El
día de ayer no pasará desapercibido. Dos acontecimientos lo avalan: la
aprobación por el gobierno de Pedro Sánchez de
la llamada ley de Libertad sexual y la derrota de los seguidores del cardenal Cañizares, el Ratzinger
Chico, en la cúpula de la Conferencia Episcopal Española a manos del arzobispo
de Barcelona, Juan José Omella. En lo que
respecta a la ley dejaremos los comentarios para otra ocasión y en mejores manos,
pues nuestros conocimientos sobre el particular están muy por debajo de lo
exigible.
La
elección del presidente de la Conferencia episcopal siempre fue un asunto
político. En esta ocasión ha sido de extremada importancia. Competían las dos
corrientes mayoritarias de la estructura eclesial española. En ninguna de ellas
se encuentran los pastores que «huelen a oveja»; frente a frente están los que
huelen a Varón Dandy y los que traspiran
Chanel número 5. Para entendernos: los moderados y los ultras. Ahora bien, los
moderados, en esta fase actual, son considerados por las derechas de hisopo y pedregal
como huestes del Anticristo. Juan José Omella se ha hecho con la batuta, tras
una batalla en la que los ultras –agua bendita estancada durante siglos en la
pila— han hecho simultáneamente de Pablo Casado y Rouco Varela, de Jota Jota
Ramírez y Rocío Monasterio. Era la batalla española contra el Papa Francisco.
Mejor dicho, la contribución española a la operación de acoso y derribo mundial
–esto es, catholica— contra el
enemigo principal, esto es, los moderados
de Francisco.
Ambas
batallas –la del campanario español y la catholica,
universal-- son simultáneamente
religiosa y política. Es la batalla por el poder. Es la alianza, para decirlo
en palabras de aquel viejo e inolvidable cantautor francés Jean
Ferrat, del sabre et le goupillon.
Que hoy sería del parné y el hisopo.
P/S.--- La Vanguardia editorializa hoy sobre este asunto.
Poco a objetar. Excepto cuando se afirma que «puede darse por cerrada la etapa
iniciada por Rouco». Olvida el diario que nada puede darse definitivamente por
cerrado. Sabemos que doña Correlación de Fuerzas, una dama extremadamente
versátil, ha levantado acta de este paisaje: los ultras cuentan con una
militancia granítica con instrumentos mediáticos muy poderosos; sin embargo,
los moderados no tienen tras de sí el aplauso de los cristianos de base sino
una protocolaria conllevancia. El beaterio ultra cuenta con un beaterío montaraz;
los moderados son muy sosegados y mirados por el rabillo del ojo por los
cristianos aguerridamente de base.
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