros.
(1)
martes, 25 de junio de 2019
Ciudadanos y las hogueras de San Juan
Albert Rivera no levanta cabeza desde hace
meses. No es que tenga mal fario, se trata de su empecinamiento en mantenerse
en una línea que está provocando hondo
malestar en su partido, Ciudadanos. El último problema lo ha tenido con las
hogueras de San Juan. Son los casos, ya suficientemente conocidos, de tres
importantes representantes públicos: Toni Roldán,
que abandona el partido y deja el acta de diputado; Javier
Nart, eurodiputado, que dimite de la dirección, y Juan Vázquez, portavoz en el parlamento asturiano,
que dice adiós a todos sus cargos y a la vida pública. Las tres hogueras de San
Juan. Hasta la presente Albert Rivera no ha dicho ni oxte ni moxte. Lo ha
puesto en las manos de Juana de Arco,
martillo de herejes que vino a la política a ponerse el mundo por montera y se
ha quedado en pura azafata de asuntos internos.
No
es un problema –insistimos-- de mal
fario. Es el resultado de una singular paradoja: aunque Ciudadanos consigue unos
resultados buenos en las pasadas elecciones generales, no se cumple el
desiderátum del grupo dirigente, a saber, pasar por delante (sorpasso) del
Partido Popular, en el que creían (e hicieron creer) a pies juntillas. Así
pues, Casado seguirá gobernando el latifundio
de la derecha, mientras Rivera continuará como mayoral. Más todavía, en los
lugares donde Ciudadanos toca pelo lo hace como consecuencia de un brusco golpe
de timón a través de lo que siempre negaron: los pactos con la ultraderecha
española. El pretendido regeneracionismo de los de Rivera es pura farfolla de
quita y pon.
Ciudadanos,
con tantas vueltas y revueltas, ha hecho
evidente su doble crisis: de proyecto y de dirección.
Crisis
de proyecto, que viene de los primeros momentos de su fundación: un partido que
se atribuye un barniz de socialdemócrata y cuatro duros de liberalismo. Es,
evidentemente, la chapuza de intentar aunar en una misma posada a
personalidades de una y otra corriente. Pasa el tiempo. Las esperanzas
fundacionales no se cumplen y se apuesta a la brava por substituir al Partido
Popular, herido de muerte según Rivera. La apuesta de Rivera es chocante: hay
que competir, primero con Rajoy, y, después
con Casado, con la misma política de éstos. La misma receta para hacer el
baldeo de cubierta a base de jabón lagarto.
Crisis
de dirección. Estudiando las biografías y los códigos de comportamiento del
grupo dirigente de Ciudadanos se observa que la mayoría tiene toda la pinta de
ser ayudantes de jefes de negociado, subalternos de categorías intermedias,
acostumbrados a la obediencia y al movimiento versátil de la espalda. Eso sí,
duchos en la maniobra artera que se practica en las covachuelas de la
administración.
domingo, 23 de junio de 2019
Otro partido en Cataluña
El
presidente destronado Artur Mas ha ido a Waterloo. Conversaciones y
tanteos con Puigdemont:
dos personas que aspiran a lo mismo por medios diversos. El primero quiere
caminar calmosamente y en prosa a la independencia de Cataluña; el segundo
también, pero en versos alejandrinos y salga el Sol por Antequera. Artur Mas ya
no es santo de la devoción del inquilino de Waterloo. Y viceversa. En todo
caso, Cataluña es demasiado pequeña para que quepan estos dos personajes. Ambos
son la expresión de aquel singular zarzuelero: aquel rey moro «que lo tiene tó
y no tiene ná».
Sabemos
que Mas ha planteado en Waterloo que no sería procedente una convocatoria de
elecciones autonómicas en este año. Un zorro al que se le ve el plumero, ya que
está inhabilitado hasta el mes de marzo del año que viene. A Waterloo, según
parece, tampoco le conviene que sean ahora dado que los vientos soplan a favor
de las velas de Esquerra. Naturalmente la sartén está en la mano de Puigdemont. La
tizne de esta sartén decidirá cuándo se convocan las elecciones. Paréntsis: se
sigue sin saber oficialmente quién o quiénes financian la casona de Waterloo y
los gastillos de su inquilino.
Paralelamente
a estas vicisitudes ciertos cenáculos políticos barceloneses están intentando
organizar un nuevo partido. Se trata de agrupar todos los pecios que por ahora
están en el fondo del mar precedentes de los naufragios de fuerzas políticas
diversas: Convergència, Unió, Partido Popular, disidentes de Ciudadanos. Se
trata de una singular agrupación de agraviados, cuyo objetivo es representar lo
que en su día fue el pujolismo más moderado; para entendernos: más made in Cambó. De momento el nombre que más suena es el
de Eva Parera –de los Parera de Barcelona de toda la vida pasada, presente y
futura— cuyo nombre habrá que retener, pues tal vez podría ser la síntesis
entre los diversos in péctore que optan a liderar la nueva formación, cuyo
nombre –nos dicen— sería Lliga
Democrática. ¿Ave Fénix? Ya se verá.
