Joan Baldoví es maestro de
escuela. Tengo para mí que tan noble profesión ha hecho más por la formación y
la cultura que todas las demás juntas. A pesar de ello –o precisamente por
ello-- no pocos diputados de la caverna
se mondaron de risa despectiva cuando Baldoví dijo desde la tribuna del
Congreso que él es maestro. Maestro de escuela. Este es, entre otras, la
resultante del cambio de metabolismo de la derecha española que abruptamente ha
transitado a posiciones ultras. Mi compañero Gabriel Abascal ha comentado lo
siguiente sobre el particular: «Nuestra derecha rancia y clasista: no consta
que nadie en el Parlamento sueco se haya reído nunca de Kjell Stefan Löfven porque fuera
soldador de profesión antes de dedicarse de pleno a la política, convertirse en
presidente del Partido Socialdemócrata Sueco y ser actualmente Primer Ministro
de Suecia».
Las risas de
esos diputados son un insulto en toda la regla, no sólo contra el diputado de Compromís, sino
especialmente contra toda la profesión y lo que históricamente ha representado
en España. La gente de mi generación recordamos en Santa Fe, capital de la Vega
de Granada, a don José Viera, natural de Coria (Cáceres) que nos
enseñó nuestros primeros saberes. Era el prototipo del maestro de aquellos
tiempos: duro y, cuando se terciaba, te ponía la palma de la mano ardiendo con
sus palmetazos; respetado, sin embargo, por los alumnos, y por toda la
población santaferina. Atención: nunca se cantó el Cara al Sol en su aula ni se
rezó un padrenuestro; tampoco se le vio en ninguna procesión religiosa. Y es que los maestros de
escuela han sido, por lo general, los primeros pedagogos de los constructores
de la democracia y, también, interferencias contra los poderosos. Cuenta Antonio Rodríguez
Avellaneda,
destacadísimo dirigente de Comisiones Obreras de Mataró en su libro de memorias, Siempre en la brecha, que su maestro era «más de derechas que las
almejas», pero un magnífico educador. Ésa fue la fuente de la magnífica
sintaxis de Antonio.
La derecha de
secano y orinal siempre fue así. Don Dióscoro Galindo, el maestro de
escuela fusilado junto al poeta de Fuente Vaqueros, es el paradigma de toda la
violencia que se ha ejercido contra nuestros maestros.
P/S.--- Magnífica
la iniciativa de Salvi Jacomet, que ha creado
un espacio para que se ´apunten´ los
amigos que dan soporte al Programa de Gobierno.
Aquí se pueden
inscribir tú y a quienes invites: https://www.facebook.com/groups/676264126501899/
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