1.--- Las
tres derechas apuntan sus esfínteres políticos contra el Gobierno; la prensa
carroñera hace tres cuartos de lo mismo con sus mediáticas deposiciones.
Matasanos tienen estos ultras que escupen contra la gestión del Gobierno sobre
la crisis del coronavirus. Nunca en Europa, cuando las derechas eran derechas y
no vulgares salteadores de caminos, hubo un comportamiento así en momentos de
drama colectivo. De nada sirve llamar a la calma y responsabilidad de la
ciudadanía si la Caverna se comporta de la manera que estamos viendo. Da la impresión
que está frustrada porque las autoridades están gestionando la crisis con tacto
y eficiencia. Estas críticas de las tres derechas han arreciado tras hacerse
público que el director de la Organización Mundial de
la Salud aplaude a Pedro Sánchez y «considera
a España como ejemplo de lucha contra el coronavirus» (1). Las tres derechas
hubieran preferido que las cosas hubieran ido en dirección contraria. O sea, el
caos y el sálvese quien pueda.
2.---
Casi todo el mundo está poniendo mucho de su parte en la prevención y lucha
contra la pandemia. (La excepción es irrelevante: son esos alumnos del maestro Ciruela --que no sabía leer
y puso escuela-- que en las redes exhiben sus conocimientos de virología. Son
pocos pelos y mal peinados). Dos preguntas me parecen pertinentes cuando la
gestión de la crisis implica que una gran parte de la población va a pasar
dificultades materiales y de todo tipo. A saber, ¿qué está dispuesta a dar la
sanidad privada en esta situación? Y ¿qué le es exigible?
3.--- Vale la pena traer a colación a nuestro viejo
amigo Claudio Eliano (170 – 235), nacido en
Preneste en tiempos del emperador Séptimo Severo. En su libro Historias
curiosas nos relata: «Un día cayó enfermo Aristóteles
y el médico le prestó cierto remedio. Aristóteles le dijo “No cuides de mí como
de un boyero o un labrador; explícame primero la causa; sólo así me encontrarás
dispuesto a obedecerte”. Le aconsejaba que no administrara nada sin conocer la
causa».
Es
lo que hace el doctor don Fernando Simón, el
sabio tranquilo. Estamos en buenas manos. Cierre la boca el lego en la materia.
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