De
momento, la patronal orgánica catalana apoya la operación Lliga. Sabemos
además, que las relaciones entre el presidente del empresariado, Sánchez Llibre, con Parera son excelentes, ambos militaron
activamente en la formación demócrata-cristiana de Duran i Lleida. Esta operación política se ha acelerado tras el
abordaje del independentismo onírico a la Cámara de Comercio que ha puesto en
guardia a las adormecidas mesnadas del empresariado catalán.
viernes, 21 de junio de 2019
El torpe engaño de Rivera
Albert Rivera es un embustero patológico. De hecho su biografía política es
una carrera de mentiras al por mayor y detall. Se diría que, a medida que
avanzaba su cursus honorum, las
iniciales mentirijillas iban ampliando su diapasón hasta convertirse en farsas
caballunas. Ahora, este «adolescente caprichoso», según fue calificado por su
mentor, entiende que sus trolas no pueden circunscribirse al solar patrio,
necesitan un marco europeo. Rivera no es un embustero de campanario, es un
trapacero de amplios horizontes.
El rifirrafe
con Manuel Valls –la
foto de la plaza de Colón, acuerdos de Rivera con los de Vox, la investidura de Colau como alcaldesa de
Barcelona-- lleva a la ruptura, con
repercusiones en la escena europea. Hasta tal punto que, desde Francia, le
llegan al «adolescente» un aluvión de
críticas tanto de los medios políticos liberales como del influyente diario Le Monde.
La respuesta de Rivera tiene la misma dimensión que las que ofrece para el
consumo patrio: la mentira. Pero no seamos quisquillosos: Rivera no ha sido el
primer político que ha mentido. Su problema es que le han pillado con las manos
en la masa. Peor todavía, ha sido desautorizado enérgicamente por el Elíseo.
Entendámonos, el problema es que Rivera no sabe ni siquiera mentir. Es un
mentiroso chusquero. Tal vez sea debido a que sus lecturas son precarias. Si
hubiera leído, por ejemplo, “Cesar o nada” (Manuel
Vázquez Montalbán) estaría al tanto del bellísimo inganno en Senigaglia
donde César Borgia engañó cum laude a sus enemigos y no dejó títere con cabeza.
Mis disculpas por relacionar a un genio del Renacimiento con un niñato
atolondrado.
Construir
la política sobre la base de la mentira no es lo mismo que decir algunas
mentiras haciendo política. Rivera es de los que edifican su circunferencia
sobre un radio radicalmente falso. La circunferencia de este caballerete nada
tiene que ver con el famoso π. Así pues, Rivera tiene un
problema: es un embustero estajanovista, pero se le pilla ipso facto, al vuelo.
Su problema es que, cuando intente decir algo certero, nadie le creerá.
jueves, 20 de junio de 2019
«Los socios prioritarios»
Hasta
hace bien poco se iba a las investiduras del presidente del Gobierno con las
cosas atadas o razonablemente atadas. Sin embargo, ha aparecido una novedad: ahora
se va a la investidura con las cosas no sólo desatadas sino experimentalmente desatadas
a ver qué pasa. La voz pejiguera de Eugenio d´Ors –también llamado Xenius--
aconsejaba que los experimentos debían hacerse en casa y sólo con
gaseosa. (Un camarero destapó una botella de champán con tan poca pericia que
puso pingando la elegante vestimenta del escritor). Conclusión provisional: ir
a una investidura a ver qué pasaba podría ser irrazonablemente arriesgado.
Unai
Sordo viene insistiendo en que Pedro
Sánchez forme un gobierno de coalición con Podemos, apoyado por una suficiente
mayoría parlamentaria. Plena coincidencia con UGT. O sea, el sindicalismo confederal español, que
es independiente pero no indiferente, está reclamando dicho gobierno de
coalición.
Tengo
la sensación de que algo se está moviendo. Las recientes palabras de Pedro
Sánchez afirmando que Podemos es «socio prioritario» no sólo, en mi opinión,
intentan calmar los nervios en can Iglesias y parecen indiciar que, más pronto
que tarde, se concretará esa sociedad. No seremos los únicos en celebrarlo.
miércoles, 19 de junio de 2019
Simplemente Corbacho
Primer tranco
Es de Hospitalet y se llama Celestino. Celestino Corbacho. Que lo fue casi todo en el socialismo patrio: alcalde de la segunda ciudad más poblada de Cataluña, presidente de la Diputación de Barcelona. Ministro de Trabajo. Un cursus honorum envidiable. Celestino: mitad vertical, mitad campechano. Que últimamente paseaba su soledad hasta que fue llamado por Manuel Valls para formar parte de la candidatura a las elecciones municipales de Barcelona, inspirada por Ciudadanos. Celestino se cobijó en ese rincón de chichinabo que la jerga política llama independientes. De donde se supone que, así las cosas, nuestro hombre había abandonado la fe en Pablo Iglesias el Viejo y abrazado la causa contraria. Celestino pasó desparpajadamente del caño al coro.
