lunes, 21 de octubre de 2019

De las Fuerzas de Orden Público en Barcelona




Desde distintos ángulos se le están pidiendo a ese Quim Torra que censure la violencia que, durante la semana pasada, se ha enseñoreado por las calles de Barcelona. Es lo mismo que exigir que el olmo dé peras. Ni siquiera ha denunciado el pillaje que se ha producido en algunos comercios del Portal del Ángel. Torra y sus emoticonos son así.

¿Por qué el vicario de Waterloo no alza su voz y: (a) desautoriza enérgicamente la teología de los incendios, del lanzamiento de ladrillos, el pillaje, (b) exigiendo el cese inmediato de todo ello? Primero, porque en su formación siempre tuvo a los hermanos Badía como «uno de los mejores ejemplos del independentismo». Segundo, porque el vicario cree que la situación actual del procés se debe al carácter inane de las movilizaciones que ha puesto en marcha y, en concreto, a la ausencia de gasolina. Por lo que a la beatitud del pacifismo había que añadirle la mecha que hace arder. Y, tercero, porque ese caballerete no es ajeno a la creación de esos grupos y grupúsculos de escuadristas y asimilados. Cuando les animó a que apretasen no lo hacía metafóricamente.

De ahí que, así las cosas, lleguemos a una inquietante conclusión: Torra entiende que lo que están haciendo los Mossos de l´Esquadra es una interferencia a sus planes. Y, por ello, que haya intentado cortar la cabeza de su consejero de Interior, Miquel Buch, que ha denunciado la violencia sin ambages. Extraña figura la de este Torra. Habrá que buscar mucho en los archivos de antaño y hogaño para encontrar un gobernante que considere que su propia policía es un estorbo para sus deposiciones políticas. 

Difícil papeleta tienen los Mossos. Machacados por las derechas –políticas, mediáticas y de fast food-- de allende y aquende el Ebro famoso; observados  inamistosamente por el vicario de Waterloo y, ahora, zarandeados por un sector de la izquierda, que añora las prácticas de kumbayá en la falda de la montaña.

Es una izquierda chocante que, de un lado, denuncia sin paliativos la violencia de los fuegos y los ladrillos, pero que, de otro lado, considera que el principal problema de las calles de Barcelona es la actitud de las fuerzas de Orden Público que actúan de manera «desproporcionada». Sancta simplicitas! 

P/S.--   Se agradece al ingeniero Gómez Acosta el envío de esta foto. Es mi casa (y la de algunos de ustedes).   



No hay comentarios: