martes, 24 de diciembre de 2019

Polonia, Hannibal ad portas




Los viejos cronicones relatan que, cuando los niños chicos se portaban mal en Roma, las madres les amenazaban con una frase fatídica, «Hannibal ad portas». Es decir, Aníbal, el poderoso general cartaginés, estaba en las puertas de la urbe. Los niños, aterrorizados, volvían al orden. Lo que viene a cuento por la actual situación de Polonia. Polonia, que ha sido martirizada  por los ´de fuera´ y, ahora, por los de dentro. Ahora, Aníbal es polaco y está aterrorizando a diestro y siniestro. Es más, Aníbal ha entrado en Polonia.

El gobierno ultranacionalista polaco es una motosierra contra los derechos civiles y políticos. Ahora ha promulgado una ley –la llamada «Ley Mordaza»--  que acaba con la independencia de los jueces. El Poder Judicial depende ahora de Aníbal, quiero decir del gobierno. Que ha hecho oídos sordos a las manifestaciones de oposición a dicha ley. En ellas ha participado Olga Tokarczuk, premio Nobel de Literatura. (Ignoro qué está haciendo el otro Nobel, Lech Walesa, famoso en otros tiempos).

La Unión Europea no puede mirar hacia otro lado. Porque la decisión del gobierno polaco no es mero autoritarismo, sino un cáncer que podría conllevar una metástasis hacia el fascismo. De momento, se ha quebrado la división de poderes, una de las reglas de oro de las democracias y de la Constitución Europea. De manera que la Unión Europea debe intimidar al gobierno polaco para que las aguas vuelva a su cauce. Porque, en caso contrario, cada vez que se deja pasar una, Aníbal se fortalece. Se fortalece, no en lo abstracto sino en lo concreto: en la sociedad, en la política en las instituciones. Así que, junto a Catón el Viejo, digamos «Hay que destruir Cartago». O sea, el gobierno de Polonia.


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