Es de Hospitalet y se llama Celestino. Celestino Corbacho. Que lo fue casi todo en el socialismo patrio: alcalde de la segunda ciudad más poblada de Cataluña, presidente de la Diputación de Barcelona. Ministro de Trabajo. Un cursus honorum envidiable. Celestino: mitad vertical, mitad campechano. Que últimamente paseaba su soledad hasta que fue llamado por Manuel Valls para formar parte de la candidatura a las elecciones municipales de Barcelona, inspirada por Ciudadanos. Celestino se cobijó en ese rincón de chichinabo que la jerga política llama independientes. De donde se supone que, así las cosas, nuestro hombre había abandonado la fe en Pablo Iglesias el Viejo y abrazado la causa contraria. Celestino pasó desparpajadamente del caño al coro.
Segundo tranco
Ya
conocen ustedes la historia. Manuel Valls, Corbacho y Parera –la mitad del
grupo municipal de Ciudadanos--
favorecen sin condiciones la investidura de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona. Es el «mal
menor», que según Valls, evita que el segundo Maragall se haga con el bastón de
mando. Al grupo dirigente de Ciudadanos le sienta peor que un cólico nefrítico.
El dedo acusador de Valls se ha hecho insoportable a la derecha, que ha perdido
ya el desodorante. O sea, Ciudadanos. Y se produce el desenlace: Los de Rivera
rompen con Valls. ¿Qué hará Celestino?
Tercer tranco
Celestino
es hombre de decisiones rápidas, especialmente en los asuntos de intendencia.
Él, que votó con Valls –posiblemente con regusto vengativo contra su antiguo conmilitón,
el segundo Maragall-- no es inquietado
por los de Rivera. Ciudadanos puede soportar a Celestino, pero no a Valls.
Celestino que se salió del coro vuelve grupas. Solo hay un Dios y Rivera es su
Profeta. Él es simplemente Corbacho.
Algo más que una hipótesis
Rivera
observa que, tal vez, se le haya ido la mano vaciando Cataluña de dirigentes
rumbo a Madrid. Entiende que el grupo dirigente catalán está en precario y sus
miembros sin reconocimiento de la sociedad catalana. … Y se avecinan elecciones
autonómicas. Rivera no hace ascos al palmarés de Celestino. Sabe, además, que
no le negará por segunda vez. Así pues, le propone encabezar la lista de
Ciudadanos a las autonómicas. Eso sí, hay que simular que quien tuvo, retuvo.
Lo hará como independiente. Con una vela a Pablo Iglesias el Viejo y la otra
vela a Ana Patricia Botín.
Simplemente
Corbacho.
martes, 18 de junio de 2019
Rivera le pide a Valls que le devuelva el rosario de su madre
Antes
de que se me olvide, pregunto: ¿de quién está más cerca Rivera, de Vox o de
Valls? Meditemos, y al final hablamos.
Albert Rivera ha
roto con Manuel Valls.
El primero, un eterno principiante; el segundo, un veterano con el colmillo retorcío. Rivera, «un adolescente caprichoso», según su
mentor, Francesc de Carreras; Valls, que en su día –como Eugenia de Montijo-- «dejó las aguas del Darro por las del Sena». Bueno,
en su caso fueron las del Besós. La ruptura tendrá repercusiones, nacionales e
internacionales, para Ciudadanos, «la
derecha con desodorante», según ha dejado dicho Paco
Rodríguez de Lecea.
Manuel
Valls decidió por su cuenta y riesgo dar sin condiciones los votos que
precisara Colau para ser elegida alcaldesa
de Barcelona frente al segundo Maragall.
Rivera había dado órdenes taxativas: no había que votar a Colau. Con lo que la
decisión de Rivera llevaba al joven Maragall directamente a la alcaldía. La
impericia de Rivera es directamente proporcional a su atolondramiento.
Las
relaciones de Valls con Ciudadanos nunca fueron muy muy católicas que digamos.
Rivera anunció el fichaje de la estrella a bombo y platillo. Pero, fuera por la
torpeza de Rivera o por la versatilidad de Valls, la cosa acaba así: Valls
monta una coalición con una serie de tapas variadas de la política catalana que
es «autónoma» de Ciudadanos, pero que cuenta con su apoyo logístico y de
intendencia. Valls invita, pero la consumición la paga Rivera. Es obvio que
Rivera tragó, encandilado como estaba de que darían la campanada en el
ayuntamiento barcelonés.
La
situación acabó agriándose con motivo de
las relaciones de Ciudadanos con Vox, siempre negadas y siempre confirmadas por
los hechos. La verbena en la madrileña plaza de Colón terminó por aumentar la
tensión entre Rivera y Valls. Y finalmente lo sucedido en el ayuntamiento de
Barcelona.
La
ruptura de Ciudadanos con Valls es un acto de mayúscula torpeza política. Primero,
porque Rivera aparece todavía más escorado a la derecha; y, segundo, porque tensa
las relaciones de Ciudadanos con sus amistades –cada vez más frías-- europeas. Más todavía, Rivera se aleja de sus
propios europarlamentarios, que son los que directamente sufren el bochorno.
Estas son las consecuencias –o algunas de ellas-- de las decisiones de un grupo dirigente que
confunde hacer política con jugar a pizpirigañas n un jardín de infancia.
Conclusión
provisional: ¿de quién está más cerca Rivera, de Vox o de Valls? Se trata de
una pregunta retórica, claro está.
lunes, 17 de junio de 2019
Los amantes de Santa Coloma: episodio electoral
Primer acto
En Santa Coloma de Farnés, ilustre villa de la comarca de La Selva, se ha vivido una pasión amorosa a la altura de Verona y Teruel. Santa Coloma tiene ya sus amantes. Joan Martí y Bea Ventura son los amantes de estos dulcemente tristes episodios municipales. Se prometieron un amor eterno durante toda la legislatura. Joan, güelfo blanco, republicano; Bea, güelfa negra, socialista. Los padres de Joan querían, sin embargo, que la alianza fuera con la jefa local de los gibelinos, Susagna Riera, representante de Waterloo, por más señas perdedora de las elecciones.
Segundo acto
Día
del casamiento entre Joan y Bea. Tensión. Los gibelinos están de uñas y arman
la marimorena. No se puede admitir que en el campanario se arríe la bandera del
Tres por Ciento. Y desde la distancia interviene Quim Torra, el nativo menos ilustre de la villa,
que manda suspender la ceremonia nupcial
hasta que Joan pacte con Susagna. Alboroto descomunal. De repente, la
hermanísima de Torra asalta la mesa presidencial y descuelga el retrato de su
hermano en claro simbolismo de que, bajo su cara, no puede perpetrarse la
fechoría del casamiento de los amantes Joan y Bea. Ya quedó señalado por Jordi Pujol que «cuando
hay problemas sólo se puede contar con la familia».
Tercer acto
Pero
Bea y Joan no tienen el fuste de Romeo y Julieta, ni son de Teruel. Ceden como
corresponde a la corrosión del carácter de los amores post modernos, amores de
chichinabo. En realidad, piensa Joan
–guelfo blanco-- que no es para tanto,
que sólo es política. Y deja plantada a Bea al pie del altar.
Desenlace
No
consta intervención alguna (al menos por ahora) de la dirección de Esquerra Republicana de Catalunya, güelfos blancos
muchos de ellos, ante el desmán de Torra.
Un Torra injustamente acusado de gandul, cuando en realidad trabaja a
destajo pro domo sua. Un Torra que puede presumir ahora ante el segundo Maragall de cómo se pueden
impedir algunos casamientos.
domingo, 16 de junio de 2019
La derrota barcelonesa del independentismo
El
independentismo está que trina: la pretendida joya de su corona les salió rana.
Barcelona seguirá en manos de Ada Colau. El
segundo Maragall tendrá que esperar cuatro
años para aspirar al bastón de mando.
Don
Ernest tiene malas pulgas. Sabedor de que no sería alcalde organizó un
descomunal quilombo. Sus irascibles parciales acudieron a la plaza de Sant
Jaume a chillar a Colau, Collboni y Valls. Gentes de los barrios altos
barceloneses con caras de pocos amigos, recién bien comidos y bien bebidos, llamando
fachas a veteranos trabajadores --antiguos inquilinos forzados de
comisarías y cárceles franquistas-- que celebraban el triunfo de Colau. Son las
sonrisas del independentismo. Es, ante todo, la reacción del segundo Maragall,
cuyo rencor es directamente proporcional a su incompetencia política y
profesional. Ahora bien, la ira del independentismo por la pérdida de «su
Alhama» es consecuencia directa de su
fuerte creencia de que las instituciones catalanas son de su propiedad. Lo que
no es independentismo es un tumor.
No
obstante, las cosas se complican en el independentismo cuando, entre ellos,
dirimen quién es el propietario de la
institución en cuestión. Es, por
ejemplo, el caso del campanario taifal de Sant Cugat. Pugna entre los
seguidores de Waterloo y los de Junqueras.
