sábado, 6 de enero de 2018

La equparación salarial en Islandia




Islandia tan lejos de nosotros y tan cerca de nuestros corazones. Islandia, un país del que por lo general sabemos poco y del que una noticia nos llega y nos anima en la esperanza. Año nuevo y equiparación salarial con los hombres en aquel país. No han sido los Reyes Magos, sino una lucha que viene de muy atrás la causante de esta victoria. En España, sin embargo, se ha dado un paso atrás: del undécimo lugar en la brecha salarial en el ranking mundial (en tiempos de Zapatero, 2006) se ha pasado al puesto número 24 en una lista de 114 países.

Decimos que no ha sido un regalo de Reyes. La última gran referencia está en el famoso 24 de Octubre de 2016 cuando Reikiavik se inundó de colores femeninos, atestando las calles en una gigantesca manifestación en exigencia de la equiparación salarial. De los centros de trabajo, antes de que terminara la jornada, las mujeres salieron compactamente unidas hacia la plaza. Celebraban además el «Viernes largo» de 1975 y su primera huelga de mujeres. Y, desde aquel día, el movimiento, a veces con no poca incomprensión y ojeriza de los hombres del sindicato macho, ha ido en creciente pleamar.

No hay, pues, concesiones graciables. Es el resultado de una presión sostenida, activa e inteligente, extraordinariamente testaruda, que se equipara con las conquistas del movimiento obrero inglés de la segunda mitad del siglo XIX, con gobiernos conservadores, en materias como el trabajo infantil, la salud y otras.

Las mujeres islandesas son, pues, una referencia para el sindicalismo confederal europeo y, en nuestro caso, en España. Justamente cuando en paralelo se han operado dos elementos: de un lado, el acceso de muchas mujeres a los puestos de las más altas responsabilidades territoriales y federativas, que aunque todavía es insuficiente a nivel cuantitativo, sí es importante cualitativamente; y, de otro lado, la irrupción de la cuestión salarial en la escena.

Islandia en el corazón. Y simultáneamente tan lejos y tan cerquita de nosotros mismos.



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