Breve
y enjundioso artículo de Enric Juliana hoy en La
Vanguardia. Su título es De Budapest a
Lledoners. Por poco que puedan no se
lo pierdan. La cosa va de los problemas que tiene la Unión Europea así en su
parte oriental como en la occidental. Lo leo, pienso detenidamente y saco
algunas conclusiones a bote pronto, son las de un mirón de la situación
política.
No
parece que las derechas españolas quieran contribuir a que las zonas de
algarabía se sosieguen; antes al contrario su lema no es otro que el ´más
madera´. Y, con todas las reservas, podemos añadir que la salida de los presos
independentistas, tras la aplicación del indulto, aporte certezas al apaciguamiento
político. Es natural, ciertamente, que la salida comporte sacar pecho y, a la
vez, que –incluso entre ellos-- haya un
marcaje para dejar constancia de quien tiene la pata más negra. Con todo, no me
parece eso lo más preocupante; lo que más me inquieta es que ese «lo volveremos
a hacer», con unos u otros afeites cosméticos, tiene la raíz de la derrota del procés. Es chocante, el independentismo,
de unas u otras dehesas, siempre tiene como referencia la derrota en sus
canciones de gesta; una derrota que nunca se quiso analizar a fondo porque se
temía llegar a conclusiones correctoras. Derrota de 1714, derrota del procés.
¿Se
puede construir un proyecto de futuro teniendo como punto de referencia una
derrota? No lo creo. Esta es, a mi juicio, la gran limitación del
independentismo, auténtica mermelada del campanario. 1714 y el procés: en tan grandes polvaredas
perdieron a don Beltrán, digo, el norte.
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