Escriben Nicolás
Sartorius, Eduardo Saborido y José Luis López Bulla*
En memoria de Cipriano
García y Ángel Rozas
I- Si algo ha demostrado la historia es
que las derrotas de los trabajadores siempre han venido por la división o
cuando se han dejado arrastrar por proyectos insolidarios. Los que firmamos
este artículo somos personas que, en momentos difíciles, hemos dirigido las
luchas de los trabajadores por la democracia y el bienestar social. Ahora
vemos, con gran preocupación, que se nos quiere separar. Se pretende poner por
encima de nuestros valores y compromisos solidarios unos proyectos
identitarios, con el objetivo de dividir un Estado democrático que los
trabajadores, más que nadie, fueron capaces de conquistar. Este problema se ha
agravado por la crisis económica, por una sentencia del Tribunal Constitucional que modificó el nuevo Estatuto de Cataluña
y por la política de los nacionalistas de encubrir sus medidas antisociales y
la corrupción bajo la bandera de la separación.
Pero no olvidemos que las libertades y
los derechos sociales conquistados —hoy en peligro— son el producto de las
luchas de todos los españoles. Porque en todos los lugares hay hombres y
mujeres que se levantan contra las injusticias, sabiendo que formamos parte de
un proyecto común de avance social y que si nos va mal a unos les irá mal a
todos.
II- Luchamos juntos contra la dictadura,
fuimos represaliados, muchos perdieron la vida y otros conocimos la cárcel.
Nuestros represores pertenecían a todos los territorios de España. Así se forjó
el movimiento obrero de nuestro país, que fue decisivo en la conquista de las
libertades. En las movilizaciones por la libertad sindical, la amnistía y los
estatutos de autonomía, los trabajadores estuvieron a la cabeza, mientras los
que hoy se presentan como adalides de confusas liberaciones nacionales, o no se
enfrentaron a la dictadura con igual decisión o ni siquiera lo intentaron.
III- Se defendieron todas las causas
justas sin pensar a qué territorios afectaban. Y si hoy existen notables
diferencias de desarrollo entre distintas autonomías, no se debe a que unos
seamos más listos o laboriosos que otros sino a que la desigualdad es una
constante en el desarrollo del capitalismo y a que los diversos sectores de ese
capital siempre han pactado repartirse las zonas de influencia. Eso explica,
históricamente, las grandes corrientes migratorias en el interior de España, de
las zonas más pobres a las más ricas. Pero también es indiscutible la
contribución de esos emigrantes al desarrollo económico y a la conquista de las
libertades en Cataluña. Nos interesa recordar que ya en junio de 1967, la Primera Asamblea
Nacional de CC OO reconocía las reivindicaciones nacionales del País Vasco,
Cataluña o Galicia "sin anteponerse a las de tipo social o sindical ni a
la unidad de acción de todos los trabajadores españoles".
IV- Hoy la crisis económica se aborda
provocando millones de desempleos, reduciendo salarios y pensiones,
desahuciando a los más pobres, reduciendo las inversiones en educación y
sanidad, facilitando el despido. Todo ello en el contexto de la corrupción más
vergonzosa jamás conocida en el periodo democrático. Medidas antisociales y
corrupción que afectan sobre todo a PP y a CiU, por mucho que este último se
envuelva en la "independencia" con el fin de ocultar sus vergüenzas y
sus políticas antisociales.
V- Siempre se han defendido, desde el
mundo del trabajo, los derechos democráticos que han sido la expresión de su
fuerza unitaria. Todo quebranto de dicha unidad conduciría a la debilidad del
movimiento de los trabajadores, y de la izquierda. Es más, en la época de la
globalización, en una UE que decide cada vez más sobre nuestros asuntos, las
opciones de ruptura y división nos debilitarían hasta hacernos irrelevantes. No
deberíamos olvidar nunca que la solidaridad es la esencia del sindicalismo y no
hay acto más insolidario que desgajar una parte del conjunto cuando, como en
este caso, es una de las más ricas. El que haya afiliados a favor de la
independencia no debe ser obstáculo para que las organizaciones sindicales
tengan una posición clara ante lo que supone un atentado contra los intereses
de los trabajadores. Desde luego, no estamos por el inmovilismo actual.
Apostamos por una reforma de la Constitución que amplíe los derechos sociales,
que mejore nuestra convivencia democrática y el encaje de todos en una España
mejor. Por eso los que luchamos juntos queremos seguir unidos dentro de una
España y una Europa federales, garantía de que podremos avanzar en las
conquistas sociales y democráticas.
* Este
artículo se publicó el 23 de setiembre de 2015.
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