Vencen estos últimos tras su pacto con el PSC. La bronca es mayúscula: los
waterlorianos gritan a pleno pulmón «155»; los junquerianos responden con
precisión matemática: «3 por ciento». O sea, entre independentistas no reza el
mandamiento del Nuevo Testamento: «amaos los unos a los otros».
sábado, 15 de junio de 2019
Rivera, la derecha con desodorante
Con
el paso del tiempo Ciudadanos
se ha convertido en el gran camelo de la política española. Su primer espada, Albert Rivera, ha pasado de
ser una persona madura a «un adolescente caprichoso», según ha afirmado
Francesc de Carreras, principal ideólogo del grupo fundacional del partido y
mentor del primer Rivera. No sería descabellado que lo uno (el camelo) y lo
otro (adolescente caprichoso) formasen un todo inseparable.
Cs
apareció en tromba, como las viejas tabernas en Santa
Fe, capital de la Vega de Granada. Cuando aparecía un bar nuevo durante
unos días estaba atestado de gente. Curiosos que iban a ver la calidad del
morapio y de las tapas. Pasados esos días los parroquianos abandonaban la nueva
taberna y volvían a los grandes bares santaferinos «de toda la vida».
Retornaban al Bar Chiquilín, La Gloria y el Bar Rosas, calidad garantizada. Cs va camino de ello.
Ciudadanos
nace con la propuesta de un barniz socialdemócrata, aunque siempre fue
trabajoso encontrarlo. Era solo una peca. Más tarde renace y afirma que su
genoma es liberal. Progresivamente el partido fue dejando el plumaje de la
nueva política para actuar de manera tan senil como cualquier otro partido del
teatro nacional. Las confusas señas de identidad fueron desapareciendo, tales
como la regeneración, la reforma de la política y otras
chucherías del espíritu. Y, a la par de ese abandono, Ciudadanos se hizo cada vez
más inútil. Por ejemplo, en el año 2017 los de Rivera ganan las elecciones en
Cataluña con un sorprendente e inédito resultado. Ciudadanos empieza a
convertirse en el «gran camelo», porque no
supo qué hacer con tales resultados. Su joven estrella, Inés Arrimadas, es un espejismo: torpeza
a granel.
Hubo
comentaristas que, en su día, hablaron del fin del bipartidismo, y añadieron
que las fuerzas emergentes que lo habían roto –entre ellas Ciudadanos—eran las
exponentes de la nueva política. De donde intentaron hacernos creer que el fin
del bipartidismo sería protagonizado por la nueva política.
No
es el caso de los de Rivera. Giro a la derecha. Competición con el Partido Popular a ver quién le da al
timón más grados a estribor. Amores a hurtadillas con Vox. Es el gran camelo. Como aquella taberna
santaferina, que era un auténtico camelo.
O si lo preferís, «Rivera es ya la ultraderecha con desodorante», según
un inspiradísimo Paco Rodríguez de Lecea, Rector
Magnífico de la Universidad de Parapanda.
viernes, 14 de junio de 2019
Estado de derecho y democracia
«La
democracia está por encima del Estado de Derecho» es una idea—fuerza del
independentismo onírico. Jordi
Cuixart, uno de los líderes que han sido juzgados recientemente, la ha
repetido en incontables ocasiones. La aparición de esta inquietante máxima en
el libro de recetas del independentismo hay que situarla ya en los primeros
pasos del hombre de Waterloo y que con sumo provecho heredó su Enviado en la
Tierra, Quim Torra.
En
unos primeros momentos pensé que quienes manoseaban dicho constructo («la democracia
está por encima del Estado de Derecho») eran unos auténticos analfabetos,
gentes indoctas, cuyas únicas lecturas habían sido Marcial
Lafuente Estefanía y la prolífica Corín
Tellado. Algunos habrá de esa estirpe. Pero sus dirigentes –los que
están en el puente de mando-- usan la
máxima a sabiendas y queriendas de que es tan falsa como falsos fueron los
viejos duros sevillanos, que circularon impunemente en España a finales del
siglo XIX.
El
independentismo catalán ha querido auto legitimarse contraponiendo Estado de
Derecho a democracia. La democracia, en esa ciencia ficción, sería: los
independentistas, o sea, Cataluña, somos la democracia; España es el Estado, y depende de qué cofradía
independentista será Estado de Derecho o –en palabras de Waterloo-- Estado fallido (sic).
Democracia
y Estado de Derecho son inseparables. Lo que comporta que la democracia tenga
obligatoriamente sus normas y procedimientos. En caso contrario estaremos en la
turba o conjunto de turbas sin orden ni concierto. Sería la oclocracia. De este
han hablado largo y tendido juristas de la talla de Hans
Kelsen y Norberto Bobbio, y más
recientemente Boaventura de Sousa.
La
oclocracia, decimos. Es decir, la turba no juiciosa dirigida irracionalmente
por un cabecilla, que sabe bien lo que se trae entre manos. En concreto, la
corrosión del carácter de la política.
