Realmente la
campaña andaluza empezó con un macguffin:
la encuesta del CIS. Nada de lo que dijo ha resultado. Cuando el director del
Centro despertó el dinosaurio estaba allí. Ahora, los que ejercen de profetas
del pasado intentan corregir el punto de mira. Pero hasta la presente nadie ha
tenido la valentía de expresarse como Javier Aristu: «Un vuelco y
la aparición de algo que estaba sumergido y no hemos sido capaces de detectar y
detener». Entiendo que es a partir de esa formulación –algo que estaba
sumergido-- donde debe arrancar la
investigación de lo sucedido. Sin trampas.
En todo caso,
retomo la vieja técnica de la «piedra de toque», esto es, centrar la atención
en aquellas experiencias que, en estas elecciones, los votantes han tenido un
comportamiento radicalmente distinto del general. Me estoy refiriendo al pueblo
Dehesas Viejas, en los Montes
Orientales de Granada. Mi amigo Daniel Martín, un sindicalista sabio de mi
quinta, explica los resultados de las elecciones del domingo en Dehesas, su
lugar de nacimiento, niñez y juventud. Son los que anuncia el cuadro anexo. Con
una participación superior al 72,4 por ciento.
Nótese el importante triunfo local de Adelante Andalucía y del conjunto de la izquierda. Pues bien, ¿no
tendrían que ir Susana Díaz, Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo a este pueblo
granadino a aprender cómo se hacen las cosas? Dehesas Viejas es, pues, la
piedra de toque. Sin retóricas, ni alharacas. Dehesas es el abc de la izquierda
andaluza.
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