Esto
es casi un elogio del maestro Josep Ramoneda.
Escritor prolífico, periodista brillante. Intelectual ponderado, que escribe
por lo general sin estridencia alguna. Que tiene la rara habilidad de incomodar
a los diestros y a los siniestros. No se trata de equidistancia, sino de una
beligerancia que, a veces, usa la ley del péndulo simple para compensar unas u
otras afirmaciones incordiantes. La utilización de esta ley es lo que
explica que le hagamos al autor un casi homenaje.
El lema de este blog es: "Nada curo llorando y nada empeoraré si gozo de la alegría" (Arquíloco).
sábado, 2 de noviembre de 2019
La confrontación del independentismo
El independentismo es una opción
política «de confrontación». (Lo que, en principio, no quiere decir que
necesariamente dicha confrontación se exprese con violencia). De confrontación,
decimos, que en el caso que nos ocupa se dirige contra el Estado y su Ley
fundamental, la Carta Magna. Por lo demás, es irrelevante que «todos» los
independentistas apuesten –o no-- por la confrontación. Por ella apuestan sus
líderes sin excepción: los matices y contrastes que hay entre ellos se refieren
no al hecho de la confrontación sino a cómo realizarla. Más todavía, quienes
han optado por la no confrontación han sido apartados de los órganos dirigentes
y ahora yacen pacíficamente en el Purgatorio. La lista no es pequeña en la
familia post post convergente. A muchos se les ha mandado un tuiter con esta
leyenda: «Extra ecclesiam nulla salus». O sea, fuera de la confrontación no hay
salvación. Tal como pacíficamente acuñó antañazo aquel famoso san Cipriano, obispo de Cartago.
3.— Ramoneda sigue aplicando el péndulo
con el que compensar su enérgica desautorización de la fantasmada de Waterloo.
«Es especialmente desasosegante el despliegue de artefactos jurídicos y
amenazas judiciales». Bien está, querido maestro, afirmar que la solución es política,
cosa que compartimos sin reserva mental alguna. Pero cuando Torra se pone
cimarrón, el aeropuerto está ocupado y se lanzan adoquines pacíficamente,
democráticamente, peristálticamente los
artefactos jurídicos y las amenazas judiciales deben hacer la siesta? Y me pongo a reflexionar: la izquierda sigue teniendo problemas con el orden público democrático.
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