domingo, 1 de marzo de 2020

Perpiñán: escisión de masas en el independentismo




En Perpiñán, tierras de purificación cátara, se dio ese «abismo de irrealidades» del que nos previno Américo Castro. Y en esa hondonada se ha producido la escisión de masas del independentismo catalán. Allí -- «en el centro del universo», según dejó caer Salvador Dalí--  se dio el salto de la escisión de los despachos a la escisión de masas. De un lado, los puros: el independentismo cátaro; de otro, los aproximadamente realistas, con sus referentes: Oriol Junqueras, Marta Pascal y Carles Campuzano.  De Perpiñán surge otra fase del independentismo: en una orilla del río el independentismo  depurado, químicamente inmaculado; en la otra, el de los gentiles. O, si se prefiere, son dos retratos viejos, como los que colgaban de las paredes en las casas antiguas de la Vega de Granada, que nunca se cruzaron una mirada.

Asistencia de muchos miles de peregrinos. El prior de Waterloo llama a «la lucha definitiva». Lo argumenta la malmonjada, que hace tiempo afirmó que en aquel referéndum, «íbamos de farol», explica que la mesa de diálogo es una «engañifa». Es la exposición de motivos de la pureza cátara, el anzuelo para que cien mil personas abronquen a un Oriol Junqueras que les habla como aquel Jordi Pujol de antes de aquello. Cien mil personas que han pasado del caño pujolista al coro de Puigdemont.

«Se debe engañar a los niños con las tabas, a los hombres con los juramentos» son palabras según unos del espartano Lisandro y según otros del macedonio Filipo. Sean de quien sea –Claudio Eliano no lo indica en sus Historias curiosas--  por qué existe siempre una masa crédula que acepta a machamartillo que les engañen con o sin juramentos. Tal vez habrá que hurgar en la lúcida exposición de Étienne de la Boétie, La servidumbre voluntaria.  

Decenas de miles de personas regresaron de Perpiñán con la cabeza caliente y los pies fríos. «A la lucha definitiva», se dicen unos a otros. Pero los ratones de Esopo parece que les indican que quién le pone los cascabeles al gato.

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