Solo
a los poco avisados ha podido extrañar el nombramiento de Miguel Ángel Rodríguez (en
adelante MAR) como jefe de gabinete de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. MAR es
un tipo volcánico así en el uso de la palabra como enérgico a la hora de hacer
chocar con su Mercedes a tres vehículos estacionados en la vía pública. No
queriendo sino por culpa de tener su
cabeza en poder de las uvas. MAR –diría Baroja-- es ansí. En fin, que ya tenemos colocado a MAR.
El
nombramiento de MAR no es irrelevante. Tiene unas características singulares y
unas consecuencias evidentes. MAR, la mano larga de Aznar, tiene un mandato claro: viene a
establecer una granítica competencia con Vox y a ser la vara verde de Ayuso,
considerada en algunos sectores del
partido, un tantico mosquita muerta. Las consecuencias son estas: los de Casado avisan a los
navegantes proclives al centrismo que pierdan toda esperanza. Más todavía, con
MAR el Partido Popular está diciendo que no está contagiado por los ultras sino
que ellos son los herederos de los
Cien Mil hijos de san Luis y, por lo tanto, Vox no tiene media hostia.
Si
el minifundio de Arrimadas
no aprovecha la ocasión no parece que
pueda levantar cabeza. Así se las ponían al séptimo Fernando.
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