sábado, 19 de mayo de 2018

¿Por qué la izquierda casi nunca polemizó ideológicamente con los nacionalismos?





El próximo martes predicaré en el Café de Mar, en Mataró. La hora: cuando la tarde languidece y renace la sombra. El tema: el federalismo en tiempos de la cólera. No sería cortés publicar mi intervención hoy; estaríamos ante una desconsideración hacia los amigos, conocidos y saludados que acudan a la charla. No obstante, doy a conocer, esquemáticamente –casi como un boceto--  las líneas centrales de mi exposición. Será algo así como una guía para perplejos, como anticipo de las sorpresas que puedan encontrarse los asistentes.

Me haré, entre otras, las siguientes preguntas: ¿por qué las izquierdas políticas no se confrontaron casi nunca, a través de una lucha de ideas, con los nacionalismos? ¿Cuál es el momentum que provoca el inicio del procés catalán? En el Café del Mar daré cumplida respuesta a ambas. No será apta para quienes padezcan taquicardia. Ahora bien, no es cosa de dejar a nadie con el regomello dentro del cuerpo, así es que –insisto, esquemáticamente y para que no se diga--  daré ahora mismo dos pespuntes sobre el particular.

1.--  Las izquierdas casi nunca se confrontaron ideológicamente con los nacionalismos desde que dejaron ser netamente internacionalistas. Unos, desde que votaron los créditos de guerra en 1914; otros, con Palmiro Togliatti al frente, tras la puesta en marcha de las «vías nacionales al socialismo». Se trata de una metamorfosis poco estudiada por la historiografía o, si se prefiere, no analizada convenientemente.

Parece de cajón que si, por las razones que sean, se opta por enfocar la acción política en el marco nacional sin conexión con lo internacional –ahora ya global--  la conversión en partido nacional es su conclusión deseada. De ahí a ser un partido nacionalista hay sólo una diferencia de grado. La izquierda nacional realiza su acción en el Estado nacional; la política nacionalista lo hace en la periferia del Estado nacional. Así las cosas, la crítica de la izquierda nacional no tiene argumentos consistentes para polemizar ideológicamente con la política nacionalista. La una y la otra se instalan en la política de campanario.

Pongamos un ejemplo de las políticas nacionalistas de los Estados nacionales y de sus fuerzas políticas más importantes, estén o no en el gobierno. Cada vez que hay elecciones al Parlamento Europeo la contienda se desarrolla, sola y solamente, con planteamientos nacionales, esto es: nacionalistas de gran campanario, pero campanario en suma. Ningún debate sobre Europa. Ni antes, ni ahora que Europa está hecha unos zorros.

Aclaro: no impugno las vías nacionales al socialismo. Simplemente refiero la desconexión y, sin duda, el olvido que supuso la vertiente internacionalista. 

2.--  Sobre el momentum en que arranca avasalladoramente el procés catalán habrá que esperar  al día que se publique la charla. No es cosa de incrementar la taquicardia de quienes lean estas líneas. 

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