Tuvo razón Pasqual Maragall: hubo tres por ciento. Lo que no pudo
probar en su día lo ha hecho el Tribunal. Seis millones y medio de euros en mordidas. Y comoquiera que la distancia
no es el olvido (aunque así lo dijera Lucho Gatica),
nosotros lo traemos a colación: hubo tres por ciento. Del saqueo del Palau de
la Música sacó Convergència
buena parte de sus aperos y su oscura intendencia. Paradoja: una serie de actos
mas sucios que los establos de Augiás
llevaron a los convergentes a la dirección política e institucional de
Cataluña. Tres cuartos de lo mismo sucedió con el Partido Popular. Y de dichas guías, sancionadas
como ilegales por los tribunales, se desprende una enorme devastación de los
bienes democráticos aquende y allende el río Ebro y una cruel política de
recortes presupuestarios.
Con la sentencia del Tribunal
quedan manchados los herederos de la vieja Convergència. Y Artur Mas, que puso la mano
en el fuego por la honrdez de su tesorero, queda achicharrado. No le vale la
«doctrina Rajoy», o
sea, que nada sabía, que nada le constaba. Por supuesto, tampoco le vale al hombre de Pontevedra. Porque ambos, Mas y
Rajoy, desde el panóptico de sus puentes de mando, no sólo estaban al corriente sino que dirigieron las
operaciones. Seis millones y medio de euros en mordidas. Pues bien, el Tribunal ha demostrado el «de dónde saca pa tanto como destaca». De las mordidas,
que en este caso eran dentelladas. Ni siquiera Drácula mordió con tanta contundencia.
Un delito no es amnistiado por
los electores, aunque el partido alcance la mayoría absoluta. Entonces, ¿quién
y cómo se penaliza la comisión de un delito por parte del partido, en tanto que
partido? Cuando el partido se convierte en una trama criminal ¿qué medida debe
serle aplicada? Ahí lo dejo, consciente de mis limitaciones.
De Millet y Montull, optimates de Cataluña, hablaremos otro día. Entre los
dos consuegros se llevaron cerca de veinte millones de euros. De Ferrovial,
absuelto por prescripción del delito, también hablaremos otro día. De momento
hemos de valorar la perspicacia del independentismo: hace tiempo que ha
retirado de la circulación la paremia de «España nos roba». Porque se ha
demostrado que la Gürtel tenía una franquicia en Cataluña.
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