Muchas veces nuestro Marcelino Camacho enseñó que «prever es dirigir».
Formidable pedagogía en poquísimas palabras. Este es un concepto que se debería
tener muy presente en la formidable movilización de los jubilados y
pensionistas.
Se ha dicho, y con razón, que el
movimiento de los movimientos de pensionistas y jubilados es una novedad con
relación a tiempos anteriores. Sus componentes (Mareas y sindicatos) han
ocupado las plazas de España. No sólo lo hacen en las principales ciudades del
país, también en no pocos pueblos que, por decirlo así, se han tirado a la
calle. La movilización sostenida tiene un carácter doble: la dignificación de
las pensiones actuales y las futuras. Es, por tanto, una acción colectiva
solidaria. Así lo han dejado claro.
«Prever es dirigir», dijo el
maestro. Pues bien, podemos prever que la lucha no será fácil. Por dos motivos
que conviene dejar claros: uno, la resistencia del Gobierno y la patronal; dos,
porque los sujetos movilizadores (Mareas y sindicatos), que tienen objetivos
similares, no han encontrado todavía una unidad de acción explícita en estas
movilizaciones. Unidad de acción explícita. Es más, parece como si se mirasen
con el rabillo del ojo en una pugna de a ver quién es más. Querer «ser más» no
es necesariamente negativo. Pero cuando son dos sujetos que no se miran
directamente a los ojos dicha falta de relación no parece productiva.
«Prever es dirigir». Pues bien,
si las Mareas y los sindicatos van cada cual por su lado como líneas paralelas
será complicado llegar a buen puerto. Así pues, es preciso desbloquear esa
falta de relación. Ambos sujetos deben reconocerse mutuamente como legítimos
representantes de los jubilados y pensionistas. Hay que partir, pues, de que
nadie tiene el monopolio de la representación. Esta la conceden los jubilados y
pensionistas. Lo que quiere decir que ni Mareas ni sindicatos son sujetos auto
legitimados.
«Prever es dirigir». Es decir,
comoquiera que la solución no será fácil hay que prever que para dirigir se
precisa una unidad de acción explícita. Que en principio pasaría por el
reconocimiento mutuo. Lo que implica la elaboración de una propuesta urgente
común. Y, más todavía, hay que poner encima de la mesa, con determinación y
coraje, qué tipo de representación unitaria va a negociar la plataforma que,
necesariamente, ha de ser común.
En todo caso, hay algo que se
debe tener en cuenta: la movilización de los jubilados y pensionistas ha ganado
la batalla de la opinión pública. Casi nunca se había dado una simpatía tan
visible en nuestro país.
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