Ayer
después de muchísimos años se reunieron en Madrid delegaciones de los gobiernos
central y autonómico. Los analistas serios coinciden en que se ha dado un paso
adelante. Se mire por donde se mire es un respiro. Más vale hablar que soltarse
eructos en la cara del contrario. Los comentaristas de las diversas cavernas
carpetovetónicas hablan con una insensatez programada que el Gobierno de Pedro Sánchez está cediendo al separatismo catalán. Es
la zahúrda de la manipulación. Mientras tanto, las cabañuelas políticas se
resisten a ofrecer predicciones solventes.
Menos
da una piedra, afirmamos nosotros desde nuestro escepticismo al por menor. Pero
es mejor hablar que partirse la cara. Ahora bien, para nuestro paladar la
reunión ha servido para que los independentistas afirmen que el Gobierno sigue
en sus trece; el Gobierno, a su vez, ha
afirmado que se reafirma en sus posiciones, pero al menos se ha abierto una vía
de diálogo. El hombre de Waterloo se mantiene en su lógica circular –tirando de
la noria con aspavientos-- cantando como
Chanquete, en este
verano azul, el legendario No nos moverán;
Pedro Sánchez intenta trabajosamente dar un paso adelante. No está descartada
la yenka. En todo caso, tampoco las cabañuelas predicen dónde está el punto
asintótico de ambas rectas. La solución, si la hay, será cuando una línea esté
extenuada.
Sorprende
que un político a la antigua usanza como Ernest
Maragall, jefe de la delegación catalana, forjado en mil cabildeos
saliera «decepcionado» de la reunión.
¿Pensaba acaso que se iba a traer a Barcelona la fiambrera de la
autodeterminación? Son poco recomendables las viruelas de la vejez. Puro
espejismo. O bien, don Ernest viajó a Madrid a recibir el no por respuesta para engordar el memorial de agravios. Sí, el
mismo Ernest que llevó de cabeza a la cofradía de los enseñantes en aquellos
tiempos lejanos del tripartito.
Escepticismo
al por menor. Pero una cosa me parece clara: el Gobierno está marcando la
agenda. El hombre de Waterloo, está inquieto. Ya no sabe cómo justificar que
hay diálogo. Lo que siempre ha querido reventar. De ahí que pìense en empezar de nuevo.
Apostilla.—
La foto de arriba es del archivo personal de don Damià
Oliveres Torres.
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