Sorprende
la reacción de la CEOE ante las medidas urgentes
que ha puesto en marcha el Ministerio de Trabajo contra el coronavirus. No menos sorprende que algunos dirigentes sindicales le hayan
seguido la corriente a Antonio
Garamendi: esas medidas no se han negociado con ellos, han denunciado.
La reacción de las autoridades ha sido ponderada y con exquisita educación: no
se trata de normas nuevas sino de una compilación de lo publicado hasta ahora
en materia de salud; medidas de choque que urgentemente había que poner en
marcha.
Se
supone que tanto la CEOE
como esos refitoleros dirigentes sindicales sabían que no estaban ante una novación
normativa y sin embargo sacaron imprudentemente la lengua a pasear: la CEOE
porque sigue la enseñanza de «al enemigo ni agua»; esos sindicalistas porque,
tal vez, quieran exhibir una teórica independencia de juicio. Mala fe de los
primeros; verborrea de los segundos.
La
decisión del Ministerio ha sido justa y eficaz. La reacción del presidente de
la patronal ha sido torpe, extremadamente torpe.
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