El partido de Ada Colau está
entre dos fuegos. En medio de los fuegos de Escila y las hogueras de Caribdis.
El partido de Colau llamado coloquialmente los comunes. Entre el secesionismo y el unionismo. Por eso están
recibiendo mamporros de ambas banderías.
Los últimos guantazos los están
recibiendo desde el fin de semana. Su máximo grupo dirigente se reunió el
sábado en Terrassa con la idea de fijar una postura de cara al referéndum
anunciado (que no convocado) para el día 1 de Octubre. Debate animado –y
cordial-- entre posiciones cristalizadas desde los inicios de esta formación
política. Las posiciones son claramente divergentes: apoyo a la convocatoria
del referéndum, apoyo crítico, negativa a participar, entre las más influyentes
y llamativas. Ahora bien, al final hay que sacar conclusiones. Se requiere,
pues, una síntesis, que sea capaz de representar tan diversos y contradictorios
retales.
La posición que finalmente se
adopta considera que el día 1 de Octubre «es una movilización en defensa del
derecho a decidir y no un referéndum vinculante con validez jurídica sobre la
independencia de Cataluña». Se aprueba: unos por cansancio, otros con
resignación. Se considera que, a fin de cuentas, la unidad interna es
fundamental.
Considero que la moción aprobada
no es una síntesis, sino un artificio. Entendiendo «artificio» como
procedimiento o medio ingenioso. Pero una síntesis es otra cosa. Un artificio,
que es la consecuencia de un proyecto sobre Cataluña como agregación de
elementos dispersos que, forzosamente, se expresa de manera no inteligible,
porque las variables de ese polinomio no están vinculadas entre sí. Es más, da
la impresión que cada una de ellas va por libre.
Nada sabemos acerca de lo
fundamental: ¿los comunes están por
la independencia de Cataluña? ¿O sólo por el derecho a decidir?; y si es así,
en un referéndum vinculante, ¿qué posición se adopta? No vale decir que se da
libertad de voto, pues para ese viaje no se necesitan tales alforjas. De no
aclararse estas importantes cuestiones, la parábola ascendente de los comunes podría entrar en declive. Pero
si se aclaran podría costarle a dicha formación la rotura de algunas de sus
cuadernas. Por lo que, de momento, lo que se mantiene es la actitud del asno de
Buridán.
¿Cómo salir de ese embrollo?
Sugiero que se vaya en la línea de lo que plantea Manel
García Biel: «Hay que dar la
espalda a la convocatoria del 1-O y empezar a preparar ya para el 2-O una
alternativa para impulsar una propuesta que se pueda defender en todas
partes, con el máximo de alianzas en defensa del carácter plurinacional que
hace falta que tenga el Estado y donde se pueda hacer una propuesta de
ensamblaje político de Cataluña».
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