Dios
se esforzó en hacerlos diferentes, pero ellos se empeñan en parecerse. Comoquiera
que algunos necesitan que se les aclare lo obvio, diremos que el hecho de
parecerse no equivale a ser iguales. Se trata simplemente de tener semejanza.
De ahí que propongamos que las derechas
de secano y orinal, toponímicamente celtibéricas, «se parecen» a ese sector
del independentismo ya post post post convergente. Sus líderes –como es
sobradamente conocido-- son el hombre de
Waterloo y su vicario. Más todavía, la existencia de los hunos es una condición
necesaria y aproximadamente suficiente para la subsistencia de los hotros.
La
similitud entre ambas toponomásticas políticas está en los siguientes
elementos: a) el ´no´ irasciblemente ideológico a la formación de un gobierno de coalición de
izquierdas en España; b) los ataques, retóricamente desaforados, de ambos a
quienes se orientan a favorecer la investidura;
y c) la violencia, ya no sólo verbal, contra dicha investidura. Son como los
halcones del Pentágono y los del Kremlin que, en tiempos de la guerra fría, organizaban
de mutuo acuerdo la bronca geoestratégica para que a sus respectivos pesebres no
les faltara nada: una variante de la versión "amigo—enemigo" de aquel Carl
Schmitt.
Como
se ha dicho, Dios se esforzó en hacerlos diferentes: a los convocantes de la
manifestación madrileña, con su alcalde a la cabeza, contra la investidura y a
los convocantes de las agresiones a las sedes de Esquerra Republicana de
Catalunya, las franquicias de Waterloo. Que, además, sacan réditos de la
«provaricación» de la Junta Electoral Central. Léase provaricación, que es cosa
parecida pero no exactamente igual que prevaricación.
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