La moción de censura ha pillado
a algunos con los meados en el vientre. Amb
els pixats al ventre, que decimos en Cataluña. Son varias las novedades que
han aparecido tras la decisión de Pedro Sánchez.
Que se sepa no ha tenido contestación por parte de los del colmillo retorcío del PSOE, salvo la excepción de
don José Bono que era aproximadamente
previsible. En realidad, este caballero más que mostrar su contrariedad expresa
que sigue existiendo. Se puede decir, pues, que Sánchez tiene un aproximado
consenso en su partido. O que una serie de dirigentes han calibrado que, en
esta ocasión, era arriesgado llevarle la contraria al secretario general.
Más novedades: la moción de
censura ha concitado simpatía –o, al menos, comprensión—en cierto sector de la
prensa. La excepción de El País era
previsible. Su editorial de hoy es todo un homenaje al más puro cantinfleo
editorial.
Sin novedad en Ciudadanos y los
independentistas.
Los de Rivera parece que consideran la situación como
si fuera similar a lo ocurrido con el anterior presidente de Murcia. A la
espera de que Rajoy
esté completamente achicharrado. A medias no es suficiente. Esperando que acabe
como san Lorenzo en la parrilla.
En las formaciones
independentistas se acentúa la confusión. El grupo de allegados al hombre de
Berlín pone condiciones, sabiendo que no serán aceptadas: el reino del vicario
de Puigdemont no es
de este mundo. Este Torra está
por las cruces amarillas en las playas, no en el quehacer de la política.
Parece que siguen el famoso mandamiento que recibió Constantino: «Con este
signo vencerás». Que no parece convencer a los operadores turísticos.
Y en medio de ese pedregal
independentista nos encontramos con los meandros de Esquerra Republicana de Catalunya. Unos –los
menos, con Joan Tardá, sensato en días alternos, a la cabeza-- plantean sumarse a la moción de censura «sin
condiciones previas». Sus conmilitones en el Parlament de Catalunya dicen lo
contrario. La voz de Oriol
Junqueras, desde la celda de Estremera, ni quita ni pone rey. Esquerra
o el alguacil alguacilado. Chocante su
entrevista en La Vanguardia de hoy, no ejerciendo de jefe.
El Partido Popular, a su vez, reacciona según el
Evangelio del iracundo Conde
de Romanones: « Los ataques violentos al adversario,
cuanto más de brocha gorda, serán más útiles». El Conde no sabía todavía la relación entre ciertos pintores de brocha gorda y la política.
Mientras tanto, la Unión Europea
–más averiada ahora por los problemas de Italia y España— sigue su confuso
itinerario. Italia y España en manos de unos fifiriches de tres al cuarto.
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