1.-- En el corral de Cataluña hay dos gallos
frente a frente. Dos kikirikíes distintos: el primero aparentemente moderado,
el segundo rotundamente espasmódico. Son Oriol Junqueras y el emigrado de Waterloo. El versátil periodista Francesc—Marc
Álvaro ve la cosa de la siguiente manera. «El independentismo está dividido en
dos visiones estratégicas que son imposibles de casar, los que piensan
institucionalmente y los que no lo hacen porque están atrapados en un relato,
que se basa en dos mitos: el ´desbordamiento democrático´ y el ´bloqueo de
Estado´. Para los que leen en diagonal:
la división es estratégica y es imposible de casar. En efecto, no casa intentar
hacer política y recitar el mito del conde Arnau.
2.-- En puertas de la sentencia del Tribunal
Supremo se ha producido uno de los enfrentamientos más sonoros entre los dos
gallos del corral con motivo de las movilizaciones contra dicha sentencia. De
un lado, el gallo Junqueras exige evitar el «simbolismo vacío» de la
desobediencia civil e institucional. Un planteamiento apoyado por el PNV:
«Tanta épica no nos lleva a ningún sitio», que es la voz de la experiencia, de
quien ha pasado mil sofocaciones. De otro lado, el de Waterloo y sus cleruquías,
organizando la intemerata, empeñados en caminar de victoria en victoria hasta
su derrota final. Concretamente, dos estrategias «imposibles de casar».
Atención, no ha dicho «difíciles» de casar. Es decir, lo que dejó escrito aquel
filósofo de cafetín: lo que no puede ser, no puede ser, y además es
imposible. De ahí que nos permitamos el
siguiente discernimiento: la riña entre los dos gallos, así las cosas, se
mantendrá, bien hasta que no quede pluma alguna en el gallinero, o bien con la derrota
de uno de los dos. De una derrota tan sin paliativos que liquide
definitivamente al contrario o lo convierta en material arqueológico.
4.-- Curiosidad: ¿qué interesa más a los poderes
contra independentistas, la derrota del gallo Puigdemont o la del gallo
Junqueras? Lo digo porque esa pregunta ha estado en el limbo durante todo el procés. Hasta tal punto que la inútil política
de las fuerzas contra independentistas ha propiciado que los suplentes de los
encarcelados y recientemente juzgados haya radicalizado, todavía más, el problema,
convirtiendo aquella comedia -«íbamos de farol», afirmó la consejera Clara Ponsati-- en una tragedia sofoclea.
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