Nota.-- El caballero de la foto es Norberto Bobbio.
miércoles, 12 de junio de 2019
¿La Confederación Europea de Sindicatos es un convento de clausura?
Recientemente
se ha celebrado en Viena el Congreso de la Confederación
Europea de Sindicatos. Pregunto: ¿alguna estructura sindical española ha
difundido, discutido y enmendado sus
materiales? No sé, pero me ha parecido que ha habido demasiado silencio,
precisamente cuando la «cuestión europea» está al rejo vivo, en unos momentos
que Europa se está descosiendo. ¿Este silencio español es el único?
¿Qué
ganamos, en qué nos favorece que un congreso sindical pase desapercibido para
las organizaciones nacionales? ¿qué responsabilidades tienen los dirigentes de
los sindicatos nacionales en este silencio conventual?
Mientras
tanto, me pongo a leer aquellos versos, Estos,
Fabio, ay dolor, que ves ahora, del casi olvidado Rodrigo
Caro.
martes, 11 de junio de 2019
Pedro y Pablo
Conviene
no ponerse nervioso. Pedro Sánchez está mejor en estado de flema que
intranquilo. Es lógico que Pablo Iglesias apriete porque necesita oxígeno. Sus resultados electorales
no le han acompañado como quería y esperaba. Por lo que parece de cajón que,
dado que el PSOE necesita una serie de votos para la investidura de Pedro
Sánchez, Podemos se haga valer y pida alguna cartera ministerial en el próximo
gobierno. Esto es política y el reparto de la túnica sagrada no es una cuestión
baladí. Ximo Puig lo ha entendido a las primeras
de cambio.
Veamos:
Pablo Iglesias necesita recuperarse de su traspiés y cree que, desde un
ministerio, está en mejores condiciones; Pedro Sánchez, a su vez, precisa de
los votos de Podemos y de algunos más. Digamos, pues, que ambos –los apóstoles
Pedro y Pablo-- se necesitan para
gobernar el reino, que es de este mundo. Por lo que no parece muy sensato que,
ante las reiteradas peticiones de Pablo,
Pedro responda que podrían convocarse nuevas elecciones. Temple, oigan.
Digámoslo
con crudeza: nadie tiene la certeza de los resultados que dispondrían unas
nuevas elecciones. Más todavía, la frase –inútilmente brillante-- de Ábalos “las urnas tienen memoria” es
poesía en octosílabos. Ni las urnas tienen memoria ni la memoria está en las
urnas. Una repetición de las elecciones es un disparate caballuno.
El
temple también es exigible a Pablo Iglesias. Recuerde usted el viejo refrán de
“tanto tienes, tanto vales”.
lunes, 10 de junio de 2019
CHina y los independentistas catalanes
El
independentismo onírico tiene entre sus dirigentes políticos algunos personajes
que o bien están idos del colodrillo o son rematadamente ingenuos. Es el sector
liderado por el hombre de Waterloo
y, vicariamente, por su Enviado en la Tierra. Hace tiempo supimos que alguien,
convenientemente autorizado, se había dirigido a Israel en demanda de
financiación. Waterloo pensaba que sería coser y cantar. Y así se hizo constar en los corrillos del
independentismo onírico. De Tel Aviv no llegó ni un duro. De la comunidad judía
tampoco. Es como si hubieran recuperado el famoso cartel de las tabernas de
antaño, que diariamente anunciaba: “Hoy no se fía”.
El
independentismo onírico es, en cualquier caso, tozudo. Paralelamente a las
gestiones con Tel Aviv se hicieron otras tantas con China. En un documento
secreto –al final en manos de la Guardia Civil, que ya no es caminera-- el independentismo solicita 11.000 millones
de euros a los herederos de Mao para crear un banco central en Cataluña.
Sorprende que oníricamente hayan ignorado las relaciones de Pekin con los
nepalíes. Y, más todavía, ¿a santo de qué las autoridades chinas iban a echarle
un cable a los independentistas catalanes, ya sean del sector onírico o del
sector carne de membrillo? ¿Qué sacarían a cambio las autoridades chinas de
esta operación? Algo chocante, desde luego. Unos mentecatos intentando
convencer a una de las diplomacias más eficaces del mundo.
Waterloo
sigue esperando. Ni viene parné de Israel ni de China. Ni de los Macabeos, ni
de Fu Manchú. En todo caso, sí parece conveniente que preguntemos: “¿de dónde
saca Waterloo pa tanto como destaca?”
domingo, 9 de junio de 2019
Pedro Sánchez y Ada Colau
Posiblemente
Pedro Sánchez está esperando el desenlace del
proceso electoral de los últimos comicios para dar el carpetazo definitivo a la
sesión de su investidura. Es decir,
quiere tener el cuadro meteorológico al completo de las tendencias de doña Correlación de Fuerzas. De ahí que se tome al asunto
con flema inglesa. No conviene atropellarse en los asuntos importantes. Esta es
una nueva faceta del otrora fogoso
secretario general del PSOE. Sánchez certifica la bondad del viejo refrán que señala que “se aprende a capar capando”.
