Sindicato de los derechos,
sindicato de la solidaridad. Esta es, a mi entender, la base de la convocatoria
de las movilizaciones ya convocadas para el próximo 8
de Marzo, Día Internacional de la Mujer trabajadora. Es, además, el
basamento de lo que podríamos referir como «sindicato general», a saber, el que
representa y tutela a todas las personas –mujeres y hombres-- del trabajo
subordinado. Lo que nos lleva a una reflexión que tiene tintes inquietantes.
Mientras se mantengan déficits
en los derechos o en el ejercicio de los mismos el sindicato será parcialmente
general. En ese sentido, parece claro que el sindicalismo –al menos en lo
atinente a la mujer trabajadora-- ha
tenido no pocas limitaciones. De hecho, la historia del sindicalismo ha sido
escrita, por lo general, en masculino.
A pesar, incluso, de las importantes e históricas huelgas que ha sido
protagonizadas por mujeres.
Hubo un momento, hace ya muchos
años, que CC.OO. formuló que es un «sindicato de hombres y mujeres». Sin
embargo, no se construyó un proyecto concreto para tal fin. Ni en los órganos
de representación interna del sindicato, ni para sus representantes en los
comités de empresa. Tampoco para la negociación colectiva. La cosa quedó en
mera, aunque importante, insinuación. Las estructuras y los contenidos de los
convenios seguían estando en masculino. El peso de la inercia de la historia lo
frenaba todo. Estas auto limitaciones explican, al menos en gran medida, que
hayan aparecido colectivos --sindicales o parasindicales-- de mujeres
desligados de las organizaciones confederales.
Pero, de un tiempo a esta parte,
no pocas mujeres han decidido ir al abordaje del sindicato. Desparpajadamente
al abordaje. Ya no se trata de admitir el estatuto concedido --«sindicato de
hombres y mujeres»-- sino de conseguir
un nuevo ordenamiento: la paridad real, sin concesiones graciosas masculinas
´desde arriba´ burladas con subterfugios. Un nuevo ordenamiento, digo del
sindicato tendencialmente general.
De hecho, en los últimos
congresos sindicales se ha podido constatar el número de mujeres que ocupan
puestos de la mayor responsabilidad así en organizaciones territoriales como en
las federativas. Un abordaje ciertamente incompleto pero que, afortunadamente,
ya no tiene vuelta atrás.
Así pues, el 8 de Marzo, con sus
reivindicaciones frente a nuestras contrapartes, tiene también una exigencia en
el interior del universo sindical. A saber, la remoción de todos los obstáculos
que le dificultan ser un sujeto plenamente general. Todo se andará, me dice la
experiencia.
Atentos a la curiosidad.-- La palabra sindicato
proviene del griego clásico Συνδηκου (síndikou), un término que
empleaban los griegos antiguos para denominar al que defiende a alguien en un
juicio, al protector. Vale.
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