El próximo martes predicaré en
el Café de Mar, en Mataró. La hora: cuando la
tarde languidece y renace la sombra. El tema: el federalismo en tiempos de la
cólera. No sería cortés publicar mi intervención hoy; estaríamos ante una
desconsideración hacia los amigos, conocidos y saludados que acudan a la
charla. No obstante, doy a conocer, esquemáticamente –casi como un
boceto-- las líneas centrales de mi
exposición. Será algo así como una guía para perplejos, como anticipo de las
sorpresas que puedan encontrarse los asistentes.
Me haré, entre otras, las
siguientes preguntas: ¿por qué las izquierdas políticas no se confrontaron casi
nunca, a través de una lucha de ideas, con los nacionalismos? ¿Cuál es el momentum que provoca el inicio del procés catalán? En el Café del Mar daré
cumplida respuesta a ambas. No será apta para quienes padezcan taquicardia.
Ahora bien, no es cosa de dejar a nadie con el regomello dentro del cuerpo, así
es que –insisto, esquemáticamente y para que no se diga-- daré ahora mismo dos pespuntes sobre el
particular.
1.-- Las izquierdas casi nunca se confrontaron
ideológicamente con los nacionalismos desde que dejaron ser netamente internacionalistas. Unos,
desde que votaron los créditos de guerra en 1914; otros, con Palmiro Togliatti al frente, tras la puesta en marcha
de las «vías nacionales al socialismo». Se trata de una metamorfosis poco
estudiada por la historiografía o, si se prefiere, no analizada
convenientemente.
Parece de cajón que si, por las
razones que sean, se opta por enfocar la acción política en el marco nacional
sin conexión con lo internacional –ahora ya global-- la conversión en partido nacional es su
conclusión deseada. De ahí a ser un partido nacionalista hay sólo una
diferencia de grado. La izquierda
nacional realiza su acción en el Estado nacional; la política nacionalista lo
hace en la periferia del Estado nacional. Así las cosas, la crítica de la
izquierda nacional no tiene argumentos consistentes para polemizar
ideológicamente con la política nacionalista. La una y la otra se instalan en
la política de campanario.
Pongamos un ejemplo de las
políticas nacionalistas de los Estados nacionales y de sus fuerzas políticas
más importantes, estén o no en el gobierno. Cada vez que hay elecciones al
Parlamento Europeo la contienda se desarrolla, sola y solamente, con planteamientos
nacionales, esto es: nacionalistas de gran campanario, pero campanario en suma.
Ningún debate sobre Europa. Ni antes, ni ahora que Europa está hecha unos
zorros.
Aclaro: no impugno las vías
nacionales al socialismo. Simplemente refiero la desconexión y, sin duda, el
olvido que supuso la vertiente internacionalista.
2.-- Sobre el momentum
en que arranca avasalladoramente el procés
catalán habrá que esperar al día que se
publique la charla. No es cosa de incrementar la taquicardia de quienes lean
estas líneas.
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