«Los líderes nos traicionan, basta ya». Así ha hablado la joven Greta Thunberg, en Madrid. O, por lo menos, así se lo han hecho decir sus acompañantes áulicos. Se trata de un tono bombástico que, además, parece contagiado por el signo de estos tiempos en que los adultos utilizan la palabra «traición» indistintamente para un barrido o un cosido.
Los
acompañantes áulicos de la valiente joven sueca hacen prevalecer un mensaje tan
erróneo como peligroso. Por lo que la respuesta, al menos la mía, es: ni todos los líderes son traidores, ni cultivar el
nihilismo es una eficiente pedagogía. Así las cosas, la traición de todos, nos
está insinuando que la salida es la exaltación del líder (en este caso
lideresa) aclamado en olor de oclocracia. Ponderación, consejeros. Ponderación
y, sobre todo, no tuerzan lo que puede ser una importante líder global. Ponderación
y sobriedad: el testimonio de Greta es muy importante, especialmente para la
juventud. Pero no caigan en el adanismo.
Punto
final. Sugiero a los acompañantes áulicos que no insistan en la sobreactuación
excéntrica. Lo del catamarán lo es, en mi modesta opinión.
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