Leo
en los papeles que Antonio Maíllo (Adelante
Andalucía) ha rechazado la invitación de que su grupo forme parte de la Mesa
del Parlamento andaluz. Me parece lo adecuado. La propuesta venía de Ciudadanos, que ha pasado del vade retro a la ultra derecha
a disfrazar el blanqueo –esto es, permitir la entrada de Vox en la Mesa--
con la martingala de que Adelante
Andalucía estuviera en dicho organismo.
Ciudadanos
quería tranquilizar a un sector de sus votantes, no incomodar demasiado la
imagen de Manuel Valls, aspirante a la alcaldía de Barcelona –poco amigo de los
chicoleos con la ultraderecha— y no disgustar al grupo europeo de la Alianza de
Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), muy reticente a los acuerdos con los
ultras. La negativa de Adelante Andalucía al cambalache, además de justa, pone
al descubierto el camaleonismo de los de Rivera. Y, sobre todo, la distancia considerable entre los
liberales europeos y sus hijastros españoles.
Albert
Rivera o «lo que natura no da, Salamanca no presta».
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