Sea, pues: flema, despacito y buena letra.
Pedro
Sánchez tiene cierto tiempo para la investidura, y de esa guisa saber a ciencia
cierta con qué apoyos cuenta. Como es natural, todos ellos pondrán por
delante la sinfonía ¿Qué hay de lo mío? Que
nadie se escandalice: esto es política, no unos ejercicios espirituales. La ley
de la oferta y la demanda indica que el petitorio global será caro. Tampoco
importa: la Moncloa bien vale una misa cantada.
Conviene
recordar que una cosa es la investidura y otra es la legislatura. Los aperos de
una y otra suelen ser diferentes. Y vale la pena recordarlo porque Sánchez no
va muy sobrado de sostenedores. Los números, cierto, le son favorables, pero no
son generosamente favorables. Más todavía, cuatro años es un periodo donde
pueden ocurrir muchas cosas así en el
teatrillo español como en el melodrama
europeo.
Conserve,
pues, Pedro Sánchez su flema. Pero vaya tejiendo un proyecto consistente que le
permita navegar durante la legislatura con razonable comodidad. Los diputados
que tiene ni siquiera son suficientes. Hable con Pablo Iglesias, pues no es conveniente que se
ponga más nervioso. Por lo demás, si el otrora fogoso Pedro Sánchez ha conseguido templar los nervios, en teoría
nada parece impedir que Iglesias también aprenda a capar capando.
Oído,
cocina: los socialistas barceloneses avisan a la señora Colau que si no hay pacto no la apoyarán para alcaldesa. Lógico, esto es política, no el rezo del santo
rosario. Pues bien, Sánchez: de te fabula narratur.
(Estas
reflexiones las sostuvimos Doménec Benet y un
servidor en la planta tercera del Hospital Comarcal. Al fondo, la mar mediterránea).
sábado, 8 de junio de 2019
Esquerra está triste: ¿qué tendrá ERC?
Vivimos
tiempos frenéticos: ayer se estaba en la cresta de la ola, hoy en bajamar. Se
supone que tanta indeterminación produce vértigo y angustia. Aproximadamente
–me lo comentan voces aproximadamente bien informadas-- es lo que le ocurre a Esquerra Republicana de Catalunya. Y
también al independentismo onírico de las diversas franquicias post
convergentes. E una inquietud que viene del resultado de las recientes
elecciones, que han fortalecido a Pedro Sánchez.
Los de Junqueras
observan con preocupación que ya no cuentan tanto en el juego de las carambolas
para la investidura de Sánchez. O, por mejor decir: apenas si cuentan. En estas
operaciones, el orden de los factores altera, a la baja, el producto de
Esquerra. Con lo que la capacidad del independentismo en la arena española
sufre un notable quebranto. Difícil papeleta para que la gobierne el pintoresco
Rufián, que todavía
no pasa de la retórica de bidonville.
Para
colmo, las expectativas dinásticas de ERC para hacer del segundo Maragall el nuevo alcalde
de Barcelona sufrieron ayer un sonoro revés cuando los Comunes dejaron por fin
de bostezar y afortunadamente aprobaran que Colau optara nuevamente por el
bastón de mando. Celebramos, pues, la derrota del segundo Maragall. Una derrota
que no solo tiene repercusiones municipales o estrictamente barcelonesas. De
momento, sólo de momento el mercurio político del termómetro de Esquerra ha
bajado. Y, sensu contrario, el insuceso
de los Comunes en los recientes comicios quedaría relativizado si finalmente
Colau se pone el fajín de alcaldesa. Con todo habrá que esperar unos días, porque en estos casos nunca se sabe...
Post
scriptum.-- Esta mañana me ha despertado
el voceador de periódicos. Gritaba: «Ha salido Pasos a la Izquierda». «El
número 16», aclaraba.
Está disponible
en la red el número 16 de Pasos a la Izquierda (clicar en el título para acceder). Un
instrumento de reflexión y de debate hacia el cambio que necesitamos.
viernes, 7 de junio de 2019
Gobierno catalán, olla de grillos
Ha
pasado un año desde que Torra
fue investido presidente de la Generalitat de Catalunya. Un año de inacción
institucional, que se ha caracterizado por reacciones espasmódicas ante y
contra España. Un año de artificios
retóricos y palabrería huera. Un año perdido que ha servido solamente para
acumular ridículos al por mayor. Fracaso, pues, en tierra, mar y aire.
