«Se cantaba en Cádiz en 1812, mientras una asamblea,
compuesta en una tercera parte por clérigos, elaboraba una constitución:
Muera el que quiera
moderación
y viva siempre
la exaltación.»
Nos lo cuenta el profesor Gregorio Luri desde el Café
de Ocata : https://elcafedeocata.blogspot.com/2019/11/se-cantaba-en-cadiz.html Fin de la
cita.
Y
yo me digo para mis adentros que de esas corcheas vinieron muchos estrépitos,
estruendos y estridencias. Más todavía, de todo lo que siguió a aquellas
coplillas (y otras de signo contrario) vinieron los tumultos verbales y no tan
verbales de estos, nuestros tiempos. De
aquel «¡Viva el Pae Etenno!» hasta llegar al «Desperta ferro» de nuestros días.
Son
tiempos líquidos, dicen algunos letraheridos. No digo que no. Pero tengo para
mí que son tiempos de exaltación. Y, para mayor precisión, es una exaltación de
mostrador de taberna. Es un estado de ánimo que tiene la palabra en poder de
las uvas, aunque no necesariamente requiera esa condición. Lo digo porque hay
abstemios tan iracundos como los que tienen como oficio empinar el codo.
Exaltados,
los libertarianos del procés. (Ojo,
no confundan libertariano con libertario). Exaltados, los rancios
carpetovetónicos de secano. Anverso y reverso de la misma moneda.
Son,
en todo caso, tiempos líquidos para quienes se dejan acollonar, abandonando sus
propias responsabilidades. Pero también son tiempos de exaltación para los que
acojonan a los líquidos.
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