martes, 8 de junio de 2021

El junquerazo: «ni viable, ni deseable»


 Indignación en Waterloo, desconcierto en el Partido Popular: la ya famosa carta de Oriol Junqueras, aceptando el indulto y afirmando que la declaración unilateral de independencia de Cataluña no es «viable, ni deseable» ha roto muchos moldes. Estupor en can Puigdemont, que todavía está digiriendo las voces que, en su propio partido, están provocando un distanciamiento entre el interior y el exterior. Estupefacción en casa Casado que no sale de su asombro con lo de Junqueras, la política del presidente Biden y la reciente resolución del G 7.

Atención: la carta de Junqueras coincide a cosica hecha con la presencia en Barcelona de Pedro Sánchez y en puertas de su  encuentro con Pere Aragonès. Lo que indica que las cosas se están moviendo a velocidad de crucero. De un lado, se está entrando en una cierta realpolitik y, de otro lado, sus adversarios (las derechas carpetovetónicas y de Waterloo) empiezan a tener problemas. Los ´barones´ más notables del Partido Popular han manifestado que no asistirán a Colón—2; los de Waterloo empiezan ya a dibujar una cierta cesura entre los de la fe del carbonero y lo que otean que las piquetas de los gallos indican un cambio de aires.

Hay quienes tienen el colmillo retorcío y afirman que nada ha cambiado. De hecho, los que desde la política dicen esa estolidez, expresan impotencia e incapacidad y, sobre todo, miedo a que se encuentre una vía que, gradualmente, vaya pacificando el litigio. Eso sería la demostración del fracaso de la derecha tan caballuno como el fracaso del independentismo con toda la quimera del procés. Pánico, además, en casa Casado porque ello podría llevar a una definitiva pérdida de prestigio de su primer dirigente, incapaz de estar en la onda de la solución del problema e inepto para sacar al partido de la ciénaga de los casos de corrupción.

Las cosas, claro que sí, están cambiando. Se necesita, con todo, una mirada microscópica para ver los detalles pequeños del giro de Junqueras y una mirada en lontananza para aproximadamente prever hacia dónde se dirige este cambio. Y, sobre todo, calma. Calma vigilante, pues –con ser importante y positivo el junquerazo--  todavía no sabemos qué tipo de reacción tendrán eso que se llaman las bases. Pero de algo podemos estar relativamente seguros: la política se ha puesto el traje de faena en Cataluña. Por cierto, todavía el PP tiene su sede en la calle Génova. ¿No decían que…?


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