Dice el filósofo de Ocata:
«Quien se miente a sí mismo tiene siempre motivos para creerse» (1). Austeridad
de lenguaje, contundencia en el concepto. Una gran parte de la política al uso
queda retratada en tan sobrio apotegma. De una situación política que, como ya
hemos apuntado en otra ocasión, está hecha unos zorros. Y, en la que según
parece, casi nadie está por la labor de salir del pantano. Peligro, pues, en
entrar en la fase de la decadencia. Torres más altas han caído.
1.-- Hay un escenario que, tal como están las cosas, podría –siempre en
condicional, por supuesto-- rebajar la
tensión de la caldera. Entremos sin preámbulos en el asunto: si las
organizaciones empresariales y el sindicalismo confederal abrieran, urgentemente,
un proceso de negociaciones para elevar los salarios se estaría contribuyendo
también a dar al panorama político español un respiro. Al tiempo que se pondría
de manifiesto la revalorización de llegar a acuerdos. Y, de esa manera, a
romper el espinazo de una idea celtibérica: «Yo estoy de acuerdo con mi
conflicto, y no me muevo de ahí, y estoy en contra del tuyo, y espero que
tampoco te muevas».
2.-- Tan sólo estoy de acuerdo con Francesc—Marc Álvaro cuando
dice que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es
igual al cuadrado de la hipotenusa. Ahora bien, leo en La Vanguardia de hoy que
este afamado periodista escribe lo siguiente en claro reproche a ERC y el PDeCat: «… si no sabes qué
hacer en Catalunya, es normal que no sepas tampoco qué has de hacer con tus piezas en Madrid. Este es el
problema». También en esto estoy de acuerdo.
1)
Gregorio Luri.
Aforismos que nunca contaré a mis hijos (Ediciones La isla de Siltolá, Sevilla,
2015)
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