domingo, 27 de junio de 2021

España no se rompe, la derecha no tiene fuerza para romperla


 

La cúpula del Partido Popular no ha querido ver (más bien no le interesa ver) que los políticos que han salido de la cárcel, tras el indulto, lo han hecho derrotados y divididos. Nada de lo que motivó su ingreso en prisión tras una sentencia severísima ha triunfado y, peor aún, ni siquiera tiene visos de avanzar. Pero a las derechas domésticas carpetovetónicas no les conviene la derrota del procés, porque se quedarían sin motivos para existir. Es la hipócrita consecuencia de la política de bloques.

Oriol Junqueras parece entender lo que está sucediendo. Lo que no quiere decir que dentro de un tiempo, por las razones que sea, diga justamente lo contrario de lo que ha dicho en sus importantes declaraciones en La Vanguardia de hoy, domingo: «La actitud del Gobierno español es la mejor que he visto en una década». (Escalofríos en ciertas covachuelas del independentismo ultra y calambres en Waterloo. Esquerra Republicana --dirán estos de labia ortodoxa y cabeza de serrín--  están resucitando el santo espíritu de Jordi Pujol. Se vuelve, pues, al autonomismo).

Se me dirá que los presos han salido –y el mismo Junqueras insiste en ello— exigiendo votar sobre la independencia y la amnistía. Cierto, así es. Pero, con todos los respetos, sostengo (como Pereira) que eso es pura palabrería. Es ese guiño obligado como queriendo decir que «seguimos siendo de los nuestros». No, ellos no lo volverán a hacer. Han comprobado en sus propias carnes que han salido derrotados y divididos. Son el gallo de Morón.

Y, seamos claros, en esas condiciones de fracaso independentista se van a iniciar, cuando encarte, el proceso negociador. Con todo, las derechas domésticas carpetovetónicas seguirán trasladando el mensaje de que «España se rompe». Por ahora eso es sencillamente imposible, porque la derecha no tiene la fuerza necesaria para romperla.  


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