Los
independentistas catalanes tienen unos códigos conceptuales y simbólicos muy
particulares. A un servidor le recuerdan el potente «Credo quia absurdum» que
se sacó del tintero Quinto
Septimio Tertuliano. Creo porque es absurdo. Ayer, durante la
comparecencia de los presos en el Parlament de Catalunya, hubo una auténtica
exhibición de simbolismo tradicional independentista. No podía ser de otra
manera.
Vamos
a detenernos en tres de ellos: «Lo volveremos a hacer», a cargo de Oriol
Junqueras; «Yo no me sentí cesado cuando lo del 155», manifestó Josep Rull; «el
155 fue un error», en palabras de Raül Romeva. A los tres presento mis respetos
desde la más rotunda discrepancia. Lo comentaremos en orden inverso por propia
comodidad expositiva.
El
ex consejero Josep Rull «no se sintió cesado» cuando lo desposeyeron de sus
cargos. Sublime, tan sublime como el hecho de muchos catalanes que se sintieron
vivir en la República catalana, tras el metisaca de Puigdemont que la declaró, pero que no la
declaró. La misma confusión del hombre de Waterloo que se sigue sintiendo
presidente de la Generalitat.
Raül
Romeva viene a decir que «corrijan ellos». Sin eufemismos: justa o injusta la
aplicación del 155 vino a demostrar a las almas de cántaro que el Estado no
gobierna rezando padrenuestros. ¿Cómo es posible que algunos de los que llevan
quinquenios en la vida política ignoraron tan elemental enseñanza que nos viene
desde los tiempos de los Médicis?
Oriol
Junqueras o la esperanza blanca del independentismo catalán. Lleva días
repitiendo que «lo volveremos a hacer». Han sido unas declaraciones que han
provocado reacciones estridentes desde el cabo de Gata hasta el de Finisterre.
«Lo volveremos a hacer» forma parte ya del código de señales del
independentismo. ¿Cómo debe descodificarse? Como sigue.
Una
fase se ha cerrado, hemos dicho en otras ocasiones. Es la que denominaremos la fase
del fracaso de una quimera. Ahora bien, dicho fracaso debe disfrazarse
estéticamente para que la llama sagrada no se apague. Esa derrota debe ser
interpretada como una chanson de geste.
Es la épica que quiere contrarrestar las voces, algunas de ellas muy
relevantes, que han afirmado que aquello fue un disparate.
«Lo
volveremos a hacer de nuevo» en esta fase que se abre tiene un significado de
resistencia. Cuando la alternativa, coyuntural o definitivamente, se ha
esfumado aparece el parapeto de la resistencia. Dispensen el ejemplo: cuando se
vio en aquellos tiempos antiguos de los Apóstoles que Jesucristo no vendría,
alguien se sacó una brillante idea: la parusía, a saber, el advenimiento
glorioso de Jesucristo al final de los tiempos. Para entendernos, Jesucristo
«lo volvería hacer de nuevo», pero muchísimo más adelante. Mientras tanto esa espera
militantemente de resistencia es la manera de que la llama siga ardiendo.
¿Acaso
esperaban ustedes que Oriol Junqueras dijera otra cosa? ¿Acaso esperaban que
afirmara ser un profeta desarmado? De momento intenta hacer política en días
alternos: unos, negociando; otros, simulando que tiene aire en el pecho. En
cierta medida es simultáneamente el
doctor Jekyll y mister Hyde. Lástima que esté en prisión, sería –incluso en
esas condiciones-- mucho más rentable estar en la calle para una hipótesis de solución del conflicto.
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