Francesc—Marc Álvaro,
hombre de letras, independentista pata negra, nos cuenta en La Vanguardia que
todo el mundo habla mal del gobierno de Torra y especialmente los propios
miembros del gabinete. Un gobierno que, según el periodista, no tiene cohesión.
Nosotros diríamos que es un conjunto de tapas variadas que no conforma un menú.
Cada cual va a la suya, compitiendo en molicie y desbarajuste. Una olla de
grillos. Pura lógica: el carácter vicario de Torra y sus quídams con relación
al hombre de Waterloo hace que haya correspondencia, vale decir, que a un
inepto Puigdemont se corresponde con la zahúrda de Torra.
Por
cierto, me informan de la última decisión de Waterloo. Todos los pactos
municipales donde esté presente cualquier franquicia post convergente deberá
ser aprobada por Puigdemont. Poca faena tendrá.
jueves, 6 de junio de 2019
La respuesta de un sabio
A don Marcelino Menéndez y Pelayo se presentó en cierta
ocasión un quídam que deseaba conocer ciertos detalles de la Biblioteca
Nacional que don Marcelino no pudo suministrarle.
El impertinente se atrevió a decir al ilustre sabio:
El impertinente se atrevió a decir al ilustre sabio:
- Pues debería saberlo. El Estado os paga para que lo sepáis.
- Disculpe usted -dijo, afable, Menéndez y Pelayo-. El Estado me paga por lo que sé. Si fuera a pagarme por lo que no sé, no bastarían todos los tesoros de España.
miércoles, 5 de junio de 2019
Los amores platónicos de Ada Colau
No
sé a qué obedece la machacona insistencia de Ada Colau en que los socialistas formen parte, junto
a Esquerra Republicana de Catalunya y los Comunes, del equipo de gobierno de la
ciudad de Barcelona. Más todavía, tampoco entiendo el intencionado vacío de la
propuesta Colau en torno a quién sería el alcalde. Colau insiste en la sobada
fórmula tripartita, que –como se ha dicho--
no la quieren ver ni en pintura los socialistas.
¿Por
qué defiendo la opción de un equipo de gobierno Comunes y socialistas presidido
por Colau? En principio vale la pena recordar que es viable, ya que Colau
tendría los votos de Manuel Valls sin ninguna contrapartida. Valls lo ha dejado
suficientemente claro: es la opción del mal menor entre un independentista como
el segundo Maragall y Colau.
Maragall
no tiene un proyecto de ciudad para Barcelona. No ha aparecido, además, en su
atolondrada campaña. Don Ernesto tiene una idea instrumental de Barcelona: que
sea el banderín de enganche del independentismo en Cataluña y su fulcro en la
arena internacional. Con lo que los problemas de la ciudad –viejos y
nuevos-- serían de orden menor, no
relevantes para el ayuntamiento maragalliano. De donde se infiere que si Colau
aceptara la oferta del segundo Maragall, que no contaría con el apoyo de los
socialistas, el consistorio sería una
olla de grillos, un conjunto de retales sin relación entre sí, incapaces de
confeccionar un traje.
Con
todo, me malicio que este juego del escondite tiene alguna relación con las
elecciones autonómicas catalanas que, dada la velocidad del tiempo, están a la
vuelta de la esquina.
martes, 4 de junio de 2019
Los pretorianos de ese Quim Torra
O
pretorianos o jenízaros. O sea, grupos de élite entre las élites para custodiar
y defender al de más arriba. Pretorianos en la Roma clásica; jenízaros en el
imperio otomano. La guardia mora de Franco era otra cosa, una nota pintoresca
para recordar al general su actividad africanista. Pretorianos y jenízaros eran
en parte la constatación de que se temía por la vida del César y del Sultán. De
ahí que nos preguntemos si la vida de Quim Torra corre peligro y de dónde viene dicha amenaza.
Veamos.
Está
a punto de crearse un cuerpo de élite, al margen de la estructura de los Mossos
de l´Esquadra, con su propio estatuto, y elegidos a través del dedo incorrupto
de Torra, cuyo objetivo es proteger al presidente de la Generalitat de sus
enemigos, ya sean íntimos o no. Se dice que la idea partió del mismísimo Torra.
Y, nada más hacerse pública, el cuerpo de Mossos, con sus jerarquías al frente,
se mostró radicalmente en contra. No ha sido un conflicto entre bastidores,
sino público entre el gobierno catalán y el cuerpo de la policía autonómica. Un
cuerpo que, ahora, está bajo sospecha de no ser suficientemente patriota.
Total, que el máximo responsable de los Mossos ha sido substituido por otro, al
que han tenido que ascender a marchas forzadas, para lucir en la pechera la
hojalatería de los galardones. Pata negra, dicen que es.
Torra
o la ostentación del nuevo rico. Pero en realidad se trata que la policía esté
al servicio de las ensoñaciones de un personaje funesto.
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