viernes, 10 de agosto de 2018

¿Es una ´enchufá´ la esposa de Pedro Sánchez?






Los de Pablo Casado se las prometían muy felices tras la celebración de su congreso extraordinario. Los nuevos consejeros áulicos propalaron el «nuevo PP». Exageraciones en torno a un diseño de pexiglás. Sin embargo, no quisieron caer en la cuenta de que la sombra del famoso máster es alargada. Confiaron en la impunidad que el cargo de presidente del partido era un manto protector. El asunto, según ellos, estaba cerrado: la misma falta de previsión que tuvo el viejo PP con los escándalos que le llovieron. Cuando, bien pronto, vieron que la cosa no iba por ahí, los nuevos reaccionaron igualico que los viejos. Cantinflear y embrollar el asunto. Y, siguiendo el viejo manual, transformaron sus dientes de leche en colmillos retorcíos: a) ataque a Pedro Sánchez, acusándole de facilitar a su esposa un empleo; b) el acercamiento de dos presos de ETA al lugar de residencia de sus familias en el País Vasco. El viejo PP se disfraza de nuevo para disimular su senectud.

1.-- Con el ataque a Sánchez por lo de su mujer, Casado y sus mesnaderos saben que tienen un caldo de cultivo bien abonado en los mostradores de las tabernas, los sillones de las peluquerías, los tertulianos de garrafón y ese bronquista patio de vecindones llamado púdicamente redes sociales. El círculo de allegados a Pablo Casado ofrece esa casquería urbe et orbe porque da rédito la acusación de que la mujer de Sánchez es una enchufá.

Esta acusación sin fundamento es, ante todo y sobre todo, una tonelada de tinta de calamar para taponar la sombra del máster del jefe. Ahora bien, está indicando el antiguo imperativo carpetovetónico: la mujer en casa y con la pata quebrada. También la esposa del presidente del Gobierno. La doña debe ser, según los preceptos teologales y cardinales, el descanso del guerrero. O sea, la cama y la cocina. Y, de vez en cuando, una visita a auxilio social.  El nuevo PP usa la sagrada herencia del pensamiento de secano de antes, durante y después del Concilio de Trento. Así pues, Pablo Casado o Aznar con cara sonriente.

2.--  El otro filón es el acercamiento de dos presos de ETA. Perdón, según el avinagrado Aznar serían dos miembros del «Movimiento nacional de liberación». Una expresión que hizo suya durante los peores momentos de la banda terrorista y, para mayor abundamiento, mientras Ortega Lara estaba secuestrado en un zulo.  No importa que el acercamiento de estos dos presos se haya acordado, en riguroso cumplimiento de la ley, por el Gobierno de Rajoy, bajo el ministerio de Rafael Catalá, que sospechosamente guarda silencio. No importa, digo: leña al mono hasta que hable inglés. Lo que vale es contraprogramar el asedio que sufre el Aznar Chico. Por su mala cabeza.  




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